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Crítica:TEATRO | 'XXX'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La Fura sexual

Es lo de siempre: pornografía directa, con aplicaciones audiovisuales. Soy viejo aficionado a la pornografía: desde niño, como toda las personas que conozco, y a es que a esas edades es cuando rinde su verdadero valor pedagógico y disipa las falsedades, mitos, sustos infernales y represiones que pesan sobre ese tema tan inherente a la persona como la necesidad de alimentarse y la de sobrevivir. Ahora la ven mucho en vídeo o DVD. Aparte de eso, la pornografía la segrega el mismo individuo ante cualquier ligerísimo estímulo: me contaban mis amigos anteriores que en tiempos de tranvías tirados por mulas, se apostaban en las paradas para ver a las damas de larga falda remangársela para subir el alto escalón.

La pornografía tiene ahora una amplísima extensión, y la Red ofrece una larga gama. No excede de ella esta producción, probablemente porque hay pocas más que se puedan presentar. El marqués de Sade y su condición son un pretexto para dar aspecto cultural al espectáculo, y de él proceden algunas de las cosas más políticamente incorrectas del espectáculo: la agresión a la mujer, la virgen violada por sexo y ano, atada después y abusada, la violación de su madre, son cosas que el feminismo puede aceptar difícilmente en un teatro, aunque por desgracia suceda en la vida actual. La exaltación del crimen como algo siempre justificable es bastante poco aceptable en un mundo en el que todos luchamos -y muy especialmente el teatro- contra los crímenes contra masas que están sucediendo ahora. Si esos dos temas son utilizados por algunos para, embozadamente, manifestarse contra la simple pornografía, mal asunto. La libertad del cuerpo figura también entre las aspiraciones de esta época retrógrada.

La realización es buena, como es costumbre en todo aquello en que participa La Fura dels Baus, en este caso fura sexual; los juegos audiovisuales están bien realizados, y la aplicación musical. Los actores simulan muy bien el erotismo, y lo único que pasa es que al realizarlo dentro de un orden y de un ritmo dado pierde lo que podría ser más importante en el género: la libertad total, la rotura de las normas.

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