Desde mi 'grupetto'
La potencia sin control no es nada, me dijo un italiano hace unos días cuando a la salida de una rotonda mojada, pedaleé un poco antes de tener la bicicleta perpendicular al suelo y la rueda trasera se me encabritó de mala manera. Razón no le faltaba. Y la fuerza sin inteligencia tampoco es nada, digo yo. Y hoy por fín la ha habido, inteligencia digo, que fuerza ha habido para dar y tomar todos estos días, pero inteligencia no tanta.
Cuando los integrantes del grupetto -por cierto, hoy me han propuesto que después de estos dos días deje lo de "Desde mi sillín", y titule esta columna de una manera más acorde a la realidad: "Desde mi grupetto"-, ya nos estábamos planteando seriamente ver si la progresiva potenciación muscular que sufrimos los ciclistas con el entrenamiento iba en detrimento del desarrollo mental, hemos tenido que rectificar con alivio y hemos concluido que no, que lo que pasaba era que había mucha tensión por ser los primeros días, y era sólo esa la razón por la que rodábamos a tales velocidades.
Ayer, por fin, las aguas volvieron a su cauce. En el grupo debería reinar una inteligencia colectiva, suma de todas las individuales, pero es lo de siempre, que nunca nos ponemos de acuerdo. Y menos para cosas de ese tipo, que son bastante peliagudas. El problema principal a día de hoy es que faltan más de dos semanas. Y resulta que nos hemos ido eliminando entre nosotros mismos. Y Madrid está muy muy lejos, y para llegar hasta allí tenemos algo más que las piernas. Así que amigos, compañeros, usemos la cabeza, que sirve para algo más que para llevar el casco, por mal que les pese a algunos.
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