Carta a Óscar Freire

¿Donde estás Óscar, que no te veo? Te he visto los primeros días con toda la intención, pero es que ni ayer ni anteayer has aparecido en la volatta, y me estoy empezando a preocupar. Nada hombre, tú no te apures en exceso que ahora llegan días buenos para tí. Días de sufrir poco, lo justo hasta que se forme el autobús y luego a llevar la bici a la meta. Es una pena pero este año no te podré hacer compañía en los grupettos, pero bueno, seguro que por ahí amigos no te faltan, y desde que hablas inglés sin acento de Torrelavega, habrás ampliado tu círculo de contertulios. Eso seguro.

Recibí tu mensaje de felicitación, y creo que tienes mucha razón en eso que me dices, que ahí hay mucha gente que se la juega. Me acuerdo de que el año pasado el Telekom tenía un bloque orientado para el trabajo con Zabel, y eran capaces de poner orden en la cabeza del pelotón y enfilar bien el grupo. Y para nosotros era simplemente cuestión de fuerzas. Si las tenías, pues venga, cara al viento hasta ponerse a la par de ellos. Y a tí ya sólo te quedaba sprintar, y bueno, enfrentarte a los codazos de McEwen, como no. ¡Pero es que este año es una locura! Yo cada vez que os veo no soy capaz de creerme que el año pasado andaba por allí metido. ¿Pero de que psiquiátrico os habéis escapado? ¡Pues venga, todos "p'adentro" y dejádnos ver la tele tranquilos!

Y es que además este año os ha salido uno que hay que darle de comer aparte, pero bueno, esa es otra historia. Tú tendrás que luchar al menos por hacer segundo, ¿no?. Por cierto, tienes que ganar en Marsella, que al día siguiente es día de descanso, y el sabor de la victoria dura 24 horas más.

Pues nada, saludos y te veo en Baiona si todavía aguantas en carrera. ¡Ah!, y saludos del Potro (su masajista), que igual -ahora lo pienso- es lo que te falta en el Tour.