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Reportaje:TOUR 2003 | Jornada de descanso

Las dos caras de la nueva era

Mayo y Mancebo, dos escaladores con estilos muy diferentes, son los españoles mejor clasificados

Carlos Arribas

De Iban Mayo dice Joseba Beloki que es un ciclista chisposo, reventador, por oposición a los ciclistas regulares y tranquilos, que no propician sobresaltos. De Francisco Mancebo dice Haimar Zubeldia que es un ciclista sufrido, "uno que siempre está aunque no se le vea, aunque parezca que desaparece", en oposición a los ciclistas vistosos y llamativos, que ocupan el foco permanente. Aunque vayan los dos en el mismo grupo selecto -como les pasó hace un mes en la Dauphiné Libéré, cuando marcharon en trío acompañando a Armstrong-, lo veremos claro en el periódico el día siguiente: en la foto estarán Armstrong y Mayo, y un trocito de maillot de Mancebo.

Iban Mayo, de 25 años, del Euskaltel-Euskadi, y Francisco Mancebo, de 27 años, del iBanesto.com, son, después de la caída de Beloki, los dos mejores españoles del Tour del Centenario. Tercero y cuarto de la general. Veinte segundos, a favor de Mayo, el héroe de Alpe d'Huez, los separan solamente. Veinte segundos de diferencia y un mundo de distancia a la hora de apreciarlos.

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En la subida mítica de los Alpes, Mayo, con los faldones de su maillot sueltos, alargando su espalda y generando una sensación increíble de velocidad en la ascensión, giro rápido de piernas, alegría de pedaleo, encarnó el nuevo espíritu de rebeldía frente al intocable Lance Armstrong. Por su parte, Mancebo, agarrado a su manillar, la cara un rictus agónico, marcha lenta, pura fuerza, fue la imagen del sufrimiento y la determinación. En ciclismo, donde tanto cuentan las sensaciones, incluso las visuales, agilidad de pedalada es sinónimo de forma exuberante, la base de la típica expresión "ése va sin cadena", mientras que pesadez y fuerza son sinónimo de dudas, de problemas.

"Iban subió con una cadencia de entre 85 y 90 pedaladas por minuto", explica Jesús Losa, el médico del Euskaltel. "Es la mayor cadencia que ha utilizado esta temporada para ascender un puerto duro. Es una cadencia alta para sus parámetros habituales. Es un síntoma más de su gran mejora estos últimos tres años. Antes trabajaba y se entrenaba por sensaciones, sin recurrir al pulsómetro, pero en los dos últimos años utiliza el pulsómetro y también el SRM, una biela que mide la potencia que se transmite a los pedales y la cadencia. Y la evolución ha sido buena porque los ciclistas aprenden a mejorar el cambio de la bicicleta como si fuera el cambio de velocidades de un coche". Durante su vuelo hacia la cima de Alpe d'Huez, Mayo se movió con un desarrollo de 39/23, invirtió 39.06 minutos para los 14 kilómetros, un tiempo en el que generó una potencia de 392 vatios, lo que no está nada mal si consideramos que un caballo de potencia equivale a 758 vatios (un coche de 100 caballos andará pues a 75.800 vatios), que es la mitad de la potencia que desarrolla un Petacchi o un Cipollini en los 200 metros en que se emplean a fondo en un sprint. Pero que tampoco es tanto comparado con los 454 vatios de Armstrong en la misma ascensión hace dos años, el día de su mayor exhibición en el Tour, cuando también se convirtió en el rey de la cadencia, con su espectacular molinillo de casi 100 pedaladas por minuto.

A los escaladores no se les mide por vatios absolutos, sino por vatios en relación al peso, es la famosa relación peso-potencia. Y en ese dominio, arrasa Mayo, que pesa 60 kilos solamente y anduvo a razón de 6,5 vatios por kilo. Armstrong, que generó 417 vatios el pasado domingo, cuando entró a poco más de dos minutos de Mayo, pesa 71 kilos, con lo que su relación peso-potencia se quedó en sólo 5,9, mientras que hace dos años estuvo al nivel de los mejores escaladores: 6,4 vatios por kilo.

Mancebo llegó en el mismo grupo de Armstrong el domingo pasado. Lo hizo con el desarrollo más largo del grupo (un 39/21) y con la menor cadencia, a 72 pedaladas por minuto, en una exhibición de fuerza. Generó pocos vatios menos que Mayo, 376 frente a los 392 del vasco, aunque su mayor peso -dos kilos más- signifiquen que su relación peso-potencia se quedó en 6,05, medio vatio menos por kilo que Mayo: de ahí la diferencia de poco más de dos minutos en la cima.

Mancebo siempre ha subido así en los últimos Tours, en los que ha hecho su aprendizaje de madurez. Pero así no subió hace un mes en la Dauphiné Libéré, cuando incluso atacó a Armstrong en La Ramaz. "Entonces se movía a más de 80 pedaladas por minuto, y era un síntoma de su gran mejora", explica Jesús Hoyos, el médico del iBanesto.com. "Y todos los datos que tenemos ratifican que está en gran forma. Así que creo que debe de sufrir un bloqueo psicológico, una somatización de algún tipo en el Tour". "No sé que me pasó, pero intenté quitar desarrollo y subir más ágil y me asfixiaba, así que recurrí a la fuerza", dice el ciclista de Navaluenga, quien desde antes de llegar al Tour mantuvo que acabaría en el podio de París.

Para conseguirlo cuenta con los síntomas de mejora ofrecidos en la última etapa alpina. Y cuenta también con los consejos de su director, José Miguel Echávarri, quien le explica lo importante que es para un ciclista mostrar la posibilidad de que puede atacar en vez de sólo perseguir, quien le pide que marche cotidianamente afilando el cuchillo y le recuerda el viejo lema de la banca: "Paso de buey, dentellada de lobo y hacerse el bobo".

Mayo, durante su victoria en Alpe d'Huez. A la derecha, Mancebo, en el prólogo.
Mayo, durante su victoria en Alpe d'Huez. A la derecha, Mancebo, en el prólogo.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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