El Atlético se atasca en El Sadar
Un gol de Pablo García deja al aire la falta de organización del equipo rojiblanco
El Atlético apareció en El Sadar a las seis de la tarde. Sólo había un problema: el partido había empezado a las cinco. En esa hora, Osasuna tuvo tiempo de jugar a su fútbol tan lógico y honesto, muy por encima de la media en cuanto a estética. Tuvo oportunidad de manejar el balón cuanto quiso (lo controló durante un 62% del primer tiempo). Y también marcó un gol por medio de un ex atlético, el uruguayo Pablo García. Un gol que describió la ausencia del equipo rojiblanco. El balón se paseó delante de la portería y, como nadie lo quiso golpear, se alojó en el fondo.
Al Atlético le faltó espíritu y un líder que manejara el balón, que lo mandara para un lado o para otro con criterio. Simeone no está para esos menesteres en el centro del campo. Jorge, sí. En ausencia de Ibagaza, le toca a él ese trabajo, pero en El Sadar había tanta distancia entre su ubicación y el lugar de donde salía la pelota que no hubo manera. A Osasuna, después de un primer aviso de Torres -ya no volvió a aparecer hasta más tarde de las seis-, se le vio disfrutar. Quería gustar a su público, y también hacerle fácil la bienvenida a los tres debutantes. Hay un jugador en concreto al que se esperaba con ansiedad, Bakayoko, un delantero de Costa de Marfil fichado para curar el mal endémico de Osasuna en los últimos tiempos, su falta de gol. Para ser el primer día, se puede decir que él también disfrutó en el campo.
OSASUNA 1 - ATLÉTICO 0
Osasuna: Sanzol; Izquierdo, Cruchaga, Josetxo, Antonio López; Valdo, Puñal, Pablo García, Moha (Pinheiro, m. 67); Bakayoko (Webó, m. 61) y Aloisi (Iván Rosado, m. 70).
Atlético: Burgos; Gaspar, García Calvo, Lequi, Pínola; Simeone (Paunovic, m. 78); Novo, Jorge (De los Santos, m. 46), Rodrigo, Musampa (Javi Moreno, m. 66); y Torres.
Gol: 1-0. M. 36. Pablo García saca una falta lejana con la zurda. Nadie toca el balón, que bota en el área pequeña y se cuela junto al poste derecho de Burgos.
Árbitro: Muñiz. Amonestó a García Calvo, Cruchaga, Valdo, Pablo García, Javi Moreno y Sanzol. Enseñó dos tarjetas a Pinheiro, por lo que fue expulsado en el minuto 90.
14.255 espectadores en El Sadar.
El Atlético no pasó de su campo. Perdía la pelota con tanta facilidad que al final se convenció de que, mientras el viento no soplara en otra dirección, lo mejor era ponerse a cubierto. A la falta de un conductor añadió otra carencia que le impidió despegarse de la incómoda situación en que le puso Osasuna. Le fallaron las bandas. En la derecha, Gaspar se convirtió en el tercer jugador que ocupa el lateral en otras tantas jornadas, después de que antes desfilaran por ahí Aguilera y Ortiz. Hubo que esperar a la segunda parte para que Novo, en esa banda, tuviera alguna ocasión de demostrar que sabe buscarse espacios para centrar. En la izquierda, Pínola bastante tenía con seguir a Valdo, el jugador con más libertad de movimientos en Osasuna.
No es que invadieran los rojillos al Atlético, pero 45 minutos paseándose el balón por allá terminaron produciendo. Pablo García sacó una falta con la intención de buscar una cabeza en el área. Los jugadores atléticos estaban tan ocupados con sus marcas que ninguno se preocupó por el balón. El Mono Burgos, como todos los demás, esperaba que alguien apareciera, pero terminó tragándoselo.
Sonaron las campanadas de las seis, y el Atlético entró en escena, con De los Santos de refresco. No es que de repente diera la vuelta al partido, nunca llegó a ser superior. Pero al menos contestó a las envestidas osasunistas. Hubo que esperar una hora de partido para que el equipo de Gregorio Manzano confeccionara una jugada. La condujo Rodrigo, la siguió Novo, con un buen centro, y la remató Torres. Al tiempo que reaccionó el equipo, Torres y Rodrigo dieron los primeros síntomas de entendimiento mutuo. El brasileño llegó a hacer un remate en postura forzada que hizo botar el balón en el larguero.
El partido se abrió, entró en otra dimensión, de ida y vuelta. En cuanto a cantidad de ocasiones, ganó Osasuna. En eso, hay que apuntarle un mérito al revoltoso Webó, otro rostro novedoso en El Sadar. Pero eso de sumar oportunidades no es nuevo en Pamplona.
Lo que dio un soplo de aire al Atlético fue la lesión de Pablo García, un experto en lastimarse en jugadas tontas, él solo. Osasuna, con los tres cambios agotados, se quedó con diez (el último minuto, con nueve por la expulsión de Pinheiro). Era la última concesión para que los rojiblancos por fin mandaran. Lo hicieron, pero sólo por obligación. Nadie sabía qué hacer, por eso no llegó a ningún lado.
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