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Reportaje:EL CALVARIO DE UNA MUJER A LA QUE NADIE QUISO CREER

Una historia de prejuicios, coincidencias y errores

Dos días antes de ser detenida apareció una foto suya en el periódico. Dolores Vázquez salía de un establecimiento con un carrito de la compra. No es frecuente que la imagen de un sospechoso de asesinato se divulgue con tanta naturalidad en un momento tan delicado de una investigación, cuando el fiscal, el juez y los agentes están sopesando la decisión de privar de libertad a una persona. Da pie a sospechar que se está preparando el terreno. La espera ha sido larga: 11 meses antes había desaparecido y muerto la joven Rocío Wanninkhof. El caso ha tenido una enorme repercusión en los medios de comunicación, entre otras cosas porque se tardó algo más de un mes en encontrar el cadáver, a 32 kilómetros del lugar del crimen. Pero se acercaba el momento del éxito: la Guardia Civil no falla. El dream team de la Benemérita, los hombres del capitán Fustel, los expertos en casos difíciles (el secuestro de la farmacéutica de Olot, el asesino en serie de Castellón, el doble crimen de Villarrobledo...) habían dado otra vez en el clavo. Son gente metódica, de acreditada profesionalidad, muy reservados, muy poco amigos de los medios de comunicación. Pero alguien comete un error, alguien da un chivatazo.

El fiscal jefe de Málaga, Manuel Villén, estudia la posibilidad de solicitar el sobreseimiento de las acusaciones contra Dolores Vázquez
Se habla abiertamente de un inmenso error en las investigaciones y en el proceso judicial. Arremeten contra la figura del jurado popular

El 7 de septiembre de 2000, Dolores Vázquez es detenida. Dos días después de aquella foto, decenas de cámaras están presentes frente a su domicilio para dar cuenta del hecho. Una mujer mata a la hija de su antigua compañera sentimental. Un caso turbio, pasional, sensacional. Dolores Vázquez baja las escaleras esposada a cara descubierta. Gesto frío, aparentemente poco perturbado por la detención. "Mari, échale un ojito a mi madre", dice una vecina que dijo Dolores antes de entrar en el vehículo policial camino del juzgado. Durante un año, apenas hay otras imágenes de Dolores Vázquez: detenida, esposada, presunta culpable. Durante un año, el entorno de la víctima visita plató tras plató de televisión desempolvando viejos recuerdos, insistiendo en su carácter frío, antipático, exigente y violento. Y además es lesbiana.

5 hombres y 4 mujeres justos

Un jurado popular formado por cinco hombres y cuatro mujeres la encuentra un año después culpable de asesinato. Se seleccionan 30 personas censadas en la provincia de Málaga como candidatas a ser miembros de ese jurado. Lo habitual es que se produzcan bajas por distintos motivos, alegando cualquier excusa para evitar las dos semanas de obligatoria asistencia. Pero para este caso no se registran bajas: todos los candidatos quieren ser parte del jurado. A las 19.45 del 20 de septiembre de 2001, el portavoz lee la sentencia. Está nervioso. "Culpable de homicidio", dice. "No culpable", rectifica al segundo. El murmullo y la confusión en la sala son patentes. El portavoz vuelve a leer y rectifica: "No culpable de homicidio y culpable de asesinato". La peor sentencia.

Dolores Vázquez vive 17 meses en la cárcel de Alhaurín de la Torre, donde ahora reside un súbdito británico llamado Tony Alexander King, presunto autor cuatro años después del asesinato de Rocío Wanninkhof y de otra joven, Sonia Carabantes. Un hombre musculoso con una larga carrera por asaltos violentos y agresiones sexuales. La confesión de King y pruebas tan contundentes como una coincidencia de restos de ADN en el lugar de ambos crímenes hacen pensar que Dolores es inocente. El fiscal jefe de Málaga, Manuel Villén, estudia la posibilidad de solicitar el sobreseimiento de las acusaciones contra Dolores Vázquez. Se divulgan las indemnizaciones y reparaciones a que tendría derecho. Se habla abiertamente de un inmenso error en las investigaciones y en el proceso judicial. Se arremete contra la figura del jurado popular. La Guardia Civil y la Policía Nacional reproducen sus habituales tensiones, se disputan a codazos el derecho a interrogar a King, aprovechan la ocasión para resolver cuentas pendientes: el dream team del capitán Fustel ha fallado en esta ocasión. No obstante, el juez y el fiscal han sostenido las tesis de la Guardia Civil. El éxito es de Florentino Villabona, comisario jefe de Málaga, un hombre con pedigrí desde su paso por Algeciras, el descubridor del caso Nakachian; uno de esos comisarios a los que les gusta pisar la calle y estar en primera línea. Tanto es así que se llevó una pedrada de la multitud el día que detuvieron a King.

