_
_
_
_
DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2003 | 14ª etapa
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Limando

El otro día se publicó en EL PAÍS una crónica titulada "Oficios de ciclista", la realidad oculta de una parte del pelotón; cómo algunos mientran dan pedales sueñan con su camión, con su zapatería, con las oposiciones para bombero o con ese carnet para guiar helicópteros.

Pero no sé muy bien por qué, quizá no se quería abrir ninguna herida sangrante, pero se omitió el que seguramente sea el oficio más popular entre los integrantes del pelotón. En el caso de algunos es vocacional, mientras que otros hemos aprendido el oficio poco a poco, a base de práctica día a día, pero tienen ustedes que saber que en el pelotón por encima de ciclistas lo que de verdad somos es limadores. Y claro, tan profesionalizado que está el circo éste, no se esperen que seamos de esos que van con la lima de mango de madera en el bolsillo del maillot. Qué va -aparte, tampoco cabe-, aquí lo que se lleva es limar con las ruedas ayudado por los codos abiertos a más no poder e incluso hasta con las rodillas.

Más información
Fábulas italianas

Nosotros lo único que necesitamos para limar son los frenos de la bicicleta; bueno, perdonen, mejor dicho, eso es precisamente lo que no necesitamos, porque si los utilizas como es debido quiere decir que no vales para ésto. Dedícate a otra cosa, que lo tuyo no es ser limador. Cuando nos acercamos a meta, ustedes nos pueden ver en plena acción desde la toma cenital del helicóptero. Justo en ese momento en el que se preguntan: ¿pero cómo pueden ir tan rápido y tan juntos sin caerse?. Pues sí, premio, porque han acertado la respuesta, limando.

Y lima que te lima, van pasando los kilómetros hasta que a uno se lo ocurre limar más de la cuenta, y entonces la caída pasa de ser una amenaza a ser una realidad. Y ojo, que nadie se me cabree, que aquí limar limamos todos. Bien es cierto que unos más que otros, que unos limamos sólo al final de carrera, y otros parece que le han pillado el gusto porque liman hasta en los kilómetros neutralizados. Pero no hay nadie libre de pecado porque antes que ciclistas, somos auténticos y experimentados limadores.

Pedro Horrillo corre la Vuelta con el equipo Quick Step

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_