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Reportaje:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN

La resurrección de Ortega

Tras dos años de sinsabores, tras hundirse por el error de referencias en el techo que le frenó en Sidney, el mejor espaldista español vuelve a tope con ganas de resarcirse

Robert Álvarez

David Ortega tiene entre ceja y ceja la idea de restablecer en Barcelona la particular perspectiva con la que compite y se gana la vida. Como todos los espaldistas, está acostumbrado a dar lo mejor de sí mismo en posición supina, a escrutar cielos o techos buscando referencias al tiempo que convierte sus brazos en aspas que giran a toda velocidad. Así había logrado emular nada menos que a Martín López Zubero al ganar la medalla de oro de los 100 espalda en los Campeonatos de Europa de Helsinki. Sólo unos meses después, en Sydney, le esperaba su reto más ambicioso, hacer algo grande en los Juegos Olímpicos. Pero la tarde de aquél fatídico 17 de septiembre de 2000 sucedió algo que todavía lamenta. Iba bien colocado para meterse en la final, pero confundió la cuerda de quince metros con las banderas, situadas a cinco metros del final, y se paró antes de tiempo. El chasco fue tremendo: acabó séptimo, quedó eliminado. "Fue un error mío pero también de la organización, porque hasta a siete nadadores les pasó lo mismo. El techo era alto, como aquí, en Barcelona (la cúpula del Palau Sant Jordi está a 45 metros del pavimento), pero al revés de lo que sucede aquí, los focos estaban mal colocados y eso nos llevó al error, a pararnos diez metros antes del final. Me quedé con las ganas. Después de preparar unos Juegos durante cuatro años, fallar así es muy duro", subraya.

"Después de tanto tiempo sin competir tenía dudas, pero ya me veo bien y no tengo excusa"

Después del fiasco de Sydney, Ortega dejó la Blume de Madrid por diferencias de criterio con la federación española. Se pasó casi dos años sin competir a gran nivel, se perdió los anteriores Campeonatos del Mundo en Fukuoka por decisión del director técnico de la Federación. Perdió la motivación, las becas ADO, el amparo de la Federación. "¿Para qué estoy entrenándome para conseguir simplemente mínimas?", se preguntaba. "¿Para qué estoy machacándome y dejándome la piel?". Acostumbrado a una vida errante desde que dejó la ciudad de Castellón cuando tenía 14 años, el año pasado se refugió de nuevo en su club, el Castalia de Castellón, ciudad donde nació hace 24 años. Para resurgir tuvo que trabajar en solitario, sin disponer de una piscina de 50 metros ni de un gimnasio. Ahora, bajo las pautas de su entrenador, Antonio Oca, vuelve a ser optimista. "Después de tanto tiempo sin competir con mis grandes rivales tenía dudas, pero en los Europeos del año pasado en Berlín ví que sí, que he vuelto al ritmo de alta competición. Si en aquellas condiciones salí adelante, este año, que estoy otra vez en la Blume, no tengo excusa", concluye.

Ortega entra esta hoy en acción, en las series de los 100 espalda. No es su prueba predilecta, pero intentará clasificarse para la final. Ello le daría derecho a entrar en el plan ADO. En ese aspecto, David tiene la mala suerte de que su especialidad, los 50 espalda no es prueba olímpica y los resultados que obtenga en ella no le dan derecho a una beca ADO, las mejor remuneradas. Los premios tampoco son los mismos. Si por ejemplo ganara el título mundial en los 100, cuatriplicaría la cantidad de lo que percibiría si lo logra en los 50. Ortega basa su optimismo en los magníficos tiempos que ha efectuado durante los últimos meses. "Los márgenes con los que parto son muy buenos. En diciembre nadé los 100 en 56.00 segundos, algo que no conseguía desde hace dos años. Y en abril, en malas condiciones y nadando por la mañana, fui capaz de hacer 56.60", cuenta. Los horarios matinales no son de su agrado. Durante los últimos meses, además, ha eliminado los entrenamientos de las seis de la mañana y ahora sus biorritmos se han habituado a rendir mejor a partir de las once. La ventaja de ese horario es que su organismo está más descansado y es capaz trabajar con mayor intensidad y asimilarlo mejor. Es lo que buscaba para rendir al máximo en "su" prueba, los 50 espalda. Parte con la tercera mejor marca del año, 25.58 segundos, por detrás de los dominadores de la especialidad, el alemán Rupprath Thomas (25.09) y el australiano Matt Welsh (25.14). "Este año he sido capaz de nadar siete veces por debajo de 26.10. Eso me da una seguridad de que en este campeonato puedo aspirar incluso a bajar de 25.00", explica.

Ortega lamenta no poder alinearse en las pruebas de relevos. Y a cuenta de ello, se explaya en torno a la situación de la natación española. "Más que un estancamiento, creo que tenemos un equipo muy joven que podría optar a medallas en 2005 ó 2007. Cada vez queda más demostrado que se puede rendir a los 27 o a los 30 años. El problema de la selección es que la media de edad, excluyendo a tres personas, es de 20 años. Por eso no tenemos equipos de relevos. Porque nuestros nadadores de élite, a los 22 años, se buscan la vida y se retiran. Es un problema económico. Sí, en la natación te dan cinco y en un trabajo tres, pero sabes que si no logras las marcas mínimas, en la natación puedes quedarte al año siguiente a cero, te retiras", afirma. Recurre a la comparación con el atletismo. "Dar ese salto de calidad en la natación no es una utopía. Si la profesionalizamos más, si conseguimos que los nadadores no se retiren a los 22 años, si por uno o dos años en que no se logren resultados, no te excluyen de la selección y provocan que tiren la toalla, podemos salir adelante. Parece que sólo busquemos thorpes que ganen Campeonatos del Mundo con 17 años".

También denuncia cierto papanatismo: "Nina (Jivanevskaia) está un escalón por encima de todos nosotros, pero no es mejor de lo que lo fueron Joaquín Fernández o Sergi López. Ellos también estaban eclipsados por Martín López Zubero. Siempre valoramos más a los que vienen de fuera".

David Ortega, en el hotel de concentración español.
David Ortega, en el hotel de concentración español.CARLES RIBAS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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