¿Cómo ha podido llegarse a este punto?

Septiembre de 2000. Dolores Vázquez está detenida. El abogado penalista Pedro Apalategui tiene un mensaje en su contestador. Un colega le pregunta si quiere defender a Dolores Vázquez. No responde a la llamada. Es sábado y acaba de llegar de un viaje a Ronda. Pone la televisión y, casualmente, el programa Informe semanal divulga un amplio reportaje sobre el caso Wanninkhof. Las imágenes más recientes son las de la detención de Dolores. Se da por hecho en los comentarios su culpabilidad, pero no se divulga ningún hecho que parezca una prueba determinante. A un portavoz de la Guardia Civil se le escapa un comentario que sorprende al abogado: "Vamos a ver si confiesa".

"Me sorprendió tanto lo que estaba viendo que decidí responder a ese mensaje y aceptar el encargo", recuerda Apalategui. "Pensé: se trata de un crimen a una adolescente, con mucho arraigo en un pueblo; un caso de gran repercusión. Ha transcurrido un año de investigación poco fructífera. Supongo que hay nervios en las altas jerarquías, que aprietan a los investigadores. En fin: se abre la puerta de la imprudencia. Además hay una relación de pareja entre dos mujeres. Y Dolores tiene una coartada muy poco consistente porque vive con una paralítica cerebral y está cuidando la noche de autos de una niña de año y medio".

23 indicios

Pero hay 23 indicios que señalan hacia Dolores Vázquez, dice la Guardia Civil. Sólo hay conjeturas, comentarios, testigos de dudosa procedencia, contradicciones y ninguna prueba científica, señala el abogado. "Sí, hay una prueba científica", sostienen fuentes de la investigación. "Una colilla encontrada a varios metros del lugar del asesinato, no junto al cadáver como se ha venido publicando, en una zona de paso habitual de la gente hacia la playa; una colilla que podía ser de cualquiera. La cogimos, la analizamos y para no descartarla interrogamos a mucha gente y analizamos muchas muestras de ADN, como las de todo el personal de una empresa que estuvo trabajando por la zona con anterioridad. Llegamos a localizar a algunos de esos trabajadores en Tenerife, les tomamos muestras y cotejamos. Esa colilla puede terminar siendo la salvación de Dolores. Y lo será por una buena inspección ocular".

Indicios. Junto al cadáver encuentran prendas de Rocío Wanninkhof en una bolsa de basura de tipo industrial. Dolores niega tener bolsas de ese tamaño, pero una criada confiesa que había bolsas de ese tipo en su casa. Indicios. Un testigo comenta que Dolores Vázquez solía decir que, cuando salía a correr, llevaba una navaja por si tenía algún percance. Dolores Vázquez negó tener navaja. Una vidente dice en el juicio que Dolores Vázquez estuvo en su consulta semanas antes de la muerte de Rocío y que dijo que alguien muy cercano derramaría lágrimas de sangre. Dolores siempre sostiene que la noche del crimen no salió de casa, pero una camarera del bar de enfrente confiesa que salió a comprar tabaco y que la vio muy alterada. La tarde siguiente a la desaparición de Rocío, Dolores acude a una boda. No sabe todavía, según recuerda una de las personas que la acompañaron, que Rocío ha desaparecido. Come con ansia y comenta que su madre le había dado una mala noche, que apenas pudo dormir. "Hicieron mucho hincapié en eso de comer con ansia, pero yo insistía en que Dolores siempre come así", recuerda ahora.

