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VISTO / OÍDO
Columna
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Peripatético

Se insiste en que Aznar dedicará su vida de después de la muerte -la salida del Gobierno- a la Fundación que ha creado: una Academia de pensamiento político, de análisis y de vocabulario. No sé qué es peor. Sus manifestaciones ante la Asamblea General, y en la conferenzuela sobre terrorismo que ocurrió antes, son de su arte de pensar, y se refieren a la necesidad de no creer nunca en las razones del enemigo, y en la definición de enemigo como aquel que perjudica directamente al que tiene la fuerza. No digo que sea algo nuevo: lo desolador de este tiempo es que sea igual a los recién pasados, y esos igual a los remotos. Este pensamiento de nuestro peripatético no tendría interés si no tuviera detrás un segundón como Bush, por cuya reelección hace oraciones públicas. Se abrazan y besan: pero el más alto nivel de la palabrería es el de nuestro tipo. La forma en que apoya la "guerra preventiva" es muy significativa; y aquí es peligrosa para muchos. Nada más razonable en la selva moral: antes de que me mates, te mato yo. La derivación del posmodernismo consiste en advertir que todo el mundo puede matarme: habrá que matar a todo el mundo. Aquel que no piense en matarme no es inocente: puede creer en otros que quizá sí quieran, y habrá que eliminarme. Lo digo en primera persona por dar a esta figura mayor penetración. Desarrolla la idea de que se deben mantener ciertos valores fundamentales, pero negárselos a los demás: patria o religión, dice el fundador de la Fundación, valen para nosotros; los enemigos no tienen semejante cosa, y por tanto no hay por qué buscar sus razones, porque son falsas. Lo que son es terroristas, y en esa definición aznárida, luego copiada por Bush, está incluido el hecho de que el terrorismo es una fuerza natal, una aberración de la naturaleza. Nada tiene que ver el hambre, la opresión, la privación de libertad; ni se debe indagar, porque entonces se cae en debilidad, y el débil cae. Y sobre estas piedras mentales fundará Aznar su Academia.

(Peripatético: que va, hablando, de un lugar a otro. Otro sentido: aristotélico, porque aquél paseaba explicando su doctrina. No vale en este caso: éste no es aristotélico. Lo que le faltaba).

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