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LA DEFENSORA DEL LECTOR
Columna
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Crónicas por televisión

Hay dos quejas frecuentes que afectan a los contenidos de la sección de Deportes de EL PAÍS y que están íntimamente relacionadas entre sí. Una, que presentan muchos lectores que viven en países europeos y también en distintas comunidades españolas, seguidores de las ediciones de Europa y Nacional, es la ausencia de determinadas crónicas o resultados de los partidos de fútbol, especialmente cuando se juegan los sábados a última hora de la tarde. Es el caso del andaluz Ricardo García Pérez, o del castellano-manchego José Luis Loarce, que se han quejado del "hurto" de informaciones a las que tienen derecho y del "desprecio al lector de provincias". La otra se refiere también a las crónicas de partidos de fútbol, y en menor medida de baloncesto u otros acontecimientos, hechas por televisión, que aparecen en el periódico sin datar y que han ido en aumento. Ambas tienen mucho que ver con la explosión del deporte en España y los cambios sufridos en los últimos tiempos en los horarios de los partidos de fútbol por presión de las todopoderosas televisiones. Y también, no hay que ocultarlo, con la complicada producción de EL PAÍS, con 13 ediciones diferentes y tempranos horarios de cierre.

Eduardo Cornejo, estudiante de periodismo de Madrid, se quejaba, a principios del verano, de que el periodista firmara una crónica de un partido de baloncesto de la NBA sin haberlo presenciado en directo. "Según me enseñan en la facultad, debería especificar que lo ha visto por televisión. Sólo cuestión de ética. Pero dudo mucho de que llegara a verlo por la pequeña pantalla, puesto que habla del partido supuestamente jugado en San Antonio, y el partido se jugó en New Jersey (EE UU). Ya que no ha visto el partido, al menos moléstese en informarse de dónde se jugó. ¿Cómo me voy a poder informar con confianza sobre lo que cuenta el periodista si sé más que él sobre un espectáculo que no he visto?".

Para evitar más equívocos con las crónicas televisivas sin data, esta Defensora acordó con la sección de Deportes, el pasado mes de julio, que, como establece el Libro de estilo con carácter general -no contempla esta casuística-, estas crónicas también se datarán en el lugar donde se escriben. Parecía así fácil deducir, por poner un ejemplo, que si un partido se firmaba en Madrid y se había jugado en Soria, la crónica estaba hecha por televisión. Pero las protestas han continuado...

La cuestión, vista desde fuera, parece fácil de solucionar, pero no lo es tanto cuando se conoce el endiablado calendario y horarios actuales de los partidos, a veces con varios acontecimientos simultáneos, lo que, en la práctica, hace muy difícil que todos puedan cubrirse en directo, como explica el redactor jefe de Deportes, Santiago Segurola. Su respuesta, que abarca ambos problemas, es bastante más larga de lo habitual, pero merece la pena leerse completa, puesto que resulta muy ilustrativa de las crecientes dificultades que tienen que afrontar los periodistas de Deportes. Porque, se lo puedo asegurar: no poseen el don de la ubicuidad, y las plantillas de personal nunca crecen al ritmo que los redactores desean...

Sí vio el partido

"El lector tiene razón", dice Segurola, "en dos aspectos: el partido firmado por Alberto Cabello se disputó en New Jersey y el periodista, colaborador del diario, no estuvo presente en la cancha de Meadowsland. Como redactor jefe de Deportes, consideré necesario informar de la serie final de la NBA, como corresponde a un campeonato con un acreditado seguimiento en España. Sin embargo, no me pareció oportuno solicitar el desplazamiento de un redactor a la final. El duelo entre los Nets de New Jersey y los Spurs de San Antonio no merecía, en mi opinión, el gravoso gasto de un viaje de dos semanas a Estados Unidos. Alberto Cabello, periodista de larga experiencia en la información de baloncesto, se ocupó de la cobertura de la final. Naturalmente, se valió de la televisión, pues los partidos fueron emitidos por Canal +, pero también utilizó otros medios para complementar la información. Hubo un error, no corregido en la edición de la crónica, en la ubicación del escenario del partido. Por supuesto, el periodista vio el encuentro en cuestión, en contra de lo que alegremente aventura el lector. Con respecto a la ausencia de la data en la firma, se siguió el procedimiento habitual cuando las crónicas se hacen a través de televisión: no hay data, ni se añade que el partido ha sido visto por televisión. A pesar de todo, y tras recibir la queja del lector, la sección de Deportes atendió, durante el verano, la recomendación que hizo la Defensora del Lector de datar todas las crónicas. Lejos de resolverse el problema, se agravó. Hay un ejemplo muy reciente. Con ocasión de la eliminatoria previa de la Liga de Campeones, disputada en agosto, el Deportivo de La Coruña jugó en Trondheim (Noruega) frente al Rosenborg, y un día antes, el Celta se enfrentó al Slavia de Praga en Vigo. Tanto Xosé Hermida como Pablo Campos, los periodistas que se ocupan habitualmente de la información de los equipos gallegos, estaban de vacaciones. El redactor Óscar Sanz viajó a Galicia para cubrir la información del primer encuentro. Envió la crónica desde Vigo y allí permaneció un día más para seguir, a través de la televisión, el partido del Deportivo en Noruega, puesto que el encuentro sólo se emitía por el canal autonómico gallego. Óscar Sanz envió la crónica desde Vigo y allí la dató, con las consiguientes protestas de varios lectores de A Coruña".

