Recelos con los socios
El PSC aumenta el protagonismo de Maragall y deja de hablar de gobiernos con ERC e ICV
Los socialistas han iniciado la rectificación del tiro después de las elecciones municipales. El principal cambio consiste en que el Partit dels Socialistes (PSC) ha dejado de predicar a favor de la mayoría plural de izquierdas para recuperar en solitario el papel de alternativa a Convergència i Unió (CiU). A partir de ahora, el mensaje será que quien quiera a Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat, debe votar a Maragall.
Los dirigentes socialistas no paran de contar casos de simpatizantes que votaron candidaturas de Esquerra Republicana (ERC) y de Iniciativa Verds (ICV) porque daban por supuesto que se mantendrían las mayorías de izquierdas y el alcalde seguiría siendo socialista. Eso ocurrió particularmente en la ciudad de Barcelona, donde el alcalde Joan Clos perdió el 25% de votos y de concejales en beneficio directo de sus aliados de ERC e ICV. El malestar por esta redistribución del voto entre socios lo expresó crudamente el primer secretario del PSC, José Montilla: "Unos tiran del carro y otros van encima repartiendo caramelos a la gente". Y, claro, luego la gente vota a los de los caramelos, con la idea de que quien seguirá tirando será el mismo.
El PSC concluye que la oposición conjunta a CiU favorece a Iniciativa y Esquerra
No es que se renuncie a formar una mayoría de izquierdas en el Parlament o a un gobierno de izquierdas. Es que se ha llegado a la conclusión de que los años de oposición conjunta a CiU en el Parlament parecen beneficiar más a los pequeños, que cada vez lo son menos, que al PSC.
Pero es, también, que se desconfía de la solidez de la alianza con ERC e ICV. A ello han contribuido en gran manera los pactos para formar mayorías de gobierno en los ayuntamientos donde no hay mayoría absoluta. Este proceso ha hecho saltar algunas alarmas. Los socialistas han sido literalmente expulsados de las posiciones de gobierno que ocupaban en el Pirineo leridano gracias a la acción conjunta de ERC y CiU: La Seu d'Urgell, Tremp, La Pobla de Segur, Esterri d'Àneu. Esto se suma a pérdidas registradas en anteriores elecciones como Sort y El Pont de Suert. En una extensa franja de territorio, el PSC ha quedado casi sin apoyaturas institucionales. Conseguir Vielha no ha sido más que un consuelo.
Este comportamiento de los republicanos ha hecho que los dirigentes socialistas se interroguen acerca de la consideración que deben tenerles. ¿Son aliados estratégicos? ¿O son rivales estratégicos? No lo saben. Lo más inquietante del caso es que muchos de ellos creen que ni la propia ERC lo sabe.
En cualquier caso, sin embargo, el PSC percibe cómo en la Cataluña interior ERC actúa con ellos de forma ambigua, alternando acuerdos entre las izquierdas y pactos con CiU. Y que eso discurre en paralelo a un cambio en la identidad de ICV, que la hace más distante, más difícil.
A esto se suma la inquietud por la orientación de los nuevos votantes. A falta de lo que digan estudios cualitativos, un dirigente de la federación barcelonesa del PSC describía así la situación: "Los nuevos votantes con sensibilidad de izquierda, que han participado en las movilizaciones contra la guerra, contra la globalización neoliberal, etcétera, se han ido con ICV. Y los nuevos votantes con sensibilidad más nacionalista, con ERC. El PSC aparece para todos ellos como un partido del establishment".
Si alguna situación exige una rectificación enérgica es la que se ha dado en la ciudad de Barcelona. Aquí la palabra mágica es proximidad, con la que se pretende conjurar el riesgo de una desafección tras 24 años seguidos de gobierno de izquierdas dirigido por alcaldes socialistas.
El PSC cree que en la capital catalana se conjuraron múltiples circunstancias adversas para su candidatura. El deseo de castigar a los equipos gobernantes, que se dio en alcaldías de todos los colores; el hecho de haber sido escogida por José María Aznar como blanco de ataques a los socialistas por la política de vivienda; la excelente campaña de sus socios de gobierno. Pero también errores propios. Entre ellos, una campaña publicitaria mal orientada, "que vendía la ciudad como si fuera Hollywood, cuando es patente que hay muchos problemas", dijo uno de los socialistas barceloneses consultados. Pasadas las elecciones, el eslogan La mejor ciudad del mundo parece excesivo incluso a los socialistas.
La causa principal, no obstante, es a juicio de muchos dirigentes la excesiva importancia dada por el PSC y Clos a los grandes proyectos en detrimento de la atención a los problemas inmediatos de los ciudadanos. "La gente normal no utilizará el AVE más que una vez en toda su vida y en cambio sabe que no tiene guarderías", dijo un concejal reelegido. "Demasiado AVE, demasiado Fòrum, demasiado Porto Alegre", dijo otro.
La consigna para corregir esta orientación es "menos hablar de grandes asuntos y más sensibilidad con la gente". Una variante de esta orientación es "menos Porto Alegre y más proximidad". Y otra: "con la gestión no basta, hace falta más política".
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