Un observatorio permanente

Pantalones cortos, pies descalzos y alguna bebida refrescante. La imagen veraniega se multiplica en todos los paisajes posibles. También dentro de un enorme y vacío edificio de ladrillo rojo del campus de Bellaterra de la UAB, que acoge a siete irreductibles. Ahora ha refrescado, pero ni siquiera en pleno agosto, con 35 grados de temperatura, la Escuela de Cultura de Paz ha cerrado por vacaciones. Las decenas de conflictos que se multiplican por el mundo se muestran ajenos a cualquier calendario y hay que seguir informando puntualmente de lo que ocurre. Como una ventana abierta o un faro que nunca se apaga, a pesar de la canícula y del inmenso páramo universitario, un grupo de jóvenes, capitaneados por el profesor Vicenç Fisas, han acudido diariamente al campus para mantener al día un observatorio de las crisis mundiales y publicar un boletín semanal de la Unidad de Alerta de este centro, al que están suscritas más de 600 ONG, medios de comunicación y organismos internacionales como la mismísima ONU.

"La clave del proyecto es la juventud de sus miembros, que están en constante formación"

La evolución de lo que ocurre en países como Angola, Etopía, Sudán, Colombia, Nepal, Pakistán, entre otros muchos, es estudiada con perseverancia por Josep Maria, Óscar, Jordi y María, entre otros. Cursan distintas carreras, como Políticas, Educación o Periodismo, pero todos tienen un nexo común: el interés por lo que ocurre en un mundo donde más del 60% de los países viven algún tipo de conflicto. También tienen en común que todos han estudiado el posgrado de Cultura de Paz que se imparte en la Autónoma con un éxito apabullante desde sus inicios en 1999: cada año se presentan unas 130 solicitudes para 70 plazas.

A lo largo de un curso y con clases dos días a la semana, los estudiantes nacionales y extranjeros de este posgrado, jóvenes universitarios con ganas de ampliar su formación, pero también ex combatientes, Mossos d'Esquadra o incluso ex ministros aprenden los secretos de los conflictos, tanto los microaspectos como los macroaspectos.

El profesor Fisas, alma máter del proyecto, se muestra sorprendido por el éxito de la iniciativa, que se inició con el encargo de Federico Mayor Zaragoza de crear una cátedra en la Universidad Autónoma de Barcelona para asesorar a la UNESCO en temas de paz. "Empezamos dando una asignatura, pero en un año montamos la escuela, en la que ahora trabajamos regularmente 16 personas", explica Fisas. Los miembros de este equipo han participado como asesores indirectos en algunos procesos de paz.

Hay mucho trabajo, pero ganas no faltan. El proyecto entusiasma hasta tal punto a los implicados que la mayoría deciden pasar sus vacaciones en rincones del mundo donde se producen conversaciones para tratar de finalizar conflictos armados o tareas de asesoramiento sobre cuestiones de desarme.

Es el caso de Josep Maria Royo, que con 26 años, decidió pasar el tiempo que tenía de vacaciones en Nairobi, para participar en el proceso de paz somalí. Durante su estancia se entrevistó con representantes de grupos armados y miembros decisivos en las conversaciones.

"La clave de este proyecto es la juventud de los miembros que lo integran, que están en constante formación. Además, combinamos la teoría con la práctica, porque a veces es difícil ayudar desde los despachos", afirma Fisas. Con cuatro módulos permanentes -educación por la paz, negociación de conflictos, rehabilitación posbélica y desarme-, el centro se ha convertido en un organismo de referencia nacional e internacional. "La verdad es que hemos tenido un gran apoyo desde el principio, aunque necesitaríamos aún más medios para llevar a cabo nuestra labor en mejores condiciones", concluye Fisas.