Las últimas horas de 'Copito'
El gorila albino del zoo de Barcelona sufre un cáncer de piel incurable
Semanas, quizá meses, pero no mucho más. Copito de nieve, el gorila albino del zoo de Barcelona, único en su especie, sufre un cáncer de piel irreversible y le queda poco tiempo de vida. Lo anunció ayer el Ayuntamiento de Barcelona, cuyos responsables consideran que sería "imperdonable" comunicar su muerte a los ciudadanos sin haberles dado tiempo de despedirse de la mascota de la ciudad.
Un bulto en la axila derecha delata la enfermedad del animal, que ayer, como es habitual, permaneció impasible a las miradas de los visitantes del zoo. De vez en cuando se rasca el tumor y luego se chupa los dedos. Pero no sufre. Todo lo contrario. Copito "está en uno de los momentos más dulces de su vida", según aseguró el presidente del zoo, Jordi Portabella.
El Ayuntamiento pide a los ciudadanos que vayan a despedirse del animal que ha sido su mascota desde 1966
Recién operado de cataratas, el arisco carácter del gorila más famoso del mundo se ha ablandado en los últimos tiempos y pasa los días jugando con su familia. Los veterinarios le están tratando con un cóctel de fármacos que incluye antibióticos, antitumorales, analgésicos y antidepresivos.
El jefe de los veterinarios del zoo, Jesús Fernández, explicó que descartan operar a Copito "porque sería una intervención muy dolorosa que le produciría un gran sufrimiento y no lograría detener la enfermedad". La prioridad es, pues, "garantizar una muerte digna al animal", en palabras de Portabella, quien recalcó que no se alargará su vida de forma artificial y que será retirado de su actual jaula cuando se encuentre en fase terminal.
El presidente del zoo explicó también que, cuando muera, Copito recibirá el mismo trato que el resto de animales del recinto: se guardarán muestras de sus tejidos y ADN y será incinerado. Zanjaba así el debate sobre la posibilidad de disecar el cuerpo del animal. Otra cosa será cómo la ciudad rinda homenaje al gorila. Dedicarle una calle o un monumento son algunas de las posibilidades que se barajan. Sobre la opción de clonar al animal a partir del material genético que se conserve, Portabella manifestó que el Ayuntamiento no se lo ha planteado. "Actualmente no es posible y no sería adecuado", dijo.
Enfermedad aparte, lo cierto es que Copito de Nieve está en el umbral de la vida de los gorilas que viven en cautividad. En la selva hubiera vivido la mitad, o quizás menos por su condición de albino y blanco fácil de depredadores.
El gorila albino llegó a Barcelona hace casi 37 años de la mano del primatólogo Jordi Sabater Pi. Corría el mes de noviembre de 1966 y tenía entre dos y tres años. Unas semanas antes, un cazador llamado Benet Mañé encontró el excepcional animal en la frontera entre Camerún y la entonces provincia de Río Muni, hoy Guinea Ecuatorial. Mañé lo donó a un centro de investigación cercano que estaba vinculado al zoo de Barcelona y que dirigía Sabater Pi, quien lo llevó a la capital catalana. Desde entonces se convirtió en un personaje público más y en uno de los símbolos de la ciudad.
Durante su larga vida -tiene el equivalente a 80 años en una ser humano-, Copito ha sobrevivido a siete de los 22 hijos que ha tenido fruto de su unión con tres hembras distintas. La primera de ellas, Muni, falleció en 1976. Tiene siete nietos y, hasta hace poco, una salud de hierro. Las cataratas y el cáncer, que le fue diagnosticado el año 2001, han sido sus únicos problemas graves de salud.
La condición excepcional del animal ha llegado hasta su enfermedad, puesto que el cáncer de piel que padece Copito constituye el primer caso jamás detectado en un gorila. "Probablemente se deba a su condición de albino", explicó ayer el jefe del equipo de veterinarios del zoo.
Desde su estado actual, la salud de Copito de Nieve puede evolucionar en dos sentidos. La primera posibilidad es que el actual tumor crezca en superficie. La segunda, más remota pero también más grave, es que desarrolle una metástasis que le ataque el pulmón, lo que le produciría una neumonía. También podría afectarle el hígado, en cuyo caso padecería una hepatitis, según Fernández.
Como es habitual, la jaula de Copito era ayer una de las más concurridas por las familias que visitaban el zoo. Algunos padres explicaban el estado de salud del gorila a sus hijos. Y éstos sacaban conclusiones: "Es la última vez que lo veo", dijo una niña seria como un palo.
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