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CRISIS EN LA COMUNIDAD DE MADRID

Tamayo responsabiliza a Simancas del conflicto por "incumplir pactos internos"

El diputado tránsfuga niega que haya una trama político-inmobiliaria dirigida por el PP

Luis R. Aizpeolea

La esperada intervención del diputado traidor al PSOE, Eduardo Tamayo, fue un fiasco. No ofreció ninguna sorpresa. Ni siquiera ofreció espectáculo porque, justo al acercarse al atril para iniciar su intervención, los diputados del PSOE y de IU abandonaron el hemiciclo. Además, todos los portavoces le ignoraron en sus intervenciones. Tamayo responsabilizó de la crisis de la Comunidad de Madrid a Rafael Simancas por "incumplir el pacto interno" de reparto del poder socialista en el Gobierno madrileño. "Nada de tramas de abogados de constructores y del PP. No busque fantasmas", le espetó.

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La entrada en el hemiciclo de Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez ya se ha convertido en un rito. Entran justo a la hora del inicio de la sesión, aceleradamente, sin mirar a nadie y ante la indiferencia glacial de todos los diputados. Ambos se sitúan en una esquina, bajo el reloj, y separados por dos escaños vacíos del Grupo Socialista.

Aunque Tamayo reiteró a lo largo de su intervención su vinculación con el programa socialista e incluso su compromiso de votar al candidato del PSOE, Rafael Simancas, todo su argumentario concordaba con las posiciones del PP. Bien porque estaba concertado de antemano, según la tesis que manejan los socialistas, o porque las circunstancias lo han hecho así, según el propio Tamayo. Ése es el fondo del asunto que ayer él no aclaró.

El diputado disidente del PSOE insistió en que Simancas no ha ofrecido pruebas de la trama político-inmobiliaria que explica su deserción. "¿Qué pruebas ha presentado Simancas? Todos esperábamos la gran sorpresa. Sólo nos ha contado lo que ya sabíamos. No ha aportado nada nuevo, porque no existe nada", señaló Tamayo.

A continuación aseguró que las llamadas telefónicas realizadas al constructor Francisco Bravo, afiliado al PP, y al abogado José Esteban Verdes, también afiliado al PP, que el PSOE presenta como elementos de la trama, "no prueban nada". "¿No tendrán algo que ver con mi condición de abogado?", se defendió.

Tras negar la existencia de una trama que implicase al PP, Tamayo justificó así la crisis de Madrid: "Ha sido el incumplimiento de un pacto del señor Simancas con nosotros

[Renovadores por la Base], de lo que ha hecho un asunto personal". A lo que añadió: Que "Simancas no busque fantasmas, ni abogados, ni constructores, ni al PP. Simancas es maquiavélico, amigo de los pactos ocultos y de los incumplimientos".

Tamayo limitó la crisis de Madrid a un desacuerdo interno en la Federación Socialista Madrileña y precisó que, tras el congreso madrileño del PSOE, su secretario de Organización, José Blanco, y Rafael Simancas se comprometieron con él y su grupo a otorgarles el 40% de la presencia en las listas electorales. "Ése es todo el problema. El señor Simancas no cumplió su compromiso. A Simancas ya nadie le cree".

Tamayo volvió a sacar a colación, como hizo el día de su deserción, sus discrepancias con los acuerdos del PSOE con IU en Madrid. "¿Cuáles son los acuerdos secretos del PSOE con IU? El cien por cien del electorado quiere conocer esos acuerdos. ¿Por qué ha engañado Simancas a los votantes del PSOE y a Zapatero?". A continuación arremetió contra la portavoz socialista, Ruth Porta, persona de confianza de Simancas. "¿Iba a dar Simancas la Consejería de Urbanismo o de Hacienda a Ruth Porta? ¿O a su marido, Enrique Benedicto? ¿Quién iba a ser el presidente de Caja Madrid?".

