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Reportaje:BALTASAR MARTÍNEZ DE COMPAÑÓN | AVENTUREROS Y VIAJEROS

Visita a la diócesis de Trujillo

La visita pastoral que realizó Baltasar Jaime Martínez de Compañón y Martínez de Bujanda a finales del siglo XVIII a su diócesis de Trujillo duró casi tres años y fue en gran medida un viaje de exploración de un extenso territorio del Virreinato de Nueva Granada. Nacido en enero de 1737 en la localidad navarra de Cabredo, estudió Filosofía, Derecho y Teología y se ordenó sacerdote en 1761. Al abandonar la Universidad de Oñati le encontramos como canónigo en Santo Domingo de la Calzada y luego en las diócesis de Salamanca y Santander. Se trasladó a América, ocupando diversos puestos en la administración eclesiástica del Perú.

Fue nombrado obispo de Trujillo, ciudad que veinte años antes había sufrido un terremoto que la destruyó en gran parte, y se hizo cargo de su diócesis en mayo de 1779.

La visita pastoral de Compañón se inicia en enero de 1780, aunque es a partir de junio de 1782 cuando emprende el recorrido por el vasto territorio por el que se extendía la diócesis. La comitiva que le acompañaba está integrada por un misionero, un capellán, un fiscal, un notario y un amanuense, además de varios porteadores.

Partió de Trujillo por el camino real que ascendía a la sierra andina por Chiclana y Contumaza. Debió de pasar por la villa de Cajamarca, deteniéndose en Celendín. De allí descendió al valle del río Marañón para llegar, dos meses más tarde, a la provincia de Lamas. Una vez allí regresó hacia el oeste por la provincia de Chachapoyas siguiendo el valle del río Utcumbamba, para remontar de nuevo los Andes en dirección noroeste hacia la provincia de Piura, a donde llega en 1783 y desciende a su capital en julio de ese año.

A continuación sigue su recorrido por la costa, atraviesa el desierto de Sechura, llegando en enero de 1784 a la ciudad de Saña. De allí remonta de nuevo los Andes hacia Cajamarca, visita las minas de Hualgayoc y se dirige hacia el sur de la provincia de Huamachucho para terminar, en marzo del año siguiente, en el pueblo costero de Santiago de Cao. A su llegada, escribía al virrey comunicándole que había recorrido tantas o más tierras "como las que hay desde el Rin en Alsacia hasta Belgrado en Ungría entrando en este espacio el Palatinado, la Boémia, la Baviera, y el Austria con el Tirol". "En el discurso de dos años, ocho meses, y diez y ocho días apenas hé cesado el día y noche de dar bueltas", subraya.

La actividad realizada a lo largo de esta prolongada visita no se limitó a la labor pastoral. En ella llevó a cabo un plan reformador que comprendía aspectos de la vida civil y económica. Supuso la formación de 29 expedientes documentales sobre la constitución de 42 nuevos curatos, 37 para la fundación de escuelas, 3 para la erección de un hospital y tres casas de educación, 17 sobre el traslado de seis pueblos y construcción de trece, tres puentes y tres acequias y uno sobre la mejora de las minas de Hualgayoc, es decir un total de 87 expedientes aparte de los informes por escrito realizados por sus curas y los mandatos y autos dejados por él en cada lugar.

Compañón realizó una visita a su extensa diócesis que duró cerca de cuatro años, de 1782 a 1785, y tuvo dos vertientes: por un lado, el aliviar la postración de su feligresía. Participó en la fundación de veinte pueblos y trasladó otros a ubicaciones idóneas. Una de estas localidades se llamó Aranzazu. Levantó escuelas e hizo construir más de un millar de kilómetros de caminos y veinticinco de canales para riego, e introdujo nuevas semillas. Su labor fue complementada por una recogida de datos de diverso tipo: flora, fauna, folclore, yacimientos precolombinos.

Un obispo ilustrado

José Manuel Groot retrata al obispo Martínez de Compañón como "uno de los prelados más laboriosos y prudentes de Nueva Granada". Fue ingente su actividad, dice, "no sólo en el cumplimiento de sus funciones eclesiásticas, sino también como colaborador valiosísimo del virrey don José de Ezpeleta Galdeano [también navarro] en materias de educación, beneficencia y obras públicas, sin omitir el entusiasmo de uno y otro por la realización de la Flora de Bogotá", emprendida por el sabio naturalista Celestino Mutis. Elogia e ilustra Groot con diversas anécdotas las virtudes personales del obispo, su sentimiento del deber, lo humilde y sobrio de su vestido y mesa, austeridad que sabía hacer siempre compatible con la dignidad de los actos de su representación.

A causa de sus servicios fue propuesto para ocupar una silla episcopal en España. Sin embargo, antes de que pudiera volver, murió en Santa Fe de Bogotá el 17 de agosto de 1797. Martínez de Compañón fue miembro de la Real Sociedad Bascongada y ejemplo de la Ilustración americana.

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