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Reportaje:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN

"Vuelvo a ser María Peláez"

La española que tocó el cielo en Sevilla 97, muy emocionada, da por superada su crisis

Robert Álvarez

Verona, en el Véneto, ha sido la tierra de promisión para una de las mejores nadadoras españolas de los últimos años, la malagueña María Peláez. Tocó el cielo en los Campeonatos de Europa de Sevilla, en 1997, alzándose con el título de los 200 mariposa. Se deslizó a continuación por una espiral negativa. Se alejó de sus mejores marcas. "Estaba bloqueada mentalmente, aunque me mantuve en la brecha hasta 2000", cuenta ahora, con la certeza de que lo peor ya pasó. Lo peor fue que durante 2001 y 2002 dejó de acudir a los grandes campeonatos en los que había estado presente desde su eclosión hace once años. No fue ni a los anteriores Mundiales, ni tampoco a los Europeos del año pasado en Berlín. "Me quedé en tierra a pesar de que había hecho la mínima, pero otras dos nadadoras superaron mis tiempos y en la selección sólo había dos plazas. Fue frustrante. El bloqueo psicológico había provocado una pérdida de autoestima", admite. Llegó a planteárselo todo. De no haber sido por su entrenador en la Blume de Madrid, Juan Carlos Gutiérrez, y por su familia, lo hubiera enviado todo a rodar.

"Si un día no va bien el entrenamiento, no pasa nada; ya no entro en ese círculo vicioso"
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El duelo fue un paseo

Había finalizado prácticamente sus estudios de Educación Física. Nada la ataba ya a Madrid y, finalmente, se convenció de que necesitaba un cambio radical. Barajó posibilidades: Australia, "quedaba lejísimos", Holanda, le parecía "un país muy frío", y Estados Unidos, que nunca le había atraído porque tenía la certezar de que no iba a integrarse igual que en otros lugares. Y así fue como se le ocurrió pensar en Italia, a través de Luis Lahera, un nadador argentino afincado allí. El seleccionador italiano, Alberto Castagnetti, le abrió las puertas del centro en el que se entrena un grupo de élite formado por cinco nadadores italianos.

Privada de las becas ADO y de la Federación Española, el ayuntamiento de Málaga y la Federación de Andalucía, le ayudaron en los peores momentos. Estaba absolutamente convencida de que debía emigrar, aunque tuviera que pagarse las concentraciones de su propio bolsillo. En Verona cambió por completo. "Estoy aprendiendo muchísimo", afirma. "Mi entrenador me da una confianza absoluta. Si un día no me va bien el entrenamiento, no pasa nada. Ya no entro en ese círculo vicioso que hace que no salgas".

Allí, en Verona, cuenta también con un preparador físico. Nada entre 70 y 75 kilómetros a la semana, con un volúmen de intensidad mayor que en España. Ha cambiado ligeramente su estilo y ha recuperado "sensaciones en el agua". Vuelve a disfrutar con la natación. Hace unas semanas obtuvo la mínima para los Mundiales, 2m 11.30s, una marca alejada de los 2m 10.25s de Sevilla en 1997; pero un registro, al fin, de nivel.

Ahora, de nuevo en la selección, vuelve a sonreír e incluso a llorar, pero de emoción, como le sucedió en la presentación del equipo español, cuando explicaba lo bien que ha sido acogida en Verona. "He recuperado mi optimismo natural, vuelvo a ser María Peláez". Su objetivo son los Juegos Olímpicos del año próximo y sueña con bajar de los 2m 10s y estar en la final de los 200 mariposa, cuyas series empiezan hoy.

María Peláez llora en la presentación.
María Peláez llora en la presentación.J. SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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