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Mueren nueve marinos rusos en el naufragio de un submarino nuclear

Nueve personas perecieron ayer cuando naufragó un submarino atómico ruso en el mar de Barents. La tragedia, que de inmediato trajo a la memoria de los rusos el hundimiento del Kursk en agosto de 2000, se produjo cuando el sumergible era remolcado desde el lugar donde había permanecido inactivo los últimos 14 años hasta el puerto donde debía ser desguazado. Los equipos de salvamento rescataron a un marino con vida de las gélidas aguas nórdicas.

El submarino K-159 se fue a pique a tres millas náuticas al noroeste de la isla de Kildim (provincia de Múrmansk) y se hundió hasta una profundidad de 170 metros. Perteneciente a la serie Kit (Ballena, Noviembre en la clasificación de la OTAN), el submarino, de 109 metros de eslora, contaba con dos reactores nucleares y podía llevar 24 torpedos con cabezas atómicas.

Víktor Krávchenko, jefe del Estado Mayor de la Armada rusa, aseguró al ministro de Defensa, Serguéi Ivanov, que no hay fuga radiactiva en la zona del hundimiento y que tampoco espera que se produzca, ya que ambos reactores habían sido apagados hace 14 años, cuando el sumergible fue dado de baja de la Flota del Norte. Entonces también se desmontaron sus armas.

A pesar de las palabras tranquilizadoras del almirante ruso, la organización ecologista Bellona manifestó ayer, a través del capitán de navío retirado Alexandr Nikitin, estar preocupada por una posible contaminación de las aguas. "Si bien es cierto que los dos reactores nucleares del K-159 fueron desconectados en 1989, hay razones para dudar de su estado, sobre todo si se tiene en cuenta que tanto el submarino como los reactores tenían 40 años", declaró Nikitin, el delegado de Bellona en San Petersburgo, que fue juzgado como espía -y absuelto- por haber redactado un detallado informe sobre el estado de la flota nuclear rusa.

Accidente del 'Kursk'

La Armada ha explicado que el naufragio del K-159 fue causado por la tormenta que se desató en la zona. Los cables que mantenían el submarino amarrado a los cuatro pontones que lo remolcaban desde Grechija hacia el puerto de Poliarni se soltaron debido a la tormenta, lo que hizo que el K-159 perdiera estabilidad y se hundiera, según la versión preliminar del mando naval.

La explicación oficial no ha convencido a los especialistas, que subrayan el hecho de que la tormenta no era muy fuerte y opinan que el hundimiento del submarino se produjo porque no se tomaron medidas elementales antes de remolcarlo. Eduard Baltin, ex comandante de la Flota del Mar Negro, declaró que antes de remolcar el sumergible habría sido necesario sellar todas sus grietas, cerrar las escotillas superiores, soldarlas y, por supuesto, "no permitir que hubiera gente en su interior". El último accidente con un submarino atómico ruso ocurrió el 12 de agosto de 2000, cuando se hundió el Kursk y perecieron sus 108 tripulantes.

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