Sebastián Pascual Tejerina, pintor de luminosidad asturiana

El pintor Sebastián Pascual Tejerina (Gijón, 1924), artista predilecto de la burguesía gijonesa desde la mitad del siglo XX, y especializado en los retratos, las naturalezas muertas y el paisaje de Asturias -esta última temática, en la que introdujo la luminosidad, le hizo muy popular entre el gran público-, falleció a los 78 años.

Su formación comenzó en el año 1942 en el ámbito de la litografía, que prosiguió, becado por el Ayuntamiento de su ciudad natal, en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, y la completó, mediante diversas ayudas de varias instituciones españolas y extranjeras, en centros especializados de Italia, Francia, Bélgica y Holanda.

Fue profesor de dibujo y desde el año 1975 era académico correspondientes de la Real de Bellas Artes. En su faceta de retratista, destacó desde muy pronto y ya en 1967 obtuvo la primera medalla del Salón Nacional de Otoño con el retrato de una mujer gitana.

Nunca cesó de recibir encargos de coleccionistas particulares y de dinastías relevantes en el ámbito regional y otras de notoriedad nacional. Obra suya son algunos de los retratos del premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, del duque de Alba y del marqués de Lozoya, entre otros personajes de la vida pública.

Tras acumular numerosos premios y desarrollar una intensa actividad expositiva, en los últimos años se prodigó poco en muestras y en comparecencias públicas. La última vez que exhibió su obra fue en el año 1993 en Gijón. Su pintura ha sido juzgada como academicista y al tiempo popular, inserta en la tradición española.-