_
_
_
_
Crónica:TOUR 2003 | Sexta etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Indirecto duelo español

Heras y Casero, dos ganadores de la Vuelta, son los lugartenientes de Armstrong y Ullrich

Carlos Arribas

¿Qué une al Tour de Francia y a la Vuelta a España? Que dos de los últimos ganadores del Tour tienen de gregarios a dos de los últimos ganadores de la Vuelta. Roberto Heras y Ángel Casero no pueden intentar ganar la grande boucle porque su trabajo -bien pagado trabajo- consiste en ayudar a Lance Armstrong y a Jan Ullrich a hacerlo. Será un duelo indirecto y curioso.

Empezará hoy en la montaña, irónicamente en la etapa que termina en Morzine, en la ciudad en la que Armstrong tomó una de sus decisiones más importantes y acertadas. Hace tres años, camino de Morzine se ascendía la Joux Plane, un puerto con carácter, un puerto imprevisible. Subiendo aquel puerto, con su segundo Tour casi en el bolsillo, Armstrong vio cómo un insolente bejarano se atrevió a atacarle. El demarraje de Heras, que se llevó a su rueda a Jan Ullrich y a Richard Virenque, no valió para poner en peligro la victoria final de Armstrong, pero sí sirvió para desnudarle, para mostrarle débil, aun un mínimo instante, ante la humanidad.

"Armstrong me dijo que había sido más fuerte que él en La Mongie, pero sólo ese día"
Más información
Esperando a Beloki

Armstrong sufrió aquel día, el último día que recuerda que se vio en un atolladero en el Tour. Heras no ganó la etapa porque se cayó en una curva en el descenso y se aprovechó Virenque, pero se ganó el futuro. Porque Armstrong llegó a su hotel, se duchó, descansó, se sometió al masaje reparador, cenó y tuvo una visión, una visión terrible, una revelación como un rayo. Veía a un diablo moreno y menudo vestido de verde, blanco y azul, qué horror de combinación, qué verde más claro, clavarle el tridente una y otra vez, dejarle sin fuerza, vacío, mientras intentaba ascender el Tourmalet. Y él, Armstrong, resbalaba una y otra vez, y el diablo corría y reía, descarado.

En aquel momento supo que sólo Heras, el escalador más puro, podría impedirle seguir ganando el Tour y decidió neutralizarlo, decidió comprarlo.

Heras ganó la Vuelta de 2000 con Kelme, renunció a más sueños de grandeza y en invierno emigró al US Postal, donde se convirtió en el lugarteniente de Armstrong cuando llega la montaña. Llegó a un equipo edificado ciento por ciento en torno a una figura y una idea, diseñado simplemente para que Armstrong siga ganando el Tour. El resto, las ambiciones personales de todos los grandes corredores que forman el tren azul, es secundario. Un accesorio.

"Aunque, la verdad, me gustaría ganar una etapa", dice Heras. "Aunque sé y asumo que la prioridad absoluta es Lance", añade. A punto estuvo de ganarla en el Tour pasado en La Mongie, un día en el que Lance Armstrong dio gracias al cielo por tener a Heras en su equipo, y no en uno rival. Pero debió dejar pasar al boss para neutralizar a Beloki, que se acercaba. "Armstrong dijo que aquel día yo estuve más fuerte que él, pero sólo ese día", deja claro por si acaso.

"Pero yo no renuncié a nada", repite una y otra vez el escalador de Béjar. "Y aunque muchas veces me dicen que yo soy el único corredor capaz de batir a Armstrong en el Tour, yo sé seguro que Armstrong es mejor. Yo quizás tendría una oportunidad de luchar por un puesto en el podio. Pensar en ganar el Tour existiendo Armstrong me parece imposible", reconoce.

Si la marcha de Heras al servicio de Armstrong fue fruto de una elección consciente, Ángel Casero está trabajando para Ullrich como resultado de un par de carambolas.

Después de ganar la Vuelta de 2001, Ángel Casero, gran planta, gran capacidad contrarreloj, resistencia en la montaña, un quinto puesto en el Tour, como Heras, en su hoja de servicio, se encontró con el mercado español bloqueado. Comenzaba la crisis. Casero debió emigrar al Coast alemán, un equipo financiado por una empresa en crisis que intentó una huida hacia delante fichando a Ullrich, una incógnita tras su sanción por dopaje, al comienzo de esta temporada. Finalmente se produjo el crack del Coast y Casero aceptó reducir su sueldo para poder seguir de ciclista. Ahora el equipo se llama Bianchi, el liderazgo de Ullrich es incuestionable y Casero deberá aprender a hacer de gregario.

"A ver cómo se me da", dice, sonriente como siempre. "Que aún no he tenido oportunidad de demostrarlo".

Roberto Heras, subiendo a la Pandera en la Vuelta a España 2002.
Roberto Heras, subiendo a la Pandera en la Vuelta a España 2002.ASSOCIATED PRESS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_