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EL AGOSTO DE BERNARDO DEL ROSAL

El verano no es para quejarse

Se fue de vacaciones con los deberes bien hechos. No en vano, Bernardo del Rosal (1956, Valladolid), Síndic de Greuges, ha conseguido que una de las instituciones más desconocidas, quizá, por la población tenga un poco más de predicamento. Con datos todavía provisionales, el Síndic de Gregues cerró el pasado ejercicio con 2.300 quejas, una cifra que representa un récord histórico desde su instauración. Y es que apenas el 30% de los valencianos conoce la figura del Síndic y sus funciones. Precisamante, ésta es una de las prioridades establecidas por este catedrático de Derecho Penal, de origen vallisoletano aunque criado en Madrid. Apasianado de la docencia, a la que considera su vocación "primera y verdadera", llegó a la sindicatura el 9 de abril de 2001, en sustitución del malogrado Luis Fernando Saura. Desde entonces, se ha marcado una labor de "difusión permanente" que sólo aparca durante las cuatro semanas que indefectiblemente coge para "desconectar absolutamente" y "no sucumbir" a la tentación de acercarse por la oficina.

Un crucero por las islas griegas fue el destino escogido este estío para olvidar las numerosas injusticias que su institución, y él como máximo responsable, tratan de combatir. De regreso de su tradicional viaje, Del Rosal acude a su retiro habitual, en el municipio costero de El Campello (L'Alacantí). En su segunda residencia siempre cuelga el cartel de lleno, toda vez que es el punto de encuentro de la familia, radicada en Madrid. Pero entre el bullicio, Del Rosal siempre procura dedicar unas horas a la lectura; en apenas un mes ha devorado tres libros. Felipe II ha sido el último personaje por el que se ha interesado y es que la biografía, según cuenta, es uno de sus géneros favoritos. Curiosamente, justo en el momento que se ha avivado los problemas que padece la Justicia, Bernardo del Rosal se halla inmerso en la lectura de Balada de la Justicia y de la Ley, una visión ácida y crítica de la situación de la judicatura española. Pero agotadas las vacaciones, Bernardo del Rosal ha de eregirse de nuevo en el adalid de las causas justas. No tiene una prioridad por ninguna de sus tareas encomendadas porque, apunta, "las urgencias son las mismas durante todo el año". Aunque durante el verano, la población se queja menos "porque se relaja"; lo cierto es que las denuncias de alcance humano "exigen siempre una intervención inmediata".

El volumen relativo a las denuncias por cuestiones burocráticas bajan de manera formidable en julio y agosto. La población se da un respiro; al fin y al cabo son problemas que sufren todo el año, apostilla. Otra cuestión son los quejas sociales.

Tras 13 años residiendo en Alicante, su paso por la sindicatura le ha permitido obtener "una visión grande" de la Comunidad Valenciana, "con todos sus entresijos". Expirado el paréntesis, para el que fue elegido por cinco años, Bernardo del Rosal volverá de nuevo a su cátedra, aunque eso sí, con más conocimiento sobre las inquietudes y los problemas de la sociedad valenciana.

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