Museo del Aire

Hay un caso mucho más grave que el del Planetario. Es el del director del Museo del Aire. Estamos en el año del centenario de la aviación y en el museo había tres fondos relacionados con los hermanos Wright, quienes volaron por primera vez en 1903. Uno de ellos era una gran foto de S.M. el Rey Alfonso XIII probando en tierra un avión de la escuela que éstos pioneros tuvieron en Pau (Francia).

Por orden del director se quitó su explicación al igual que de otras piezas, tales como la de Leonardo Da Vinci, precursor genial de la aviación, el del primer derribo antiaéreo de la historia mundial hecho por España en Cuba en 1898, el barómetro de Torres Quevedo o de las exploraciones en hidroavión en Perú y Colombia del capitán Iglesias en 1933.

En el museo había dos reproducciones facsímil de los hermanos Wright, una de la patente de su avión, el Flyer, y otra de una acción de la compañía creada por su hermana Catherine para potenciar su invento. También ha quitado el verso dedicado a él por García Lorca y el de Josefa Brocero al avión Cuatro Vientos.

Dentro de pocos meses se cumplirá el 75º aniversario de la creación de la Ingeniería Aeronaútica en España. El edificio anexo al museo fue ideado por el sabio ingeniero militar Emilio Herrera y construido por el arquitecto Antonio Flórez, de ahí su parecido con la Residencia de Estudiantes, y el hangar principal del museo procede de una patente alemana Premio Europa de Arquitectura, para cuyo montaje Herrera tuvo la ayuda de Eduardo Torroja.

Pues bien, el 75º aniversario de este genial creador Herrera, a quien la República hizo general durante la Guerra Civil, el director no sólo ha ordenado retirar los textos relativos a éstos genios, sino que ha retirado también las fotos de la escafandra espacial que Herrera inventó, de la máquina fotográfica para la corona solar y su travesía del estrecho de Gibraltar con el pionero de la fotografía Ortiz-Echagüe, hecho por el que fueron nombrados "Gentilhombres de Cámara" de Alfonso XIII. Hasta la foto de su tumba con el epitafio "no le lloréis, imitadle".

Desastrosa también es la nueva colocación desordenada de los cuadros al óleo, pegados a la pared, sin la separación anterior para evitar la humedad de un hangar de 1929 y sustituidos los perfectos textos explicativos por una chapita metálica de tres palabras, con denominaciones equivocadas en varios casos, y colocadas directamente sobre el lienzo, con la corrosión que esto produce en la pintura.