La parada del autobús de la línea 130
Los madrileños hemos oído hablar de la maldición de la línea 130 de la EMT: los drogadictos que la utilizan y todas las "molestias" que suponen. Pero no sólo la utilizan drogadictos, la usan, o usarían muchas más personas si el Consorcio de Transportes, la EMT y el Ayuntamiento tomaran algo de perspectiva y no vieran únicamente la maldición.
Soy una de los cientos de personas que trabajan en el Centro de Transportes de Madrid y en Mercamadrid, y que sólo cuentan con la línea 88 (Legazpi-Mercamadrid) y la 130 (Villaverde Alto-Vicálvaro) para llegar al trabajo. ¿Saben dónde está Mercamadrid? En el caso de la 130, muchas personas sólo la usan en uno de los trayectos, para ir o para volver, porque la parada que hay frente al Centro de Transportes de Madrid (CTM), en dirección a Villaverde, está entre una salida en curva de la M-40 y la carretera en la que desemboca esta salida. Y para llegar a la parada o salir de ella hay que cruzar cuatro carriles con un tráfico infernal, sin semáforo ni paso de cebra ni paso elevado y sin iluminación por las noches (en muchas empresas existe el turno de tarde, que termina de noche el trabajo y también es de noche de madrugada), la marquesina brilla por su ausencia y muchos drogadictos esperan el autobús sentados en el quitamiedos de la salida de la M-40. ¿Se imaginan una parada de autobús urbano bajo el nudo supersur? Pues eso es lo que tenemos frente al CTM.
No puedo por menos que pensar que la EMT ha olvidado esta parada a pesar de las reclamaciones. Y ha debido hacerlo porque es la más cercana al hipermercado de la droga de Las Barranquillas, y seguro que piensa que no la utiliza nadie más: una línea de autobús exclusiva para los drogadictos, ¿no? ¿O es una manera de acabar con ellos esperando que los atropellen, y de paso a los demás usuarios?
Señores, si las instituciones que se ocupan de cuidar de los toxicómanos se han cuidado de asfaltar el sendero que ellos mismos habían hecho para llegar hasta los vehículos que les dispensan metadona y un poco de comida caliente, rodeándola incluso de una zona ajardinada, ¿por qué tenemos que jugarnos la vida atravesando esa carretera para hacer uso de un servicio "público" que también pagamos todos? Esta especie de discriminación "inversa" es la que alimenta la discriminación directa que conocemos, cuando los derechos de la parte "normal" de la población se relegan para atender los de los más necesitados. Nosotros también necesitamos cosas. Los que no tienen coche necesitan el transporte público y no tienen que arriesgar su vida en el empeño. Por favor, cambien la parada a un lugar seguro y acondiciónenla.
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