Marshall Rosenbluth, uno de los responsables del desarrollo de la bomba H
Marshall N. Rosenbluth, pionero en el descubrimiento y dominio de la fusión nuclear, la fuerza que alimenta al sol y las estrellas, falleció de un cáncer en San Diego. Tenía 76 años.
Rosenbluth, un hombre modesto, contribuyó en su juventud a inventar la bomba de hidrógeno, se vio expuesto a la lluvia radiactiva en una prueba nuclear y poco después se dedicó a intentar controlar el fuego termonuclear para fines pacíficos. En 1997 fue galardonado con la medalla nacional de la Ciencia, de EE UU, por sus aportaciones a la fusión nuclear y la física de plasma, el estudio de los gases con carga eléctrica caliente como los que se encuentran en el espacio interestelar y en la atmósfera de las estrellas. Conocido como el decano de la física de plasma, Rosenbluth fue líder mundial en el intento de convertir los plasmas calientes de la fusión nuclear en energía eléctrica prácticamente ilimitada. Rosenbluth, una persona amable y agradable a quien le gustaba la ópera y que de vez en cuando se fumaba una pipa, era respetado por su gran intelecto.
Nacido en Albany, Marshall Nicholas Rosenbluth se licenció por Harvard en 1946 y después hizo estudios de posgrado en Física en la Universidad de Chicago, muchos de cuyos profesores habían contribuido recientemente a inventar la bomba atómica. Le gustaba contar a sus amigos que Enrico Fermi y Edward Teller, dos grandes estrellas de la física del siglo XX, se enzarzaron en una discusión en 1949 mientras escuchaban su defensa de su tesis doctoral. "Estuvieron muchísimo tiempo discutiendo", recordaba Harold Agnew, que fue director del laboratorio de armas de Los Álamos, Nuevo México. "Finalmente, Fermi se giró hacia Teller y dijo: 'De acuerdo, aprobado'. Y después se dirigió a Marshall, quien sólo tenía 22 años, y le dijo: 'De acuerdo, usted, también aprobado".
En 1950, Teller le contrató en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, donde el joven científico realizó una investigación secreta que contribuyó a crear la bomba de hidrógeno. Teller, considerado padre de la bomba, reconoció el mérito de detalles importantes del diseño a Rosenbluth, quien se dio cuenta de que los científicos habían cometido un grave error que podía conducir a un desastre.
Rosenbluth también dedicó su energía al desafío de controlar la fusión nuclear para fines pacíficos. Durante la guerra fría abogó por los intercambios científicos con la Unión Soviética. "Cuanta mayor relación haya, menor paranoia habrá", dijo en 1985. Más recientemente se dedicó a fomentar el trabajo internacional conjunto en la fusión y la investigación física. También enseñó Física en la Universidad de California en San Diego, trabajó en el Instituto para el Estudio Avanzado de Princeton y dirigió el Instituto para Estudios de Fusión en la Universidad de Texas. Fue una figura central en el Centro Internacional para la Física Teórica de Trieste, Italia, y del Reactor Termonuclear Internacional, programa encaminado a demostrar la viabilidad del uso de la fusión para generar energía. En 1993 se jubiló como profesor emérito de San Diego.-
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