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Crítica:FERIA DE VALLADOLID | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lo triste, lo serio y lo alegre

Los vitorinos no llenaron los tendidos. Ni con mucho. En cambio, el callejón era la procesión del santo enchufe. En realidad, no llena nadie. Ni las figuras paseando a pares. Esto en las ferias. En festejos sueltos, ni te cuento. Amén de la taquilla, de los pupilos del señor Martín se espera poder, casta, raza y la listeza de los de su clase. Tontos no fueron. El resto, lo que el IPC según las previsiones del Gobierno: 2%. Ejemplo: la suerte de varas no existió. Con todo, no dejaron indiferencia. Pero ojo, los vitorinos llevan camino de ser los toros artistas de luego. Tiempo al tiempo. Esto es lo triste.

Lo serio corrió a cargo de Uceda Leal, que deleitó con dos verónicas y una media que le enjaretó a su primero. Tras brindar el toro a la plaza, hizo su faena sobre la mano izquierda, pisando sitio, adelantando trapo y bajando la mano. Recios y hondos quedaron algunos de los naturales. En su otro toro consiguió dulces y armoniosas verónicas, rematadas con dos medias, una por cada pitón. Resultó una faena igual de sobria, en el mismo sitio y con la misma mano, con la fe reforzada en expresar el toreo.

Martín / Padilla, Uceda, Millán

Toros de Victorino Martín, razonablemente presentados. Juan José Padilla: ovación y saludos; oreja. Uceda Leal: vuelta y oreja. Jesús Millán: saludos y saludos. Plaza de toros de Valladolid, 13 de septiembre, 8ª de feria. Casi tres cuartos.

La parte graciosa corrió a cargo de Juan José Padilla, que de inicio perdió la herramienta y cogió el olivo. Comenzó corriendo. No sentó la zapatilla en toda la tarde. Tras hacer el ridículo en banderillas, planteó su faena por naturales. La falta de mando se tradujo en achuchones. Con estilo acróbata pareó al cuarto. Escuchadas las palmas, largó la faena con el mismo epígrafe.

Jesús Millán intentó lucir el capote en su primero. No pudo ser. A toro insípido, faena sosa por ambos pitones. En su haber quedan la voluntad y las ganas de agradar. Con el que cerró festejo estuvo más entonado, igual de voluntariosos y deseoso. Fue por el pitón izquierdo donde consiguió los mejores pases y las mayores palmas. La espada no fue su fuerte. Tal como estaba la presidencia largando premios, puede que con ello hubiera tenido la oportunidad de cortar un apéndice como su compañero de cartel.

El desconsuelo entre los aficionados al abandonar el coso era mayúsculo. ¿Quién podría pensar que los vitorinos iban a ser una ruina? Nadie. Era el último cartucho para los que aman el toreo a pie.

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