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Reportaje:FÚTBOL | La jornada de Liga

Derechazos a granel

Assunçao, del Betis, y Tiko, del Athletic, han hecho de los tiros libres un arte en el que intervienen por igual la violencia y la precisión

El 25 de julio de 1976, en Caieiras (Brasil), nació Marcos Assunçao, quien con los años demostraría que el pie puede hacer con una pelota lo mismo que la mano. Casi dos meses después, el 15 de septiembre, en Pamplona, nació Roberto Martínez, a quien se conocería futbolísticamente por el apodo de Tiko, apócope de Robertico, y que pronto se distinguió por golpear el balón como si fuera una venganza, como si le hubiera hecho algo por lo que debería penar toda la vida.

No tienen el tacto de Beckham para trazar curvas imposibles ni la violencia de Roberto Carlos para amedrentar barreras humanas, pero Assunçao y Tiko se asemejan a los grandes lanzadores de faltas que en el fútbol ha habido con mayor o menor nombre, pero con una efectividad indiscutible.

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Assunçao llegó al Betis como un desconocido, un caso singular habiendo jugado anteriormente en el Santos y el Flamengo, brasileños, y en el Roma, italiano. Nadie le conocía en 2002. Hasta que se sacó de la bota su singular lanzamiento de los golpes francos. Assunçao no supera las barreras como los demás, con efecto, como antiguamente, sino con un disparo extraño que eleva el balón muy por encima de ellas para hacerlo caer luego como un meteorito, a peso muerto, rozando generalmente el larguero.

Los porteros lo saben, pero nadie ha encontrado el antídoto para evitar lo previsible. O va fuera o se parece a un gol. Por eso Denilson resumía el partido de hoy entre el Betis y el Athletic de una forma sencilla: "Si me hacen falta, viene Assunçao, la tira para adentro y tres puntitos". Así ocurrió la pasada temporada. Minutos finales: gol de Assunçao por el lado del guardameta.

Aranzubia, el cancerbero del Athletic, también lo ha reconocido esta semana: "Ya sé lo que se me viene encima". Conclusión: no a las faltas al borde del área porque eso es una invitación al gol de un hombre metódico que ejecuta los libres directos siempre del mismo modo: unos pasos medidos hacia atrás, siempre los mismos, y ese extraño golpeo de la pelota que amenaza al segundo anfiteatro y luego entra rozando el larguero.

Tiko, el jugador del Athletic, es más variado: golpea con las dos piernas, aunque la suya es la derecha y no necesita que el balón esté parado para sacar provecho de la jugada. Explotó en la temporada 2001-2002, cuando consiguió siete goles, todos ellos de similar factura: golpeo estruendoso, más que suficiente para superar cualquier estirada.

Westerveld, el portero de la Real Sociedad, ha sido su principal víctima. Siempre que se han enfrentado, Tiko le ha marcado un gol. Está harto de adivinar la trayectoria del disparo y no alcanzarlo jamás.

Dice Carlos García, ex compañero de Tiko en el Athletic, que cada vez es más difícil contrarrestar un saque de esquina: "Te lo saca Tiko y es que no lo ves. Con que un delantero o un defensor ponga la cabeza, lo más probable es que sea gol. Lleva tal violencia que no sabes qué es mejor: si despejar o dejarlo marchar". Pues... todo lo hace igual.

Ni Assunçao ni Tiko son modélicos en la estrategia del juego. Ambos son portentos físicos, pero un tanto anárquicos. No destacan por la lectura del juego, pero lo que cae por los aledaños del área es petróleo que extraen de sus botas. En un segundo pasan del anonimato a la gloria. Ambos llevan dos goles en cinco partidos. Decisivos, singulares. Frente a la aristocracia de Beckham, Roberto Carlos o Ronaldinho, significan la clase alta del tiro libre. Algo así como el resumen de los tres grandes.

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