Un espectáculo de novillada

Gran novillada la de Torrestrella. Por fuera y por dentro; de forma y de fondo. Impecable de estampa: bien hecha, armónica, rematada, en fin. Por dibujo, esa novillada no podía fallar. Y no lo hizo. Cumplidora en varas, sin más, pero en general bien picada y sangrada. Alegre en banderillas y un lujo para la muleta. Primero, segundo y cuarto tuvieron la calidad reservada a toros excepcionales. Este último, además, encastado. Y todos de noble carácter. El tercero, el más medido de fuerzas, incomodó algo. El quinto fue muy berreón, pero con aire. El último, con el son de los toros encastados, fue más exigente.

Jesuli y Perera se acoplaron a las condiciones de los novillos. El oficio, en este caso, fue determinante. Jesuli anduvo muy a gusto con el primero y con el cuarto apostó más por fácil, no se comprometió de verdad. Perera muy centrado siempre, pisando sobre seguro pero un punto ventajista, algo perfilero. Marín no escondió la cara en sus dos novillos.