_
_
_
_
_
Reportaje:VUELTA 2003 / 15ª etapa

"¡Cómo va Valverde!"

La última maravilla del ciclismo español enamora a todo el mundo

Carlos Arribas

"¡Hombre de poca fe! ¿No te dije que apostaras por Valverde? ¿No te dije anoche que iba a ganar la etapa?" José Luis Laguía recriminaba, feliz, al escéptico amigo que no había creído su soplo, que no había creído que Alejandro Valverde, la última maravilla del ciclismo español, un Jalabert rejuvenecido, revivido con acento murciano y menos pelo, un Vandenbroucke sin necesidad de psicoanalista, podría ganar en la cima de la Pandera, el puerto más duro de la Vuelta. "Estaba todo previsto", continúa, sobrado, Laguía, el director del Kelme que diseñó junto al audaz y combativo Vicente Belda la estrategia ganadora de la jornada, lo que podría denominarse el feliz acoplamiento de la pareja Sevilla-Valverde.

Más información
Nozal supera el último escollo

Huele a colonia "nenuco" en la meta -los auxiliares con grandes manoplas frotan los cuerpos sudorosos de los exhaustos corredores que miran sin ver a su alrededor, que mordisquean un bocadillo, que dejan vagar el pensamiento buscando la nada- y los directores hablan en corros mientras esperan a que llegue el último pelotón-grupetto y puedan empezar a bajar los coches por donde han subido los corredores. Hablan de tácticas, de lo que podría haber sido y no fue, de lo que fue y no debería haber sido. Bruyneel, del US Postal, celebra que Cárdenas, el colombiano-lapa que está por todas partes, independiente, anárquico, derrochador y derrotado, no haya ganado la etapa después de negarse a colaborar con su Heras en el intento. Heras, el ágil bejarano al que se le hizo demasiado corto su terreno, se suma a la celebración. "No sé cuánto tiempo más de ventaja habría conseguido sobre Nozal, pero seguro que algo sí, porque cuando alcancé a Cárdenas éste ya se había recuperado y estaba fresco", dijo Heras. "Por eso casi me alegré cuando llegó Valverde y le ganó la etapa".

"Es que", analiza Belda, "a muchos la táctica se la hacen los de las radios, y como venían oyendo que era imposible que Valverde alcanzara a Heras y Cárdenas, pues éstos, que al final sólo pensaban en ganar la etapa, se han quedado con dos palmos de narices". A Belda su instinto atacante en todos los terrenos -al volante, frente a los micrófonos, en las habitaciones- no se lo apagó ni la tristeza de la etapa, autovía abajo hasta Jaén. Su equipo aceleró en la ciudad andaluza y Sevilla, acomodado sin recordárselo a todo el mundo a su papel de ayudante, añadió la genial intuición de atacar para deshacer a los demás equipos y luego de llevarse a rueda a Valverde. Después, la faena fue cosa del chaval de Las Lumbreras, que cómo va.

"¡Cómo va Valverde!", fue el único comentario, admirativo, de Francisco Mancebo, una frase para acabar con todas las disquisiciones tácticas. Mancebo iba quinto, pero Valverde le ha adelantado y le ha dejado sexto. Mancebo, que va a tope siempre que puede y parece que nunca puede ir más allá, pero siempre puede y nunca dobla la rodilla, se estimula por las noches manejando la play station y releyendo "La isla del tesoro". Vuelve a vivir con Stevenson el fin de la inocencia del niño que debe tomar decisiones dolorosas, y también que el malo nunca es tan malo como aparenta. Tiene 27 años y le dice al romántico que le anima: "Pero no seas ingenuo a tus años. ¿No creerás que todo es lo que parece?".

Alejandro Valverde a su llegada a la meta de la sierra de la Pandera.
Alejandro Valverde a su llegada a la meta de la sierra de la Pandera.EFE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_