"El pensamiento creador siempre es el que emerge tras atravesar una profunda crisis"
Pedro Cerezo, catedrático de Filosofía de la Universidad de Granada, ha publicado recientemente el libro El mal del siglo. El conflicto entre Ilustración y Romanticismo en la crisis finisecular del siglo XIX, en el que analiza las razones de esta situación. Aquí habla de aquel momento y lo pone en relación con el final del siglo XX. El libro comienza negando la denominación de Generación del 98.
Pregunta. Usted niega la denominación de Generación del 98, ¿Por qué?
Respuesta. En principio, porque ese rótulo, puesto por Azorín, fue muy precipitado. La etiqueta buscaba inventariar el pensamiento de los jóvenes críticos radicales a partir del desastre del 98. Pero, de hecho, la crítica literaria ha visto que las raíces de ese pensamiento no están tanto en una crisis autóctona española sino en todas las de fin de siglo, en lo que ya se comenzaba a llamar modernismo. La gran filosofía y la gran literatura española de finales del siglo XIX no se explican a partir de la crisis del 98, sino a partir de una crisis mayor.
P. ¿Considera que aquella crisis fue una crisis más mundial que española?
R. Europea. De ahí que yo en lugar de Generación del 98 prefiero hablar de la Generación fin de siglo, dentro de lo que considero un concepto más amplio como es la crisis de fin de siglo. Una crisis radical que afecta a toda Europa.
P. ¿Cuáles fueron los motivos de esa crisis?
R. Más que una crisis, hablamos de muy diversas crisis. Hay una de carácter político, relacionada con la crisis del liberalismo ante la idea de democracia como una idea más comprensiva y que ponía en cuestión ciertas premisas liberales. También hay una crisis religiosa, ante el avance de la ciencia y el positivismo filosófico. Hay también una crisis social, por la insuficiencia de las conquistas liberales ante las nuevas reivindicaciones de los movimientos obreros. Hay una crisis literaria por quiebra del modelo del naturalismo. Hay una serie de crisis en profundidad que se consuman en el fin del siglo y se potencian entre sí.
P. ¿Parece que hemos avanzado poco desde aquel fin de siglo a este que acabamos de pasar?
R. Comencé a escribir este libro precisamente en 1998 para hacer ver que, de algún modo, los dos fines de siglo repiten crisis análogas hasta cierto punto. De todas formas, hay que tener precaución ante el demonio de las analogías que no siempre están bien fundadas.
P. ¿Pero pueden encontrarse analogías entre los dos finales de siglo?
R. Sí las hay y mi interés es explicitarlas. Esa afinidad común no la veo yo tanto en esas múltiples crisis, como en que todas se condensan en una sola, a la que yo llamo la crisis del nihilismo. Esta crisis, única y de condensación, sí tiene que ver con la que se ha vivido luego al final del siglo XX.
P. ¿En qué consiste esa crisis síntesis de todas?
R. Consiste básicamente en la tensión entre el pensamiento racionalista, de inspiración ilustrada, y un pensamiento vitalista, antiintelectualista que en el fin de siglo representó el tardo-romanticismo y que hoy día representa el pensamiento crítico de las postmodernidad. Entiendo el nihilismo -cuyas raíces están en el pensamiento de Nietszche- como el gran asalto al pensamiento intelectualista de occidente por el que pensaba que la razón humana tiene la clave para la interpretación y resolución a los problemas de la vida.
P. Y estas crisis filosóficas e intelectuales, ¿Cómo se manifiestan en la sociedad, en la vida de la gente?
R. La primera repercusión de estos fenómenos no cabe duda de que cae siempre en las élites culturales, en forma de pesimismo orgánico, escepticismo, agonía vital... Luego, esta falta de creencias y códigos de valor seguro se refleja en la vida cotidiana, en la experiencia del hombre ordinario, en forma de abulia, tedio, cansancio, desorientación, banalidad de la vida...
P. ¿Qué tienen los finales de siglo que no tengan los mediados de siglo?
R. Yo creo que no se puede vincular de modo unívoco el fin de siglo con la conciencia de una crisis, aunque algunos lo han hecho. Entre otras cosas porque los siglos no están pautados. La división convencional del tiempo de los relojes no equivale al tiempo histórico.
P. ¿Qué relación hay, en la Generación del 98, entre filósofos y literatos?
R. En realidad son los mismos. Son tantos literatos como filósofos y no podemos separar ambas cuerdas. Unamuno, Ganivet, Azorín, Valle Inclán, Maeztu o Baroja son los que forman el pensamiento del modernismo filosófico que es también modernismo en literatura. Ellos representan el horizonte que se despeja a partir de la crisis, o mejor, de las múltiples crisis.
P. ¿Es necesario una crisis para animar al pensamiento?
R. Sin duda, el pensamiento creador siempre es el que emerge después de haber atravesado una profunda crisis. Lo demás es un pensamiento inercial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.