Julio Bocca: "Mi principal virtud al bailar es el corazón que le pongo"
El artista, de gira por España, afirma que hay que dejar paso a los jóvenes
Simpático, natural y nada engreído, Julio Bocca (Buenos Aires, 1967) no responde al tópico de divo de la danza pese a ser una de las estrellas internacionales del firmamento de ese arte. El bailarín, que ofrece desde hoy una serie de actuaciones en el festival Grec de Barcelona con su Ballet Argentino, habló ayer sin tapujos y hasta con bromas de cómo será, rebasada ya la madurez física, la etapa final de su carrera. Bocca, que pidió paso para los jóvenes, respondió al preguntársele cuál considera su principal virtud como bailarín: "El corazón que pongo en el escenario".
"La danza no es sólo talento, sino trabajo constante, la disciplina, tomar cada día clase"
Bocca, que del 5 al 17 de agosto recalará en el marco de su gira española en Madrid (Festival de Danza, teatro Coliseum), también valoró de sí mismo "la disciplina, el hacer cada día clase, practicar", pues, recalcó, "la danza no es sólo talento, sino trabajo constante".
Julio Bocca dedica el primero de los dos programas que ofrece al tango (Boccatango), y el otro, a piezas de danza clásica, moderna y contemporánea, entre las cuales se cuentan dos que baila por primera vez, Night chase, de Chet Walker, con músicas de Henri Mancini y Lalo Schifrin, y Macbeth, una coreografía de Ana María Stekelman sobre la obra de Shakespeare con la música del Cuarteto de cuerdas número 1 'Metamorphoses nocturnes', de Ligeti. En esta pieza el danzarín argentino interpreta los dos papeles principales, Macbeth y Lady Macbeth.
Fuera del escenario, Julio Bocca resulta físicamente, de tan normal, hasta anodino. Su imagen contrasta vivamente con la que muestra en los escenarios y en los carteles publicitarios, en los que aparece como un semidiós desnudo con textura de estatuaria helenística. Es cierto que incluso al natural los torneados brazos, aunque sea emergiendo de una vulgar camiseta, le traicionan y que su cabello, con dos ondas que le caen sobre la frente sugiere la célebre anastole del peinado de Alejandro Magno.
"Boccatango es un ballet creado a finales de 2001 y que, destinado a ocupar dos semanas el teatro Maipo de Buenos Aires, estuvo finalmente dos meses a causa del éxito", recordó Julio Bocca. "La coreografía es muy simple, no hay historia, somos ocho músicos, dos cantantes y seis bailarines en escena y los temas son clásicos del tango argentino, especialmente de Astor Piazzola. Me siento muy identificado con él. Soy más de Piazzola que de Gardel; Piazzola es más acogedor para el baile y siento más su tango alegre, ágil, sin esa famosa cosa depresiva. Yo no me siento para nada triste".
El último Romeo
"No hago ya bises, porque acabo muerto", dice con una gran sonrisa Julio Bocca; "antes podía, pero ahora ya no". La confesión sirvió para abordar el tema del declive físico, tan tabú para muchos bailarines. "Llevo 17 años con el American Ballet Theatre de Nueva York y ahí he bailado las grandes producciones. Este año hice el último Romeo y Julieta de mi carrera. Me estaba empezando a costar mucho esfuerzo y no podía disfrutar del personaje, y yo quiero disfrutar en el escenario. Poco a poco me retiro del ballet clásico, para hacer más contemporáneo y, también, poder beber más cerveza. Ya estoy de 36 pasaditos. Es cierto que ahora la danza contemporánea está más teatralizada; antes la danza clásica era la que contaba historias y la contemporánea se consagraba al movimiento. Actualmente, la contemporánea te permite también crear personajes, mucha más libertad. La clásica queda para los más jóvenes, para descubrir el arte".
"No estoy cansado", prosiguió el bailarín. "Pero me voy preparando mentalmente para cuando llegue el momento de retirarme. No fue fácil la decisión de hacer el último Romeo. En esa función empezamos a llorar con mi partenaire desde el primer acto, y lloraron los demás bailarines, los técnicos... todo el Metropolitan acabó llorando. Pero me sentí bien, hice bien. Trato de hacer una vida paralela para no quedarme sólo con recuerdos. Tengo mi escuela en Buenos Aires, una fundación, una compañía. Quiero hacer más películas -por cierto, creo que Saura, con el que trabajé en Tango, está haciendo otra-, teatro... Estamos en conversaciones en Madrid para hacer algo, de musical [Bocca participó en 2000 en un musical de Broadway Fosse]. Siempre estaré dentro del arte".
Bocca recordó que que lleva 22 años de carrera profesional. "He cumplido todos mis sueños. He hecho más de lo que pensaba e imaginaba. Uno tiene que tener decisión y ver lo que viene detrás. Hay mucha gente joven. En mi época se perdieron muchos talentos porque la gente no supo apartarse a tiempo. Los productores, el público no se arriesgan con los nuevos si los famosos siguen".
Hablar de fin de carrera hace obligado hacerlo de los inicios. ¿Por qué se dedicó Julio Bocca a la danza? "Es algo que se produjo de forma natural. Empecé a los cuatro o cinco años. Mi madre era profesora de danza y la danza estaba a mi alrededor, en el ambiente. Siempre fue como un juego. Cada vez me hacía más fuerte, más seguro. A los ocho o nueve años, dije: 'Quiero estudiar danza', y me llevaron, nadie me obligó". ¿Fue difícil para un chico argentino consagrarse a la danza en vez de al fútbol? "Para mí, no. Siempre tuve el apoyo de la familia y para mis amigos del barrio eso de la danza era algo muy novedoso que incluso me daba prestigio, más aún cuando empecé a viajar. Nunca tuve ningún problema, al contrario".
Sobre la situación en Argentina, Julio Bocca dice que contrasta con la crisis económica y social la enorme efervescencia artística. "Hemos aprendido a valorar de nuevo lo nuestro, a dejar de mirar tanto afuera y al norte. Tenemos cosas buenas de todo, buenos poetas, buenos escritores, buenos bailarines. De todo, menos buenos políticos".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.