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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldinho y Laporta, a examen

El brasileño debuta hoy en el Camp Nou, ante el Boca en el Trofeo Gamper, y el presidente afronta una asamblea delicada por la deuda

Rebosante de entusiasmo, deseoso de savia nueva, dispuesto a dejarse encandilar con el más mínimo detalle de cambio, el Camp Nou se pone hoy de largo (TV-3, 22.00) para recibir al nuevo Barcelona. En el Gamper, su trofeo, y frente al Boca Juniors, el campeón de América, el Barça del siglo XXI toma cuerpo ante su afición. Atrás quedan los sinsabores, las pitadas, las pañoladas a Joan Gaspart y Enric Reyna... Se abre una nueva era, la que deben liderar Joan Laporta en el palco y Ronaldinho en el césped.

De momento, un mes y medio de gestión le ha servido al nuevo presidente para conseguir que el estadio deje de ser el punto de encuentro de los incondicionales y una mayoría crítica y disgustada. Hastiados de cerrar cada ejercicio con un maltrago, esperando tener el primer contacto físico y sentimental con el nuevo Barcelona, más de 40.000 aficionados han sacado ya sus boletos para ocupar un asiento, todo un récord para estas fechas de canícula, cuando los partidos no tienen ningún valor numérico y después de unos años en los que el desencanto convirtió este torneo en una insulsa cita veraniega.

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El encuentro de hoy, sin embargo, se ha llenado de contenido. Laporta y el equipo que ha resultado de sus gestiones, con Ronaldinho al frente, serán examinados por vez primera por su afición. Los seguidores azulgrana están ansiosos por comprobar si todas las esperanzas depositadas en el joven dirigente y su equipo toman visos de realidad; de ver con sus propios ojos si Ronaldinho es el crack mediático que la junta dice que es; de verificar que el conjunto que han armado Txiki Begiristain, en los despachos, y Frank Rijkaard, en el banquillo, con seis fichajes, no recuerda ni por asomo al que se arrastró por España y Europa en la etapa de Gaspart.

Con ese ansia acude la afición al Camp Nou, animada, además, por un rival que siempre ha gustado en Barcelona. Del Boca llegó Riquelme -aunque luego la cosa fue como fue y ahora se le busca un acomodo lejano- y en su banquillo se sienta Carlos Bianchi, el técnico con el que media afición soñó el curso pasado mientras sufría los horrores de la segunda etapa de Louis van Gaal. Con el Boca se reencontrará también una parte de la extensa colonia argentina que la crisis económica ha traído hasta Barcelona para rememorar sus tardes en La Bombonera.

Pero antes de que todo eso suceda, como entrante a la gran fiesta que se espera que sea este Gamper, Laporta deberá pasar otra prueba en su primera asamblea ordinaria como presidente. Hasta ahora, todo han sido parabienes, palmaditas en la espalda y comparaciones exageradas. Falta ver ahora si los compromisarios serán tan complacientes cuando Laporta se presente con las cuentas de la anterior junta ante ellos.

Posibles demandas

La nueva directiva ha hecho números y ha concluido que debe apretarse el cinturón porque el Barça arrastra unas pérdidas de 164 millones de euros. La cifra ha escocido tanto que un grupo de socios, encabezados por Francesc Gordo, ya ha anunciado que votará en contra de la aprobación de las cuentas. Consideran que la anterior junta maquilló los números y solicitan a Laporta que exija responsabilidades a Gaspart, Reyna y sus directivos. El nuevo presidente ha respondido que sólo demandará a las anteriores juntas si se descubren irregularidades punibles y Gordo ha amenazado con ir a los tribunales. Y en ese cruce se han colado los supuestos responsables del desaguisado para que su entorno predique que las pérdidas no superaron los 68 millones, según sus propios criterios contables.

El contratiempo no ha inquietado demasiado a Laporta, que confía en que los mismos socios que le dieron el respaldo más mayoritario de la historia de las urnas azulgrana (52,57%) lo ratifiquen ahora aprobando las cuentas del pasado ejercicio, el presupuesto para el nuevo (162,7 millones de euros) y la inserción, por primera vez, de publicidad en las camisetas.

Precisamente para franquear las posibles reticencias de los socios más conservadores a manchar el uniforme, Laporta ya ha anunciado que el Barça podría ingresar unos 15 millones de euros por este concepto. Y eso, en tiempos de crisis y con el objetivo del déficit cero para finales del próximo año, es mucho dinero. De no conseguir el respaldo mayoritario, la nueva junta debería convocar una asamblea extraordinaria.

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