Berlín invita a un viaje en el tiempo por el arte chino
La exposición acoge 400 obras de los emperadores chinos que salen por primera vez del museo de Taipei.
El arte chino arrasa en Berlín. El museo antiguo, Altes Museum, en el corazón de la capital alemana, acaba de abrir al público una muestra de lo que expertos consideran parte de una de las colecciones de arte más importantes del mundo. Bajo el título Tesoros de los hijos del cielo, el Altes Museum exhibe más de 400 piezas que pertenecían a los emperadores chinos. Las obras se encontraban en la ciudad prohibida de Pekín, hasta que en 1948, tras la guerra civil china, el general Chiang Kai-shek las llevó a Taiwan. Allí pasaron a formar parte del fondo del Museo Nacional del Palacio de Taipei. Este museo posee 650.000 piezas: es la colección más grande y más valiosa de arte chino en el mundo. Muchas de las piezas que ahora se pueden ver en Berlín salen por primera vez de Taiwan desde que fueron llevadas allí en los años cuarenta. Lograr ese salto supone un hito para el mundo cultural.
"Nos ha costado 10 años de preparación hasta que hemos conseguido traer esta exposición a Alemania", declara la portavoz de una de las dos instituciones organizadoras, la Kunsthalle der Bundesrepublik Deutschland, Maja Majer-Wallat. Alemania tuvo que aprobar una ley, para que el Museo Nacional del Palacio de Taipei diese luz verde al traslado de sus tesoros a Europa. Aunque actualmente pertenecen al Museo Nacional de Taipei, los taiwaneses temían que, dada la difícil relación entre Taiwan y China, los chinos continentales reclamasen la devolución de las piezas.Sólo después de que el Parlamento alemán aprobase en 1998 el Kulturgüterrückgabegesetz, una ley de devolución de obras de arte a su destino de origen, Taiwan aceptó prestar sus obras.
Gracias a este preludio legislativo, desde el 18 de julio 2003 la herencia cultural de los emperadores chinos lleva a los visitantes a un viaje en el tiempo. Empieza en la época del neolítico (4000 antes de Cristo) y llega hasta los comienzos de la cultura china moderna. La exposición presenta, entre otros, artículos religiosos para el culto a los dioses, vasos de cobre de la dinastía Shang (1600-1100 antes de Cristo). De la dinastía Sung (960-1279), una época en la que el sistema de funcionarios cobró importancia en el Estado chino, están expuestas varias caligrafías. Una de ellas representa la carta de un funcionario a su superior: el arte de caligrafía se convierte en el vehículo para expresar el dolor de un padre tras el fallecimiento de su hijo. Destacan además los dibujos de bambú, de pájaros y de naturaleza de la dinastía Ming (1368-1644), una de las épocas florecientes de la cultura china. También pintura y cerámica trasmiten la filosofía de esa civilización. La abundancia de paisajes refleja el papel central de la naturaleza. Son paisajes de diminutas figuras humanas e inmensas montañas.
A los ojos del visitante europeo es un concepto al que no está acostumbrado. A pesar de ello, o precisamente a causa de esa perspectiva exótica para el gusto occidental, en los pocos días que lleva abierta la exposición ha producido un especial magnetismo en el público. Y eso a pesar de que la oferta cultural de Berlín es exuberante. Ni siquiera el precio de entrada de 6,50 euros ha impedido las largas colas en las taquillas del museo. La exposición se quedará hasta el 12 de octubre en la capital alemana, para pasar después a la Kunsthalle de Bonn. Allí se podrá ver desde 21 de noviembre hasta el 15 de febrero del 2004.
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