A lo largo de su intervención, Tamayo quiso limitar su discrepancia con el PSOE al reparto de poder interno en el partido, así como a la repercusión que en ello ha tenido la alianza con IU. De tal manera que incluso sorprendió cuando señaló que el programa socialista "se ha quedado corto". Tras manifestar su acuerdo con la Ley del Suelo, Tamayo insistió en que las 50.000 viviendas de protección oficial que había ofrecido el programa socialista, así como las 100.000 en alquiler le parecían escasas.

En todo momento quiso también diferenciar su animadversión hacia Simancas de su respeto hacia el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. "Simancas es la antítesis de Zapatero. Simancas ha puenteado a la Federación Socialista Madrileña con Zapatero y le ha engañado".

El tramo final de su intervención fue un auténtico psicodrama. En él reflejó toda su animadversión hacia Simancas, cuya dimisión pidió porque "el PSOE tenía mejores candidatos". Acaso fue ésta la única pista que ofreció Tamayo sobre su abstención en la investidura de Rafael Simancas. A esas alturas de la tarde, en su segunda intervención, Tamayo había tenido que soportar la total indiferencia de los portavoces hacia su persona y los ataques que le dirigió sistemáticamente Simancas, siempre de manera indirecta. Le llamó "corrupto" y "delincuente" reiteradas veces. Tamayo se descargó y denominó a Simancas, en su réplica, "payaso". "No nos cuentes más cuentos. Te conozco perfectamente Simancas. Estás manipulando la FSM", le dijo.

Eduardo Tamayo (en primer plano), con María Teresa Sáez.
Eduardo Tamayo (en primer plano), con María Teresa Sáez.GORKA LEJARCEGI

Los desertores se mantienen imperturbables en el escaño

Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez siguieron de manera imperturbable las cinco horas que duró la sesión, en la que oyeron de todo en las intervenciones de los portavoces del PSOE e Izquierda Unida.

Sáez dejó las gafas sobre el escaño e, igual que la víspera, fijó la mirada en un punto, sin apartarla en ningún momento. Sólo una vez, durante la intervención del portavoz de IU, Fausto Fernández, hizo un breve comentario a Tamayo. Éste tomaba notas con frecuencia, especialmente cuando le dirigían expresiones descalificatorias que, según adelantó en su réplica, servirán para dirimir el asunto en los tribunales.

Las dos veces que Tamayo se dirigió al atril para intervenir se produjo la espantada en las filas del PSOE e IU. En la segunda réplica, hubo una cierta confusión en las filas socialistas, pues unos parecían querer permanecer y otros optaban por ausentarse. Lo dirimió Simancas, levantándose con resolución. Al subir Tamayo al atril, algunos diputados socialistas que salían del hemiciclo le llamaron "sinvergüenza" y "cabrón".

En el Grupo Popular sólo hubo una reiterada y significativa ausencia en las dos intervenciones de Tamayo. Fue la del presidente del Gobierno en funciones y alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien en la primera intervención se marchó durante 20 de los 30 minutos en los que habló Tamayo. En la segunda, se fue al poco de iniciarse, y ya no regresó.

La rigidez y la contención que mantuvo Tamayo durante toda la sesión se desbordó en su réplica final, de 15 minutos, en la que atacó con saña al candidato socialista a la presidencia, ausente del hemiciclo. "No hemos recibido más que desprecios de Simancas. Ha hurtado la representación de la Federación Socialista Madrileña, ha engañado y ha metido en un lío a Zapatero. Ha atemorizado a los socialistas madrileños", dijo.

Fue una mezcla de despecho personal y de denuncia particular de su marginación en la línea dominante de la FSM, cuyo secretario general es Rafael Simancas. En ese contexto, dio a entender que no le votaría en la elección final que se produciría una hora después, al señalar que había otros dirigentes mejores en la FSM.

Su despecho personal lo extendió a la portavoz socialista, Ruth Porta, y a su marido, Enrique Benedicto, sobre los que trató de proyectar la crisis interna de la FSM. Pero la sensación que dejó en el hemiciclo, entre los diputados socialistas, fue la de que habían asistido a un "psicodrama". Para todos ellos, lo que había quedado claro tras la intervención de Tamayo, y la votación final, fue que, definitivamente, se había alineado con el Partido Popular.

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