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Crítica:CANCIÓN | Ibrahim Ferrer
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Qué bueno, compadre!

Los rescoldos de Buena Vista Social Club sirven para poder disfrutar aún del entrañable Ibrahim Ferrer. Hay quien piensa, y lo dice en voz alta, que se trata ya de un asunto geriátrico. Está claro que con 76 años cumplidos, el cubano no puede tener su mejor voz ni la firmeza de emisión de cuando era joven, pero lo compensa de sobra con una gran seguridad en sí mismo y un ansia conmovedora por cantar.

Ya no es aquel viejito tímido que asomaba dubitativo al escenario: ahora se mueve con la prestancia de una estrella y la soltura de una persona más joven. Se sabe en la cuesta abajo y quiere arrancarle tiempo a la vida para no perderse nada de lo que le está pasando.

La orquesta de 18 elementos Ferrer supone la posibilidad única de escuchar, a través de músicos excelentes, una orquesta al estilo de las que incendiaron La Habana en los años cuarenta y cincuenta, pero con toques inesperados como el órgano de Buenos Hermanos, en el número de Miguel Matamoros, que remiten a una época incierta.

Ibrahim Ferrer

Ibrahim Ferrer (cantante), Manuel Galbán (guitarra y órgano), Cachaíto (contrabajo), Guajiro Mirabal (trompeta), Demetrio Muñiz y Aguaje Ramos (trombón), Roberto Fonseca (piano), Yaure (trompeta), Toni Jiménez, Jimmy Jenks, Ventura García y Alfred Thompson (saxos), Javier Zalba (flauta y saxo), Ángel Terry (congas), Filiberto Sánchez (timbal), Robertico Millonario (percusión), Alberto La Noche (bongós) y Lázaro Villa e Idania (coros). Conde Duque. Madrid, 10 de julio.

Una segunda línea de metales apabullante, y una primera fila con percusiones variadas, el piano, el director de orquesta Demetrio Muñiz, y esos dos monstruos que se llaman Candelario Orlando López Vergara, el Cachaíto de la estirpe de contrabajistas de los López -hijo de Orestes y sobrino de Israel- y Manuel Hilario Galbán Torralbas, ese guitarrista atmosférico y aventurero que se curtió en los Zafiros de los sesenta y que ha llevado a Ry Cooder a firmar un disco con él, probablemente el último del californiano en Cuba tras haber tenido que abonar la multa millonaria por "colaborar con el enemigo" que le ha impuesto la administración del tejano intrépido.

Un milagro

Tener hoy en activo al señor Ibrahim Ferrer Planas es un milagro. Y su historia parece casi un cuento de hadas: en apenas seis años, y cuando ya cumplía los setenta, ha pasado de limpiar zapatos con el fin de redondear su magra pensión a llenar los principales auditorios de Estados Unidos y Europa. Siempre estuvo en un segundo plano en Cuba y llevaba tiempo alejado de la música bajo el peso de la decepción, cuando le fueron a buscar para las históricas sesiones de Buena Vista Social Club.

Con esa vocecita que le imputaban en Cuba para impedirle cantar boleros resulta que al final se ha salido con la suya. Y los borda. Como ese Herido de sombras unido al Como fue, Pedro Vega con Ernesto Duarte, que arrancó una de las ovaciones de la noche.

Tras Perfume de gardenias, se dio un respiro y los músicos rindieron homenaje a Rubén González con Isora club y Choco's guajira. La orquesta se desató a partir de La música cubana. Con un swing desbordante en números como Candela.

Ya no quedaba nadie en el escenario cuando el prometedor Roberto Fonseca regresó para tocar con delicadeza el piano. La voz de Ibrahim Ferrer empezó a llegar desde las bambalinas. Cantó Mil congojas y Dos gardenias para rubricar un concierto que fue de menos a más, y acabó siendo magnífico.

Ibrahim Ferrer.
Ibrahim Ferrer.CLAUDIO ÁLVAREZ

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