"Debo forzar el fallo de Armstrong"
De primeras, Joseba Beloki tiene un ánimo encomiable: "Ya es hora de intentar ganar el Tour", pregona. Pero, desgranando lo que le espera allí, es decir un Lance Armstrong en busca de su quinto Tour consecutivo, es más prudente. Admite que el norteamericano, si sigue como hasta ahora, es imbatible. Sólo le queda esperar su fallo y, a lo sumo, intentar fozarlo. Eso sí, cuando le compara con Induráin, el navarro sale ganando.
Pregunta. ¿Con qué ánimo acude este año al Tour?
Respuesta. Quiero ganar el Tour. Si somos realistas, ya es hora de intentar ganarlo. Habrá que esperar al fallo y forzarlo. Quizá este año se pueden dar circunstancias, por el tipo de recorrido. Si Armstrong tiene algún momento malo... Acaso sea el verdadero año en que se pueda arrancar.
"Se piensa que somos cobardes frente al tejano. Pero no se le aguanta ni cuando sopla"
"Ir de amarillo es ir de amarillo. Los ocho días de Igor tuvieron más eco que mi segundo puesto"
P. ¿Cómo vencerle?
R. Cuando todos creíamos que Miguel [Indurain] iba a ganar su sexto Tour, pasando por delante de su casa, y que iba a lograr el récord de los récords, apareció el señor Riis [holandés], que le rompió un día. Y luego le rompieron los demás. Este año, a ver si se fuerza esa situación y Armstrong hinca la rodilla.
P. Este año ha ganado en Alcobendas y la última etapa que disputó antes del Tour, en la Bicicleta Vasca, donde acabó el segundo. ¿Llega en mejor forma que otros años?
R. Sí, porque aeróbicamente estoy mucho mejor. Puedo soportar cargas de entrenamiento más fuertes. Este año he podido trabajar en febrero y marzo mientras que el pasado estuve fastidiado con el tendón.
P. El año pasado, tras la victoria del ONCE-Eroski en la contrarreloj por equipos, Igor González de Galdeano se vistió de amarillo. ¿Buscará el equipo repetir algo similar?
R. Entraría dentro de nuestros planes. El año pasado pudimos. Y eso mismo buscamos ahora: entrar fortalecidos y distanciar bastante a los equipos peleones, que luego tienen que mover la carrera.
P. ¿Le gustaría ser quien se vistiera de amarillo?
R. Ir de amarillo es ir de amarillo. Hemos visto que los ocho días de Igor de líder en el Tour han tenido bastante más eco que mi segundo puesto al final. El año pasado tuve la suerte de que, con Igor de amarillo, pude ir más tranquilo. En éste, si se me presenta la ocasión, no la desaprovecharé.
P. A Armstrong siempre le gusta romper el Tour en el primer puerto importante. Esta vez la primera etapa de montaña es diferente, no acaba en alto.
R. El problema del Tour está siempre en la transición entre las etapas llanas y las de montaña. Ese día es muy peligroso. Y yo creo que nos favorece que el primer día de montaña no sea un día excesivamente duro. Pero sí abrirá muchas diferencias. Este año hay descensos peligrosos. Así que el Tour se decidirá mucho bajando. Tengo claro que el Tour, para la clasificación general, acabará en Luz Ardiden.
P. Ha hecho pleno en el podio en sus tres años en el Tour, una marca al alcance de pocos. ¿Pero le gustaría dejar un sello particular, algo más, por el que se le recuerde al cabo?
R. Me estoy dando cuenta de que donde más valor se le da a mi trabajo es fuera de aquí. Nos hemos acostumbrado a que, después de Miguel [Indurain], vemos el Tour de otra manera. Ahora, clasificas a tres corredores entre los cinco primeros y se considera como algo normal. Siempre tienes que dejar un sello. Y algún día ocurrirá. Pero yo no puedo ir sólo a ganar etapas en el Tour. David Etxebarria ganó dos y, después de dos años, la gente ya no se acordará.
P. ¿Qué estrategia acometerá?
R. Lo más importante es que, en el momento en que Armstrong pueda asestar el golpe fuerte, como hace dos años en L'Alpe d'Huez o el pasado en La Mongie, hay que estar descaradamente con él. Que no te saque ni un metro, que le surjan unas mínimas dudas y no tenga margen de maniobra. Si arranca y te saca dos minutos, entonces sabe que al día siguiente puede repetirlo. Ahí estará el instante clave. Si él tiene un mal momento, yendo apretada la clasificación general, ese mal momento se le hará bastante más grande.
