Agotados
Los toros de Parladé nacieron cansados y llegaron a la plaza agotados. La verdad es que eran guapos y nobles hasta la desesperación; tan dóciles que daban lástima. Total, el toro de hoy, sin casta, ni codicia, ni agresividad, ni poderío, ni nada de nada.
Que conste que no hubo tercio de varas. Salieron los picadores, simularon altanería, picotazo va, picotazo viene, y se acabó. Tampoco hubo toreo de capa. Capotazos, sí, muchos pero burdas imitaciones.
Y de muleta no estuvo sobrada la tarde. Lo mejor surgió de las manos de Dávila Miura, aunque no fue para tirar cohetes. Su labor en el primero fue aseada, bonita y pinturera, pero de escaso fondo por la nula codicia del animal. Le dieron una oreja por una faena que, como mucho, fue de vuelta al ruedo. Una tanda de derechazos largos y hondos a su segundo, el toro de más brío, fue lo mejor de la tarde. Comenzó por el lado izquierdo y su toreo resultó rápido y sin reposo; se dejó enganchar la muleta al final y mató con prontitud. Le pidieron las dos orejas -¡Maestranza, quién te ha visto y quién te ve!- y la cordura del presidente impidió lo que hubiera sido una auténtica desvergüenza. La Puerta del Príncipe debe ser para las grandes ocasiones. Ferrera y Fandi sólo se lucieron, más el segundo en banderillas. Muleta en mano, ambos resultaron superficiales y espesos.
Parladé / Ferrera, Dávila, El Fandi
Toros de Parladé, desiguales de presentación, nobles, sosos y muy blandos. Antonio Ferrera: metisaca en los bajos (silencio); pinchazo y casi entera (silencio). Dávila Miura: pinchazo y estocada (oreja); estocada tendida (oreja). El Fandi: estocada (ovación); dos pinchazos y un descabello (silencio). Plaza de la Maestranza, 26 de septiembre. Primera corrida de la feria de San Miguel. Media plaza.
Babelia
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