Citas contra la soledad
La agencia Mai-sol organiza cenas, viajes y circuitos culturales para gente que se siente sola
Quedar con alguien a tomar café, para ir al cine o al teatro, a descubrir nuevos restaurantes, ver una exposición, ir en bici o simplemente charlar parece sencillo, pero para miles de personas es un auténtico problema. Algunas dejaron atrás la ciudad o el entorno habitual, a otras se les rompió lo cotidiano por una separación o un divorcio, otras se han visto empujadas a la soledad por la viudedad y hay quienes han militado en una vida de soledad con la que ha llegado un punto en el que no pueden convivir. Suelen pasar de los 35, una edad en la que según los expertos en psicología lo de hacer amigos es mucho más complejo de lo que parece. Un intento de romper esa soledad impuesta con cierta seguridad de que se hará junto con gente que comparte modos de entender la vida e inquietudes es Mai-sol.
Es una agencia sí, pero su objetivo, a no ser que específicamente se acuda a ella para ello, no es buscar pareja. Mai-sol, que funciona en Cataluña desde 1992, se propone, a través de coordinadores especialistas en psicología clínica y relaciones sociales, que nadie que no quiera estar solo lo esté. ¿Quiere salir a cenar con gente con la que tenga en común el amor por el cine, la naturaleza. la lectura o los viajes? ¿Quiere además llevar a sus hijos? Listo. Entre las muchas opciones de Mai-Sol está la posibilidad de que gente con inquietudes similares se conozca y forme grupos para actividades varias, desde recorrer una ruta del románico a ir a cenar a un restaurante que incluye clases de baile, desde ir al teatro o a una exposición hasta practicar deportes de aventura, desde montar cursos de vela a conocer fiestas populares de tradición histórica. Y si, además, le parece que necesita una mano para romper ciertas tendencias de aislamiento con charlas específicas, pues también se puede hacer.
Los usuarios de Mai-sol, un tipo de servicio de relaciones que ya tuvo su boom en EE UU hace una década, cuando había hasta bases de datos de gente que comía sola y buscaba con quién compartir ese tiempo o el del paseo del perro, están entre los 30 y los 50 largos, la mayoría son profesionales, muchos con hijos, que quieren sumarse a salidas, excursiones, cenas o talleres, sobre todo mujeres -porque según los responsables la mujer tiene menos vergüenza de confesar su soledad-, y especialmente motivados por la cultura.
Los grupos, según explica su director, Ignasi Mensa, "se montan en función de las propias personas que quieren intentar romper una soledad con la que ya no pueden convivir, que les ha apartado del entorno, pero siempre con la colaboración de monitores que organizan las actividades y les acompañan para supervisar que la conexión entre la gente se produce, que hay química, que se rompe el hielo y en breve son ellos mismos quienes dicen por qué no vamos aquí o a allí".
Merche Barea, monitora de los grupos que han empezado a funcionar en Valencia desde hace pocos meses, explica que "lo más sorprendente es descubrir cuánta gente con una vida pública aparentemente intensa, con trabajos atractivos y con ganas de hacer cosas está sola, no tiene nada más allá de lo laboral. Las razones son muchas, pero el modelo de sociedad que estamos consolidando empuja a ello, y mucha gente sufre por ello, no lo quiere". Merche se ha convertido en un enlace, "en una especie de organizadora de lo que más les apetece hacer". Según ella, "cuando la gente se encuentra tiene muchas ganas de hablar, de hacer de todo, te piden que les montes excursiones para conocer castillos de no sé donde, para ir a un determinado concierto, para conocer un restaurante del que han oído hablar y que tiene una particularidad, la que sea". El servicio cuesta, claro, cuota al mes en función de a cuántas cosas quiera cada cual participar y a escote cada una de ellas. "Pero luego ellos ya funcionan solos, nosotros les damos la oportunidad de salir del aislamiento, pero luego ya entre ellos funcionan solos, construyen su propia colla".
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