La guerra de los asentamientos
Amos Oz, uno de los escritores israelíes más conocidos, asegura que la actual guerra palestino-israelí en realidad es dos guerras: una guerra "injusta" contra Israel y los judíos para establecer un Estado islámico fundamentalista en una "Palestina árabe", y la guerra "justa" del pueblo palestino para conseguir un Estado independiente digno de ese nombre. Por su parte, Israel también se enfrenta a dos guerras: una justa para defender su derecho a existir, aceptada en su integridad y seguridad en Oriente Próximo, y otra injusta e inútil que pretende perpetuar su ocupación de la franja de Cisjordania y Gaza y los asentamientos judíos que se encuentran allí. En Cisjordania y Gaza hay unos 220.000 colonos israelíes, sin incluir las aproximadamente 190.000 personas que viven en las barriadas de Jerusalén que se extienden más allá de la frontera de 1967 de la antigua y dividida Jerusalén. A pesar de la Intifada, el número de colonos sólo ha disminuido en alguno de los 144 asentamientos y hay más de 7.000 colonos sólo en Gaza, agrupados en 16 comunidades que ocupan el 20% de una tierra empobrecida que ya sufre una de las mayores densidades de población del mundo.
La ayuda de Israel para ampliar los asentamientos es grande. En los últimos diez años, éstos han recibido subvenciones anuales de 920 euros 'per cápita'
Dada la magnitud del asentamiento y el poder de los intereses creados, la idea de una evacuación forzosa de los territorios ocupados es impensable
El Ejército, con los colonos
La ayuda del Estado de Israel para ampliar los asentamientos es considerable. En los últimos diez años, éstos han recibido subvenciones anuales equivalentes a, aproximadamente, 920 euros per cápita, mientras que las ciudades en desarrollo han recibido 575 euros, y las comunidades árabes en Israel, 430. Los fondos del Estado financian el 50% de los gastos de vivienda en los asentamientos, comparado con el 25% en Israel. ¿Cuál es el objetivo de esta política de expansión en los territorios ocupados? ¿Por qué los asentamientos se han establecido incluso en zonas densamente pobladas por palestinos? Los territorios que, tras la guerra de 1967, se iban a utilizar como baza en las negociaciones a cambio del reconocimiento de Israel y para conseguir la paz, ahora están permanentemente ocupados para evitar que se forme un Estado palestino que posea la soberanía y la continuidad territorial necesarias para crear un Estado pequeño pero autónomo. En realidad, el Ejército se encuentra allí para proteger a los colonos y para imponerles la soberanía de facto israelí.
Pero la ocupación ha tenido efectos malignos: restricciones de la libertad de movimiento, acoso y humillación diarios y bloqueo de carreteras. Como consecuencia de ello, los territorios ocupados se han convertido en un obstáculo para la paz y, paradójicamente, en una amenaza para la propia seguridad de Israel, de sus ciudadanos y sus soldados. Los israelíes no pueden dominar a otro pueblo y vivir en un Estado democrático manteniendo sus ideales sionistas a menos que ellos mismos se liberen de los territorios y aspiren a conseguir la coexistencia de dos Estados con fronteras reconocidas y relaciones de buena vecindad.
Dada la magnitud del asentamiento y el poder de los intereses creados, la idea de una evacuación forzosa de los territorios ocupados es impensable. Pero cualquier acuerdo entre Israel y los palestinos requerirá una primera fase de evacuación de, al menos, 50.000 o 60.000 personas que viven en los asentamientos más alejados y diseminados. Hace tres años, el primer ministro Ehud Barak propuso una posible solución para unos 150.000 colonos: reunir algunos de los grandes asentamientos en bloques contiguos y anexionarlos a Israel junto con los barrios periféricos de Jerusalén. A cambio se cedería tierra israelí al futuro Estado de Palestina.
Pero es improbable que los palestinos acepten esa solución. De modo que se tiene que idear algún sistema de incentivos para animar a una gran parte de colonos a repatriarse y a permitir la presencia continua de los otros en los territorios, respetando al mismo tiempo la soberanía palestina. Esto sería más fácil en el caso de los colonos que se desplazaron a los territorios por cuestiones pragmáticas (viviendas subvencionadas, la calidad de vida suburbana, incentivos fiscales), porque básicamente van y vienen todos los días, llevando un estilo de vida que no es muy diferente del que tendrían si estuvieran viviendo en Israel.
Mandato bíblico
Hoy, por la inseguridad y los atentados terroristas que se producen a diario en las carreteras, y mañana, por la creación de un Estado palestino, lo más probable es que esos colonos quieran volver a vivir dentro de las fronteras de Israel. A lo mejor, en un futuro de coexistencia pacífica y fronteras abiertas, incluso podría haber comunidades judías con administraciones autónomas en los territorios, igual que existen actualmente comunidades árabes de ese tipo en Israel: los judíos que se queden serán residentes extranjeros en el Estado palestino y estarán sometidos a sus leyes. Pero los colonos movidos por una ideología nacionalista-religiosa, consagrados al mito de un "Gran Israel" y convencidos de que están cumpliendo el mandato bíblico de recuperar la tierra sagrada, se opondrán a la evacuación. Sin embargo, tendrán que acatar las decisiones democráticas de su Gobierno. ¿Cuánto costaría una repatriación de tales características? Hagamos un cálculo aproximado: si entre un 60% y un 70% de los colonos estuvieran dispuestos a regresar a Israel, estaríamos hablando de unas 130.000 o 150.000 personas, o, lo que es lo mismo, de unas 25.000 o 30.000 familias. Tomando como base el precio medio de una vivienda en Israel (280.000 euros por familia, aproximadamente), se podría calcular que el gasto total sería de entre 7.000 y 9.000 millones de euros. Varios países podrían contribuir al pago de esa cantidad dentro del marco de una solución global al conflicto: Estados Unidos y los países de la Unión Europea, así como Arabia Saudí y los demás Estados del Golfo. Si adquirieran las viviendas de los colonos, después podrían cedérselas a los refugiados palestinos que se asienten en el futuro Estado de Palestina.
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