Mucho más que música
Con 34 grados a la sombra, a las cuatro de la tarde, decenas de personas hacen cola, al sol, para sacar una entrada que les permita el acceso a la proyección de alguno de los cortos incluidos en el festival de pequeños metrajes que discurre paralelo al Festival Internacional de Benicàssim (FIB). "Vienen directamente de la playa", dice Manuel Lechón, coordinador de esta porción del FIB. "Saben que si no lo ven aquí, les será muy difícil hacerlo en otro lugar", añade. Y es que el IV Festival Internacional de Cortos FIB muestra estos días hasta 25 historias, escogidas de entre las más de 300 recibidas, que destacan por lo que cuentan y, sobre todo, por cómo lo hacen. El jurado es de excepción: la directora Isabel Coixet; el actor británico Kevin Bishop, cuyo último éxito en España ha sido Una casa de
locos; el periodista y guionista Santiago Tabernero, director del programa de La 2 Versión
Española; el subdirector de Radio 3, Javier Díez, creador de programas como La ciudad
invisible, y Stephen Loach, implicado en la edición de guiones para cortos de nuevos realizadores que, por segunda vez, visita España, después de colaborar con su padre, el director Ken Loach, en el rodaje de Tierra y
libertad, serán los encargados de elegir, entre otros, al ganador de la Hormiga de Capi, uno de los seis premios del festival. "Al principio teníamos que llamar a la gente para que viniera. Ahora lo hacen por sí mismos", asegura Lechón, que, con un escueto presupuesto y la eterna reivindicación de apoyo de organismos oficiales, señala, para el futuro, la aspiración de "seguir creciendo". De hecho, de entre los cortos que durante los últimos años ha seleccionado el coordinador de festival, tarea de la que se encarga personalmente, han surgido premios Goya y finalistas en secciones como ficción y animación.
Pese al tirón que, año tras año, crece en torno al festival de cortos, el planteamiento es claro: "Si no existiera el festival de música sería muchísimo más difícil sacar adelante este proyecto. La gente quiere el lote completo". En cualquier caso, ambos festivales se "autoalimentan" y la gente que acude a ver los cortos es, en su gran mayoría, asistente a los conciertos de música.
Pero los cortos no son la única actividad que Benicàssim programa durante la semana. El teatro, la danza, la moda, el arte, en general, transita por Benicàssim. Todo bajo una misma línea de coherencia. Dar espacio a las líneas más independientes y alternativas. "Hemos sufrido muchos intentos que han tratado de dar sitio a lo que se vende por sí solo", recuerda Lechón. "Ha habido mucha pelea, pero nos hemos mantenido firmes". Así, la plataforma internacional que otorga el FIB sirve para ese teatro nuevo y diferente que se hace en Europa, de pequeño formato pero rico en ideas y diversión.
Son actividades que, quizá, por los escenarios en los que se desarrollan -la playa y las calles, principalmente- acercan más el FIB a los habituales habitantes de Benicàssim.
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