Privilegiados

De todos es sabido que el ser humano está lleno de imperfecciones, de defectos, de ambiciones. Por eso no existe sistema político perfecto en el mundo. Pero es, sin duda, la tentación de enriquecerse utilizando cargos públicos la más despreciable de todas las decadencias sociales que nos azotan. El "todo vale" para amasar dinero salpica en la actualidad a cargos públicos de diversas partes de España, poniéndose de manifiesto aquella máxima de cabecera del capitalista que dice: "Mi dios es el dinero, mi patria el mundo entero y después de mí... el diluvio".

Frente al fariseísmo de los que se desayunan a diario de esa manera, frente a la manipulación que se hace de los ciudadanos para tapar sus miserias éticas, frente a la continua crispación de la sociedad, que ve cómo muchos de sus representantes los engañan, frente al vandalismo con que campea la derecha más troglodita de Europa, se impone la exigencia popular de que lo que queda de izquierda ejerza y no figure, trabajando por los derechos de los más débiles de la sociedad.

No olvidemos que el rearme ideológico y el ejemplo son el mejor antídoto para neutralizar las continuas agresiones de los privilegiados del sistema, con los poderes fácticos al frente.

Redescubrir a los clásicos y actualizarlos es el único camino. ¡A ver si cambia el péndulo!