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El malestar de los cooperativistas

El reparto de dividendo -a la cooperativa Central Lechera Asturias (CLAS) le corresponden 2,94 millones- no ha amainado el malestar existente en el seno de esta sociedad agraria de transformación (SAT), origen y principal accionista de la compañía.

En la última junta de CLAS la gestión de Astals fue aprobada por el 62% de los votos. El 27% votó en contra y el 11% se abstuvo. El sector de ganaderos crítico con el tándem formado por Astals y el presidente de Capsa y CLAS, Jesús Sáenz de Miera, niega la autenticidad de los resultados declarados, censura la estrategia empresarial y llegó a acusar a la dirección de "falsear la situación patrimonial". Dos altos directivos de CLAS, acusados de aliarse con este sector opositor, fueron despedidos alegando deslealtad. Astals exhibió una auditoría de Pricewaterhouse Coopers que le exime de irregularidades y acaba de esgrimir otro informe, encargado por la junta rectora de CLAS a la auditora KPMG, que acredita la limpieza de la contabilidad y gestión de los últimos diez años.

CLAS está integrada por 8.000 ganaderos asturianos, pero sólo 2.655 siguen en activo como suministradores de leche. Las discrepacias se atribuyen a choque de talantes y caracteres con Astals; a la colisión de intereses de los ganaderos, que son proveedores de Capsa al tiempo que accionistas de la empresa a través de la cooperativa, y a una lucha por el poder.

El presidente y promotor fundamental de CLAS y Capsa, Jesús Sáenz de Miera, tiene 82 años y aunque tiene mandato vigente hasta 2006, la pugna por la sucesión subyace bajo las discrepancias. El sector crítico teme que Astals se consolide cuando Sáenz de Miera opte por retirarse. En diciembre unos y otros volverán a medir sus fuerzas: se renovará el 50% de la junta rectora de la cooperativa.

A Astals los críticos le acusan de querer entregar la Central Lechera Asturiana a Bongrain y de haber querido asociarse a Pascual -las conversaciones estuvieron muy avanzadas en 1999- y más recientemente a Puleva. Astals ha dicho que nunca se hará nada que no quiera CLAS. Y Bongrain se ofreció hace unos meses a abandonar Capsa si ello contribuía a la pacificación. Astals cree que lo que hay, en el fondo, es un debate conceptual entre quienes apuestan por un empresa local y los que luchan por hacer de Capsa una compañía global. La solución, en su opinión, no puede ser otra que "una empresa global que actúe localmente".

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