Grandes cambios

"Estos problemas", continúa Segurola, "tienen una raíz más profunda, relacionada con los cambios que se han producido en el deporte y en el interés del periódico en ofrecer a sus lectores la mejor información posible. Los cambios son numerosos y sustanciales. Su efecto es enorme en la sección de Deportes de EL PAÍS. Por un lado, España se ha convertido en una potencia deportiva de primera magnitud mundial, lo que obliga a un esfuerzo informativo enorme para un periódico de información general. Por otra parte, el deporte, y muy especialmente el fútbol, está cada vez más asociado a las horas de mayor audiencia televisiva. Es decir, la franja que discurre entre las 20 horas y las 23.30. La actividad deportiva, que hace pocos años era casi exclusivamente vespertina, se ha convertido en nocturna, dato que choca frontalmente con el ritmo de producción del periódico, cuya primera edición, la de Europa, se cierra a las 22 horas. Una hora más tarde se cierra la edición nacional. A las 23.30, aproximadamente, se cierran las ediciones regionales. A la una de la madrugada les llega el turno a las ediciones de Madrid y Barcelona. El dilema es cómo ofrecer el mejor producto informativo posible en condiciones tan extremas, con cambios constantes y rapidísimos de ediciones, con partidos recién terminados o sin finalizar, en márgenes estrechísimos de minutos para escribir las crónicas, enviarlas, editarlas y ponerlas en página. En la temporada de fútbol y baloncesto, esto ocurre no menos de cuatro días a la semana, en ocasiones con seis y siete partidos nocturnos en el mismo horario. El uso de la televisión es decisivo para satisfacer a los lectores. Con la ayuda de la televisión se escriben crónicas en la Redacción que generalmente se cambian cuando se reciben las que envían los periodistas que han acudido a los estadios. El proceso de cambios es vertiginoso, casi demencial, a veces con consecuencias desagradables. En varias ocasiones se han producido errores con las datas por la premura de tiempo en la edición de las informaciones. Crónicas que habían sido escritas y enviadas desde los estadios, muchas veces desde el extranjero, aparecían en la ficha como efectuadas con la ayuda de la televisión. Para limitar riesgos de este tipo, evitar confusiones innecesarias y ofrecer a los lectores la mejor información posible, se decidió eliminar la data en las crónicas por televisión.

Además de conspirar contra los periódicos, el horario nocturno del fútbol, y de una creciente mayoría de deportes, afecta al producto que reciben los lectores, muchos de los cuales se quejan por la ausencia de resultados y de crónicas en algunas ediciones, las primeras que se cierran. Evidentemente, no es posible ofrecer información de un acontecimiento que no ha terminado, o que no ha empezado. El periódico trata de aliviar el problema con la publicación, un día después, de los resultados y las crónicas. No es una tarea sencilla. Algunas veces los lectores han protestado porque se han repetido informaciones. Es decir, han vuelto a leer lo ya publicado el día anterior. Esto sucedió, por ejemplo, con ocasión del partido Barça-Sevilla, jugado este mes, que terminó a la 1.30 de la madrugada. En algunos lugares de Andalucía se recibió información del partido, pero en otros no hubo manera debido a lo tardío de la hora. Al día siguiente se recuperó la crónica del partido para toda la edición de Andalucía: muchos lectores ya la habían leído. Las quejas fueron abundantes. Para evitar errores de esta clase, hemos recibido la instrucción de acotar cada cierre de edición, fijando exactamente los partidos que se incluyen en cada una de ellas, sin posibilidad de variación, por importante que sea el acontecimiento".

Sin data

Félix Monteira, subdirector del periódico, detalla la decisión adoptada. "En las ediciones para Europa y Nacional no entrarán las crónicas de los partidos que comiencen a partir de las 21 horas. La práctica anterior, meterlas de alcance -haciendo una parada técnica de la rotativa-, nos ha llevado a situaciones caóticas, entre ellas, llegar un día tarde al quiosco. Así que estas informaciones se recuperarán al día siguiente.

En cuanto a la data de las crónicas televisivas, el asunto ha sido ampliamente debatido en la sección de Deportes y ha merecido la consulta con los subdirectores, director adjunto y director del periódico, que han estado de acuerdo en manejar la fórmula que explica Monteira: "Cuando la crónica responde a la transmisión televisiva irá firmada con el nombre o las iniciales del periodista. La data se añadirá para certificar que ha sido hecha en directo".

Ya lo saben ustedes. Crónica que vean sin datar, crónica que está hecha por televisión.

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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