P. La ventaja de Armstrong es más psicológica que física. Consigue que él se sienta más fuerte que nadie y que los demás se rindan a la evidencia.
R. La gente piensa que hay que ser valiente frente a Armstrong, que somos unos cobardes. Pero hay que verle. El decimosexto día de Tour está igual que el tercero. Le ves fuerte, que arranca como arranca. Y tienes que mirar para otro lado. La primera semana puedes estar con él, a su lado. Yo disputé una etapa con él en La Mongie. Pero cinco días más tarde no le aguantaba ni cuando soplaba. Ahí está la diferencia. Él te mata psicológicamente. Pero porque físicamente está pletórico.
P. ¿Qué otros favoritos ve?
R. Todo el mundo habla de Basso, Mancebo, Botero... Tengo dudas de los corredores que vienen del Giro porque sé lo que significa correr dos vueltas seguidas.
P. Iban Mayo dio una exhibición en la Dauphiné Libéré.
R. También tengo mis dudas. Lleva desde abril a tope y creo que un corredor no puede aguantar tanto tiempo así.
P. En su última aparición, Armstrong encontró en él a un rival inesperado.
R. De esto se ha hecho una bola muy grande. Cada vez que le atacó Mayo, Armstrong perdía cinco o diez segundos. Nunca va a forzar la máquina antes del Tour, y menos en la Dauphiné. El día que verdaderamente tenía que asestar el golpe lo dio. En la contrarreloj metió un minuto y medio en 30 kilómetros. Si saco una conclusión positiva es que vemos que, por fin, Armstrong se cae al suelo, como los demás. Por su forma de ser, eso le preocupa.
P. Mayo tiene un estilo de correr muy agresivo. ¿Puede desencadenar un cambio en la manera de correr de los demás?
R. Armstrong no salió a los ataques de Mayo. Hay que analizar si no salió porque no quiso o porque no pudo. Para mí, porque no quiso. Hay gente muy chisposa. El Tour es una carrera aparte. Quienes ganan vueltas cortas entran dentro de los posibles ganadores de etapa. Pero, al final, en la general siempre están los mismos. Corredores como Mayo quizá nos pueden ayudar a nosotros para poner nervioso a Armstrong y que el US Postal tenga que cambiar la estrategia.
P. Tal vez le duela a usted que él haya citado entre sus posibles rivales a Ullrich, Botero, Hamilton o Simoni. Pero en ningún momento a Beloki.
R. Lo dice porque todos tienen el mismo preparador. Pero es lógico, porque él tiene referencias. Todos ellos tienen el mismo preparador que Armstrong, es decir que él sabe cómo se ha entrenado esa gente. Yo, desde luego, no le pienso dar pistas. Entrar en las quinielas es algo absurdo porque responden a intereses. Todos vemos el caso de Botero. Cada año hay una etapa en la que pierde 20 minutos. Luego, pesca una escapada y todo el mundo dice lo fuerte que va Botero. Pero ha perdido 20 minutos.
P. ¿Cómo es su relación con Armstrong en la carrera? ¿Es tan prepotente?
R. A Miguel [Indurain] nadie le habrá oído nunca hablar mal de nadie. Esa guerra entre Pantani, Simoni, Armstrong... Es absurdo. Lo mejor es pasar de él, y eso que mi relación con él es buena.
P. Este año le faltará la compañía de Igor González de Galdeano, lesionado en un hombro. Por un lado, su ausencia le resta una ayuda potencial en caso de necesitarla. Pero por otro queda claro que el único líder del equipo es usted.
R. Igor y yo siempre hemos ido con las ideas muy claras al Tour. No es cuestión de galones, porque todos saben que, al final, quien manda es el que va en el coche.
P. Igor también tuvo problemas con las autoridades francesas, que le acusaron de doparse.
R. Yo estoy bastante sensibilizado en ese caso porque me ocurre lo mismo. Soy asmático. He pasado controles en el Tour por el ventolín. Además, los dos tenemos el mismo tratamiento y me da la sensación de que lo mismo que le ha tocado a él me podría haber tocado a mí.
P. ¿Llegará al Tour con su futuro resuelto?
R. Tengo tranquilidad. Mi situación en el mundo del ciclismo se puede decir que es privilegiada. Tengo varias ofertas en firme. Pero, sobre todo, una ilusión por seguir relacionado. Si no puede ser con el ONCE a partir de 2005, sí con el proyecto que surja de él.
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