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Tinto de verano | GENTE
Columna
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El yuyu

Elvira Lindo

Aprovechando que en la tele echaban Todos con la copla, mi santo y yo nos fuimos a cenar fuera. Nos íbamos a meter en el coche cuando unos vecinos salieron al callejón gritando: "¿Os lo grabamos, os lo grabamos?". Quiero decir con esto que aquí, entre la comunidad de jodíos veraneantes, hay una enorme solidaridad, y, si tú me grabas hoy Salsa rosa, yo te grabo mañana ¿Dónde estás corazón?, y, bien en el porche de unos o en el de otros, improvisamos una barbacoa, visionamos dichos programas y entablamos debates espontáneos ad hoc. Mi santo se queda en casa. Dice que la gente le aburre con sus conversaciones. Como yo digo, pues haberte hecho cartujo, pero no me arrastres en tu ostracismo. Yo he sido muy tonta, pero ahora, en cuanto veo movimiento en casa de los vecinos, ahí que me tienes puesta en la valla como una perra para que me inviten. Él me pone caras, mientras me doy el eyeliner, para que no me vaya. Me dice que si me quedo me hará huevos con encaje (lo que es, es: los huevos con encaje los borda) y que podremos ver juntitos el documental La psicopatía: ¿un mal de nuestro tiempo? Como yo digo, hijo mío, qué afición. Yo veo esos documentales en Madrid y me afectan como persona, pero, en cuanto salgo a la calle y veo el primer escaparate, se me olvidan; sin embargo, aquí en el campo me emparanoyo con que a alguno del pueblo le puede dar por cargarse a jodíos veraneantes y, como yo digo, me entran ganas de llamar a Pajares y pedirle prestada su mítica pistola. Mis vecinos me miran con pena, como a una casi viuda, pero yo intento decirles que soy tan feliz como una viuda entera, como Marina, por poner ese ejemplo que todos tenemos en mente. En estas reuniones se escucha con especial atención a los que aportan información de primera mano, como un matrimonio de Becerril, pueblo que vio crecer a los míticos hermanos Matamoros, cuando aún no ocupaban ese lugar imprescindible en la cultura española. A dicho matrimonio se les bombardea a preguntas: ¿eran calvos desde pequeños?, ¿ya eran conocidos como Coto y Kiko?, ¿poseían desde niños esa ruda gracia verbal? Como yo digo, con lo que ellos saben, otros ya habrían ido a algún programa y se hubieran ganado unas perras, pero no son de ésos. Son mis amigos, con eso lo digo todo. Los amigos, según mi santo, no entran en los bienes gananciales, cada uno que aguante a los suyos. Me lo dijo ayer mientras yo me duchaba. Siempre se me coloca el tío a hablarme detrás de la cortina y le tengo dicho que me da yuyu, que en Madrid todavía, pero que en el campo no puedo evitar acordarme de la escena de la ducha del maestro del suspense. Total, salimos a cenar (aprovechando que echaban Todos con la copla) y fue cuando los vecinos dijeron ¿os lo grabamos?, y él, que no, que no. Con mala sombra, ya le conoces. Pero le salió mal, porque me llevó a un asador que hay por aquí, porque en este campo, hija mía, no hay más que asadores, y allí estaba la tele a todo trapo. Nos tragamos íntegro Todos por la copla. A él la cara le llegaba al plato. Yo le dije, mira, no me des la noche. Y de pronto le vi metiéndose en la boca ese pedazo de carne sangrienta y mirándome con esos ojos torvos que se me representó al doctor Lecter. Como yo digo, a mí eso en Madrid no me pasa.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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