Otro indicio. Dolores tenía una asistenta en casa, una mujer ucrania que no hablaba muy bien el español. Tuvieron una discusión. Ella decía "no problema", y Dolores contestaba "sí problema". En un momento dado, Dolores toma una foto de Rocío, de las que se utilizaron en la búsqueda de la joven, y asesta varias cuchilladas a la imagen diciendo: "¡Sí problema!, ¡mi problema!". Esa discusión pudo producirse el 2 de noviembre, dos días antes de que se encontrara el cuerpo de Rocío y se supiera que había muerto acuchillada. Pero la joven ucrania también hablaba de que pudo producirse después de aquella fecha.

Cuestión de carácter

El asunto del coche. Un Toyota Celica rojo, con dos jóvenes en su interior, se aproxima durante la noche al lugar donde fue arrastrado en primera instancia el cadáver de Rocío. El lugar estaba vigilado por miembros de la Guardia Civil. Los hombres se dan cuenta y dan media vuelta. El hecho no tiene, en sí mismo, gran importancia, pero el coche pertenece a Dolores Vázquez y ella niega habérselo dejado a nadie. "¿Por qué mintió?", aseguran los investigadores. "Todo el mundo conocía el coche de Dolores", se pregunta el abogado. "No convirtamos una contradicción en una prueba". Lo mismo sucedió con una agente que trató de entablar amistad con Dolores: era una psicóloga de la Guardia Civil. En el juicio hizo un perfil de la acusada como el de una persona fría, exigente y con accesos violentos. Dolores niega haber conocido a esa mujer.

Hay una prueba científica, pero fracasa. Los investigadores encuentran unos restos de fibras textiles en el cuerpo de Rocío que se asemejan a las fibras de un chándal de Dolores. Un primer análisis da resultado positivo. Dolores conoce esa noticia en la cárcel. "Pero fuimos nosotros quienes pedimos un segundo análisis en nuestros laboratorios, y el examen determinó que, aunque la textura era la misma, el color no coincidía. El color podía haber cambiado por efecto del sol, pero a pesar de todo decidimos descartar esa prueba. Y eso lo hicimos nosotros".

¿Hubo una investigación errónea o precipitada? ¿Hubo una obsesión por culpar a Dolores? Los investigadores siempre destacaron el fuerte carácter de esta mujer, que permaneció fuerte durante los interrogatorios y el día que entró en la cárcel. En la Guardia Civil nadie pone en duda los métodos del capitán Fustel, su tenacidad en la búsqueda de pruebas, cómo es capaz de pasarse minutos escudriñando un cadáver descompuesto buscando cualquier pequeño detalle, un pelo, un resto de fibra. Su equipo sabe lo que es trabajar con él: durante semanas rastrean todas las calles de la costa de Mijas buscando un Ford Fiesta. Habían calculado las medidas que podía tener el chasis de un vehículo a partir de las huellas de sus ruedas donde apareció el cuerpo de Rocío. Consultan con todas las fábricas de automóviles, llegan a la conclusión de que se trata de un Ford Fiesta y rastrean toda la costa de Mijas tomando las matrículas de ese modelo de coche. Se informan en la fábrica de los nombres de todos los hipotéticos propietarios de ese modelo, buscan los residentes en Málaga y no pierden de vista a modelos con matrícula británica o pertenecientes a compañías de alquiler. Buscan entre los talleres si algún dueño de un Ford Fiesta había comprado ruedas nuevas. Semanas de trabajo. Ahora ese vehículo aparece. Cuatro años después. Lo pidió prestado Tony Alexander King a un amigo hace cuatro años, la noche del 9 de octubre de 1999. "No fue una investigación chapucera", dicen los investigadores.

Las reclusas de la cárcel de Alhaurín de la Torre reciben a Dolores Vázquez con gritos de "¡asesina!,¡asesina!". Instituciones Penitenciarias le niega cualquier permiso para ser entrevistada por un medio de comunicación durante varios meses. Dolores es una presa que no plantea problemas, recuerda un funcionario de la cárcel. Termina trabajando en el economato. "Siempre mantuvo su inocencia. Nos pidieron un informe psicológico. Era fría. Se notaba su educación inglesa, llevaba el respeto por delante". "Loli", dice una amiga suya, "siempre ha sido muy british; sus costumbres eran muy inglesas, y también su sentido de la autodisciplina, la exigencia y la educación. Cuando alguien no cumplía, podía ser muy dura, pero eso me pasa a mí también y no por ello tengo el perfil de una asesina".

