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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE.

Los malos humos del verano

El ozono ha protagonizado en Andalucía 125 episodios de contaminación desde 2000

Cualquier ciudadano que consulte la base de datos sobre calidad del aire que la Consejería de Medio Ambiente actualiza a diario en su página web (www.juntadeandalucia.es/medioambiente) puede comprobar cómo, desde 1998, el ozono troposférico es, con diferencia, la sustancia que mayor número de episodios contaminantes ha protagonizado en Andalucía. En el capítulo denominado "histórico de superaciones", donde se anotan aquellos episodios en los que alguna sustancia ha rebasado los límites marcados por la ley, se registran, en los tres últimos años, 130 incidentes, de los que 125 tienen como protagonista al ozono y los cinco restantes al dióxido de azufre.

En todos los casos se trata de episodios en los que la concentración de ozono medida por alguna de las estaciones automáticas repartidas por la comunidad autónoma superaba, en una hora, los 180 microgramos por metro cúbico de aire, nivel a partir del cual la Unión Europea exige que se informe a la población de dicha circunstancia. En estos casos la calidad del aire se califica de "mala" y deben tomar ciertas precauciones aquellas personas particularmente sensibles, como niños o ancianos, o las que sufren de alguna enfermedad respiratoria.

Hasta ahora nunca se ha llegado a superar el umbral de alerta, situado en los 360 microgramos, nivel que otorga la calificación de "muy mala" a la calidad del aire y que extiende los riesgos sanitarios a la población en general. Sí que se han registrado picos cercanos a esta cifra que, de repetirse, posiblemente planteen problemas cuando el próximo 9 de septiembre la Unión Europea obligue al cumplimiento de una nueva directiva que rebaja el umbral de alerta hasta los 240 microgramos, aunque éste es un objetivo que se irá aplicando de forma paulatina hasta el año 2010.

Los episodios de contaminación por ozono no son exclusivos de la comunidad andaluza, tal y como advierte un informe de Ecologistas en Acción, ya que diferentes localidades de Cataluña, Madrid y Valencia han registrado incidentes. La nómina no es más extensa porque otras comunidades autónomas no ofrecen información actualizada sobre las concentraciones de ozono troposférico.

Éste es un gas altamente tóxico, con propiedades oxidantes, capaz de producir tos, dolor de cabeza, irritación de garganta, náuseas y dolores en el pecho, además de aumentar la vulnerabilidad a diferentes infecciones respiratorias. Se acumula cerca del suelo, en las capas bajas de la atmósfera, y se origina al reaccionar óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles en presencia de una radiación solar intensa, lo que explica que los índices más elevados de este contaminante se registren en primavera y verano.

Los óxidos de nitrógeno tienen su origen, sobre todo, en las emisiones de los vehículos a motor, mientras que los compuestos orgánicos volátiles proceden de los gases de combustión, de la evaporación de combustible en depósitos y estaciones de servicio, y de los disolventes usados, por ejemplo, en pinturas y barnices.

Cuando se combinan estos elementos (contaminantes, sol y elevadas temperaturas) comienza a generarse ozono en grandes cantidades. Si, además, el régimen de vientos no ayuda a la dispersión de este gas, pueden alcanzarse elevadas concentraciones. Además de rebajar los niveles de ozono tolerables, la nueva directiva comunitaria obligará a diseñar planes de acción a corto plazo, de manera que los diferentes gobiernos reduzcan la incidencia de este contaminante en aquellas zonas donde los umbrales que marca la ley se superen con una determinada frecuencia. Hasta ahora, y como señala Ecologistas en Acción, las autoridades locales y autonómicas "se están limitando, en el mejor de los casos, a advertir públicamente a la población del peligro".

Aunque ésta sea la única obligación legal, lamenta este colectivo, "no es ético proceder de esta manera, y revela muy poca sensibilidad el trasladar a los grupos más débiles de la sociedad la responsabilidad de autoprotegerse de la contaminación, cuando se sabe que el efecto de ésta sobre la salud va a ser tan importante". La propia Agencia Europea de Medio Ambiente reconoce que "aproximadamente 330 millones de personas, en el conjunto de la Unión Europea, podrían estar expuestas, por lo menos una vez al año, a un episodio en el que la concentración de ozono sea superior al valor umbral". De hecho, en este mismo informe se advierte que durante 1995 se registraron unos 700 ingresos en hospitales de diferentes países comunitarios como consecuencia de episodios contaminantes en los que estaba presente este gas.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Avisar sin actuar

Al margen de hacer públicos los niveles de ozono troposférico cuando éstos rebasan los umbrales fijados por la Unión Europea, las diferentes administraciones no han puesto en marcha, hasta ahora, ningún plan de acción encaminado a reducir el impacto de este contaminante. Como denuncian los ecologistas, "se avisa pero no se actúa, y no es de recibo que ningún ciudadano tenga que acudir a los servicios de urgencia médica o vea acortada su esperanza de vida cuando las autoridades pueden tomar medidas que habrían evitado perfectamente estas lamentables situaciones".

Teniendo en cuenta que las altas temperaturas y fuerte insolación son circunstancias que en Andalucía suelen prolongarse hasta bien entrado el otoño, Ecologistas en Acción ha solicitado medidas inmediatas para frenar la generación de ozono troposférico, al considerar que el riesgo sanitario es elevado.

En concreto, este colectivo ha pedido que se limite, al menos en los cascos urbanos, la circulación de vehículos durante las horas centrales del día, y que se reduzcan los límites de velocidad en carreteras y autovías, reforzando los transportes públicos. Al margen de estas acciones, que ninguna administración se ha decidido a suscribir, los ciudadanos, aunque sea a pequeña escala, también pueden colaborar a la reducción de este gas utilizando, por ejemplo, pinturas y barnices que no contengan disolventes orgánicos (una buena alternativa son los productos solubles en agua). Asimismo, es recomendable repostar gasolina en las horas de menor insolación, ya que los vapores que se liberan en las estaciones de servicio también contribuyen a aumentar la incidencia de este tipo de contaminación. Por último, una correcta puesta a punto de los vehículos ayuda a que los motores emitan la menor cantidad posible de gases nocivos.

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