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Reportaje:

El libro en su marco natural

La librería Babel, de Castellón, se alza con el premio a la mejor librería española de 2003

María Fabra

Poner al libro en su marco natural, que es la cultura, y facilitar el acceso de todo el mundo a todos los libros. Esos son, según el gerente e ideador de la librería Babel, Pere Duch, sus únicos, y no fáciles, logros. Babel ha conseguido, desde Castellón, lo que ninguna otra librería de la Comunidad Valenciana. Ha conseguido los dos grandes premios que otorgan, a nivel nacional, los dos gremios más vinculados a este tipo de establecimientos, los libreros y los editores. Hace cuatro años, la librería obtuvo, en su primera edición, el premio a la Librería Cultural, otorgado por los libreros y el Ministerio de Cultura. Ahora se ha alzado con el galardón, que anualmente conceden los editores, a la Librería del Año. Sólo otros libreros en la Comunidad Valenciana habían obtenido este último reconocimiento y fue la centenaria librería Llorens de Alcoi.

"No hemos inventado nada", asegura Duch, "pero ya en 1995 yo presenté, en un congreso, la primera reflexión teórica sobre el modelo de librería cultural", cuando Babel contaba, según el propio Duch, con un "precedente claro" en la capital de La Plana: Ares, una librería a la antigua usanza, regida por Domingo Casañ, que, en la trastienda, reunía a los protagonistas de la vida cultural castellonense.

La recolección de aquella y otras experiencias maduró hasta presentarse como actualmente se muestra Babel: un espacio de cerca de 800 metros cuadrados, con cuarenta secciones temáticas, en el que se organizan alrededor de dos centenares de actos culturales anualmente.

El premio a la Librería del Año se otorga como reconocimiento al trabajo cotidiano de los libreros, con el fin de que las librerías se conviertan en espacios de difusión cultural y diálogo, a través de la adecuada atención a los lectores y con un trabajo profesional sobre los fondos bibliográficos. Por ello, Pere Duch valora, en dos ámbitos, el reconocimiento obtenido. Por una parte, las cuestiones más técnicas como son la exhibición de los volúmenes y el "juego de equilibrio" que se ha de hacer entre las grandes ventas y los buenos y modestos libros que quieren hacer salir del anonimato. Para ello, el local tiene reservada una de sus mesas de exposición al que denominan "libro del mes", en el que se exhiben textos reservados, en otros espacios, para minorías. Además, realizan campañas monográficas sobre temas de interés. Por otra parte, se encuentra el ámbito más cultural, que no se limita a convertir la librería en escenario de presentación de libros, sino que alberga también conciertos, exposiciones, conferencias, charlas y coloquios. Los cuentacuentos o las campañas solidarias son, según Duch, otros motivos para que la gente "pierda el respeto a la librería y acabe abriendo un libro y comprándolo" y que se consigue con una programación estable que da espacio también a movimientos asociativos. "La cultura no es algo añadido en las librerías, sino que es su marco natural", reitera.

Y, en objetivos, no debe ir muy desencaminado ya que, además de los reconocimientos obtenidos, el modelo ha sido copiado en librerías de Logroño, Oviedo y Valladolid, desde donde les comentaron su inquietud por exportar el "estilo" de Babel. También en estos centros se ha llegado a acuerdos de colaboración externa con entidades bancarias, que dan soporte a las actividades.

Sin embargo, Pere Duch lo tiene claro: "Una librería no se mantiene con premios sino que es la gente, que viene a comprar, la que permite que siga abierta".

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