"Chilla y llora"

Pedro Apalategui la visita en la cárcel. "Tengo que hacer de terapeuta. La digo: chilla y llora durante 15 minutos, luego hablamos. Ella comenzaba a chillar hasta que se relajaba. Gritaba que era inocente. Nada más conocerme me preguntó si creía en su inocencia. Le dije que no aceptaba su caso por eso".

Dolores tiene grabadas en su cabeza las palabras de los interrogadores. Lo recuerda en muchas ocasiones. "Dolores, confiesa... Te vas a quedar de piedra cuando veas lo que dicen tus cómplices... Confiesa... Te va a meter un juez en la cárcel..., un jurado te condenará, ni tu abogado te va a creer y... luego... un juez profesional te sacará de la cárcel... Confiesa".

Diecisiete meses en la cárcel. El 25 de septiembre de 2001, pronunciado el veredicto del jurado, el juez la condena a 15 años de cárcel y 18 millones de pesetas de indemnización. Pero el 1 de febrero de 2002, el Tribunal Superior de Andalucía ordena repetir el juicio por no estar motivada la sentencia. Siete días después, Dolores puede regresar a casa a la espera de un nuevo juicio. Vive casi encerrada en su domicilio, dedicada al cuidado de su madre. Nadie la molesta, pero no llega a hacer una vida normal. Una amiga le dice: "Perdona que no te visite a tu casa, pero a la mía puedes ir cuando quieras".

Un mes antes de esa nueva cita ante la opinión pública, Tony Alexander King confiesa que asesinó a Rocío Wanninkhof. Hay pruebas de ADN en su contra. Pero la pesadilla de Dolores no acaba: se divulga que King trabajó con ella en el hotel El Sultán, que ambos se conocieron en el pasado. "Nunca insinuamos nada parecido porque en su tiempo barrimos toda la gente que trabajó en el Sultán y sabemos que King no pasó por allí", dicen los investigadores. Pero el rumor se filtra, en medio de la tensión creciente entre policías y guardias civiles, con la prensa británica desembarcando en la Costa del Sol bien provista de libras para comprar cualquier exclusiva.

"Vi lo que estaba pasando y me temí lo peor, que comenzaran a involucrarla otra vez. Así que la llamé y la dije que había que convocar una conferencia de prensa. Se negó. Así que la dije: 'O lo haces, o dejo el caso'. Y entonces ella me contestó: 'Pero es que no tengo preparado el jardín para recibir a nadie". Así es Dolores, fría y muy british.

Dolores Vázquez, acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof, comparece ante la prensa para insistir en su inocencia.
Dolores Vázquez, acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof, comparece ante la prensa para insistir en su inocencia.EFE

Las contradicciones de Tony Alexander King mantienen abierto el caso

LA CONFESIÓN del británico Tony Alexander King tiene dos frentes: debe aclararse su grado de participación en dos muertes, la de Rocío Wanninkhof, en 1999, y la de Sonia Carabantes, en 2003, además de al menos tres intentos de agresión entre un hecho y otro. En el caso de Sonia Carabantes las pruebas científicas parecen irrefutables, tanto en lo que afecta a las muestras de ADN como a las numerosas manchas de sangre en el vehículo de King.

Sin embargo, en el caso Wanninkhof, la prueba científica es una colilla, pero la memoria de King ofrece algunas contradicciones. La Guardia Civil trabaja intensamente en la comprobación de los datos que ha ofrecido y en la hipótesis de si tuvo alguna ayuda o hubo una segunda persona que lo encubriera. Los análisis del Ford Fiesta que King utilizó para trasladar el cadáver de Wanninkhof siguen su curso, pero sus recuerdos de aquel supuesto traslado son algo contradictorios. King manifestó en los interrogatorios que prendió fuego al cadáver de Rocío cuando ese hecho no se produjo. Tampoco supo aclarar muy bien qué recorrido hizo ni cómo depositó el cadáver. según fuentes de la investigación, King mencionó en algún momento que apuñaló a Rocío reiteradamente en el estómago porque se resistía, cuando fue en la espalda, y, según los investigadores, probablemente en ese momento la joven ya estuviera muerta, producto de una puñalada en el pecho. Los investigarores se inclinan a pensar en estos momentos que quizá King no fue quien hizo el traslado del cadáver. En cuanto a Dolores Vázquez, la Fiscalía de Málaga estudia declarar su inocencia.

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