Al abordaje de los piratas
La SGAE revela el funcionamiento de las mafias del disco y el DVD
"Un kilo de CD es más rentable que un kilo de hachís". Esta frase de paternidad dudosa, que algunos atribuyen a la Agencia Tributaria, parece ya una verdad como un puño en España, que es la tierra prometida para las redes internacionales que piratean discos y películas: mafias paquistaníes, indias, de Bangladesh, chinas y marroquíes han asentado sus duplicadores y sus mantas en el país, al rebufo del clima seco, una indiscutible permisividad social y la espléndida acogida que más de 12 millones de consumidores han dado a sus productos, tan ilegales como baratos (dos euros un CD, cinco un DVD).
A raíz de las protestas de los autores y la industria legal por las pérdidas que supone ese negocio paralelo (100 millones de euros anuales), la policía ha comenzado a actuar en la lucha antipiratería, y sus espectaculares redadas de este año (Barcelona, Sevilla, Madrid...) han permitido desmantelar grandes redes, detener a algunos capos y conocer mejor el inquietante perfil de estas mafias, cuyo último y más visible escalón son los vendedores ambulantes chinos y subsaharianos autónomos (dicho sea sin ironía: ni siquiera pertenecen a las mafias).
El 90% de los operarios de 'fábrica' son inmigrantes sin papeles que cobran 480 euros al mes
Dos inspectores jefes de la Policía Nacional, Manuel Alcaide y Damián Fuentes, y el director de la Oficina de Defensa de la Propiedad Intelectual de la SGAE, Pedro Farré, presentaron ayer en Madrid un estudio realizado por Mega Investment Business Ltd. a partir de los datos policiales, y trazaron el mapa de este fraude moderno.
Una red prototipo gana al año un millón de euros libres de impuestos, vende los CD piratas al mantero por un euro, tiene ocho empleados fijos (sin contrato) y posee al menos tres locales en alquiler (aunque una red paquistaní, desmantelada el 4 de junio en la Operación Donner Kebab, poseía 14 pisos en Madrid).
Cada local tiene una función: uno se utiliza para copiar, otro para generar portadas y ensamblar los discos en sus carátulas, y otro para distribuir el producto a los vendedores. En cada uno trabajan un mínimo de dos personas, y, por supuesto, los empleados de cada local no conocen a los de los otros para evitar que la caída de un piso franco suponga la de los demás.
El estudio cuantifica también los gastos que supone el negocio. Una red media (tres locales, cinco torres de grabación con siete grabadoras cada una -35 duplicadoras- y ocho empleados) tiene unos costes mensuales de 50.105 euros. Cada CD listo para vender cuesta 0,385 euros. Como el precio que le hacen al vendedor es de un euro, las ganancias por cada CD ilegal son 0,62 euros. Calculando que cada red pone en la calle entre 125.000 y 150.000 discos al mes (depende de si libran o no dos días por semana), el beneficio mensual es de 79.894,39 euros: un millón de euros al año.
Otros datos reflejan un submundo de explotación, falta de escrúpulos, tecnología punta e importación ilegal. Aunque no todas las redes son iguales. Los vendedores ligados a mafias chinas y marroquíes trabajan con objetivos mensuales, que sirven para pagar a su red el viaje a España. Las mafias de otras nacionalidades no hacen venta ambulante: los subsaharianos van a su almacén, pagan en cash y luego revenden al doble. El inspector Alcaide aventura que un mantero puede llegar a ingresar en los meses fuertes entre 240 y 300 euros al día.
Los operarios de fábrica son en el 90% de los casos inmigrantes sin papeles que trabajan entre 12 y 14 horas diarias y cobran 480 euros al mes. Tres de los ocho se dedican ex profeso a tostar discos: hasta 16 horas diarias. Cada uno se ocupa de una torre que arroja sus copias cada vez más rápido: entre tres y cinco minutos por disco. Algunas tiran ya 600 copias por minuto.
¿Pero quién fabrica y distribuye máquinas tan potentes? ¿Y cómo es posible que estén en manos de particulares? "Las grabadoras vienen casi siempre del sureste asiático", responde Pedro Farré. "Muchas veces, las redes las importan a través de lo que la policía llama truchas (empresas tapadera), pero también un particular puede comprarlas a través de Internet, lo cual es ilegal porque su compra está restringida a las tiendas. ¿Qué particular necesita siete duplicadoras en casa?".
En la mayor operación antipiratería de la historia (el pasado martes, en Barcelona, 14 empresarios de varios países en comisaría), la policía pareció tocar al origen del negocio: la distribución de tecnología ilegal. Las 950 grabadoras incautadas eran de la marca Rimax. Las comercializa una empresa llamada Grupo CD World, que según la policía importa fundamentalmente de Taiwan.
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