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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Lázaro descongelado

Lázaro es el que resucita. Ha regresado del mundo de los muertos después de un misterioso viaje. Ha conocido el más secreto de los pasajes y por eso es el que guía, en ése y en todos los caminos. Lázaro conduce al ciego a través de su oscuridad y una noche de lluvia lo estrella contra un pilar de piedra. Le acompaña hasta las puertas del más allá y allí le deja "medio muerto y hendida la cabeza". Esta noche han vuelto las lluvias antes de que se acabe el verano. Y aun así ha resultado demasiado largo. Miles de personas de toda Europa han emprendido el triste sendero de Lázaro a causa del sofoco. Si a la epidemia de la primavera de 1918 se la llamó "la gripe española", esta ola de calor bien podría recibir el nombre de "la canícula francesa". Sólo por fastidiar, claro. Pero Lázaro también ha regresado estos días pasados de la tierra ignota del anonimato. Por fin Rosa Navarro, catedrática de Literatura de la Universidad de Barcelona, se ha decidido a comunicar al gran público su hipótesis sobre la autoría del Lazarillo. En su apoyo, la editorial Octaedro ha impreso una tirada con el título de La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades, firmada en la portada por quien la catedrática considera su creador: Alfonso de Valdés, un erasmista del siglo XVI que alcanzó un alto cargo en la corte del emperador Carlos V. Alfonso de Valdés era hermano mayor de Juan de Valdés, no el cosechero de café, sino el autor de Diálogo de la lengua, con el cual, dicen los manuales, "compartió un extraordinario parecido físico". Alfred E. van Vogt, influyente escritor de ciencia-ficción, habría asegurado que desde un punto de vista no aristotélico se trataría de la misma persona. Algo de esto ocurre con la fábula de Gilbert Gosseyn relatada en su novela El mundo de los No-A. Desde las páginas del suplemento cultural Babelia, el escritor barcelonés Juan Goytisolo defendió extensamente la teoría de la profesora Navarro, a la vez que señaló un poco enojado la poca importancia que se le estaba dando al asunto. Otra paradoja no-A que ilustra cómo se puede ser y no ser a un tiempo. Para fomentar el debate sobre la autoría de Alfonso de Valdés, unas alumnas de Rosa Navarro han creado la página www.elazarillo.net. Pero el lector de ciencia-ficción prefiere al barullo informático la soledad de las alamedas y se desplaza a Salamanca con un ejemplar del Lazarillo en el morral, dispuesto a releérselo junto a la ribera del Tormes, frente a Tejares, el lugar donde nació Lázaro, "hijo de Tomé González y de Antona Pérez".

La catedrática Rosa Navarro tiene una hipótesis sobre la autoría del 'Lazarillo': su creador fue Alfonso de Valdés, un erasmista del XVI

A orillas del Tormes hoy perduran algunas aceñas como la que regentó el padre de Lázaro. En una de ellas, una piedra de moler descansa de sus vueltas sobre la hierba. Dentro de las murallas de la ciudad, la casa museo de Unamuno se abre a los visitantes cada media hora para recordarles que una vez pudo ser éste el presidente de una soñada república de intelectuales. La literatura es un arma cargada de pasado. Al caer el día, cientos de cigüeñas se muestran enigmáticas y erguidas en cada torre, en todos los campanarios de la capital. Al igual que el filósofo, miran a lo lejos. En la plaza Mayor, la multitud estalla en una exclamación colectiva cuando se enciende la iluminación de las fachadas. Hace tiempo que la gente percibe las cosas como si las viera por televisión. Otro efecto del mundo no-A. De los medallones con efigies de personajes ilustres que bordean las arcadas de la plaza Mayor, gusta ver entre los escritores a Miguel de Unamuno y alucina encontrar junto a los reyes Alfonso XI y Pedro el Cruel al dictador Francisco Franco. El camarero de uno de los cafés, partidario del caudillo, reflexiona: "Es que la democracia, así, en teoría, es muy bonita; pero llevada a la práctica...". Enfrente, en el Novelty, una estatua de Gonzalo Torrente Ballester ocupa una de las mesas. A su lado, una señora se toma una horchata. La tuna rodea a una muchacha y le canta la sintonía de Heidi. Ella la baila. Van Vogt habló de cosas como éstas en su intuición de un mundo no aristotélico.

En un extremo del puente romano sobre el Tormes, se repuso en los años noventa el toro de piedra contra el cual el ciego le estampó la cabeza a Lázaro ("y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro..."). Un siglo atrás, un gobernador civil había mandado decapitarlo y arrojarlo al fondo del río. Leídas a su sombra, las páginas del Lazarillo saben un poco a mitología prerromana. Dicen que los dioses de los ríos suelen representarse con cuernos. En 1996, un magnífico guionista de televisión británico, Dennis Potter, se despidió de la vida escribiendo la serie Lázaro congelado (Cold Lazarus). El protagonista, Daniel Feeld, mortalmente enfermo, manda criogenizar su cabeza. Al cabo de 350 años, unos científicos del futuro la encuentran y leen ávidos su memoria. Los más sensibles comprenden el terrible error que ha sido descongelar a ese pobre resucitado, al que llaman Lazarus, y le devuelven definitivamente a la muerte para que ande su oculto camino. El lector de ciencia-ficción termina el Lazarillo junto al dios de piedra ibero y continúa andando el suyo por esta vida.

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