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Columna
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Arrogancia

Juan Cruz

La arrogancia con la que el futbolista Raúl exigió el domingo la presencia del alcalde para resolver su pretensión de desobedecer las órdenes relativas al uso de la Cibeles es un reflejo de esa actitud que el dicho popular resumió así: "¡Usted no sabe con quién está hablando!".

Hay otra escena. La protagoniza Hierro ante el presidente de la entidad, en cuyo equipo de fútbol el susodicho Hierro ha figurado durante años como capitán. Según la versión difundida, este futbolista repitió ante su presidente la misma escena que ya le hizo hace un año en Montecarlo; entonces, este capitán de futbolistas utilizó la prepotencia de su cargo para reprocharle al dirigente su modo de llevar las cosas del club. Lo hizo como ahora: ante la gente, poniéndole el dedo delante, como si le reprochara algo cuya sustancia no podía esperar al aire acondicionado de un despacho.

Hay aún una tercera escena, contada por el mismo protagonista. Se trata de Vicente del Bosque, entrenador del Madrid. Cuando acabó el partido, se encerró en su despacho porque no es muy proclive a las celebraciones multitudinarias que incluyen cava. Esta justificación no sepulta un hecho también notorio: mientras él huía de la celebración, en el vestuario se desarrollaba otro episodio cuyos tintes públicos lo semejan a un motín. ¡Y el entrenador estaba en su despacho perdiéndose las burbujas de esta manera de triunfar!

Los futbolistas -y muchos profesionales, qué duda cabe- tienen tendencia a capitalizar individualmente los beneficios del colectivo. Sin ir más lejos, en la Comunidad de Madrid ha habido un caso flagrante: dos individuos que ahora han cambiado de bando y de peinados se han beneficiado del éxito de su colectivo para decirles a sus anteriores líderes políticos: "¡Ustedes no saben con quiénes están hablando!". En cuanto al fútbol propiamente dicho, hay algunos que ahora se preguntan por qué la directiva de club tan premiado como galáctico ha tomado las determinaciones que hizo públicas el lunes. Me pregunto qué hubieran hecho esos críticos en sus empresas o en sus casas enfrentados a argumentos como, por ejemplo, ese dedo de Hierro apuntándoles al centro mismo de la nariz... En el fútbol son más rápidos que en la política...

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