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Reportaje:

Irreductibles frente a la corrupción

Cumbre en París de jueces 'rebeldes' contra la "gangrena de la democracia"

Los jueces sin miedo ya no son lo que eran. La dinámica creada por estos iconos de los años noventa se ha frenado, pero algunos intentan reavivar la llama de un movimiento en peligro de extinción. Ayer, en el anfiteatro de la Universidad de la Sorbona, ex magistrados, jueces en activo -como Baltasar Garzón- y personas de la sociedad civil lanzaron la Declaración de París, que pide nuevas medidas de lucha contra la corrupción, calificada por ellos de "gangrena de la democracia".

La candente realidad madrileña prueba el sentido que podría tener una de las peticiones del documento: que los políticos "expuestos" demuestren la licitud de sus fortunas. Garzón ilustró al auditorio sobre "la vuelta de la corrupción a la primera línea en España" y, sin citar directamente a la Comunidad de Madrid, afirmó que el poder judicial tiene "un importante papel" que jugar en el esclarecimiento de "uno de los procesos más escandalosos" que se viven en España. Garzón descartó, no obstante, que la Audiencia Nacional -a la que él pertenece- sea competente para entender de ese caso.

Garzón ilustró al auditorio sobre "la vuelta de la corrupción" a primer plano en España

El juez español lamentó también la falta de independencia del fiscal anticorrupción -por su dependencia del fiscal general- y, en un plano más global, resaltó la contradicción de aprobar legislaciones contra el terrorismo y "violar sistemáticamente los derechos humanos, como en Guantánamo".

Pero el tiempo no pasa en balde. La mayor parte de los demás jueces que asistieron al acto ya han perdido el poder de investigar y no es seguro que hayan creado escuela. Por ejemplo: Bernard Bertossa, ex fiscal general de Ginebra, quien dejó su cargo hace un año tras haber encausado a medio centenar de jefes de Estado, presidentes de Gobierno y ministros de una buena colección de países, ha comprendido que los magistrados se encuentran "demasiado aislados" incluso en Europa.

Y la juez Eva Joly, que investigó las desviaciones de dinero en la petrolera francesa Elf, ha de soportar ahora que otros jueces prohíban la venta de un libro en el que cuenta las presiones recibidas durante su trabajo. ¿Los héroes de los años noventa han perdido el favor de la opinión pública? Se les vio llevar a cabo registros, ordenar detenciones de personalidades de primer orden, encargar escuchas telefónicas, usar las armas coercitivas propias del procedimiento penal. Sin embargo, ayer, bajo la cúpula de la Sorbona, eran unos ciudadanos que intentaban servirse sólo de su autoridad moral.

"Los derechos humanos están amenazados por la corrupción", afirmó Eva Joly. "A todos nos concierne esta gangrena mortal para la democracia", alertó Bertossa, mientras Yolanda Pulecio criticaba al presidente colombiano, Álvaro Uribe, por haberse empeñado en una guerra sin cuartel contra las FARC al precio de olvidar a los 3.000 secuestrados por esta organización, entre ellos su hija, Ingrid Betancourt, que desapareció tras haberse comprometido a fondo contra la corrupción.

El italiano Antonio di Pietro, ex magistrado y actual europarlamentario, fue directo al fondo del problema. "Se ha prestado mucha atención a la lucha contra la corrupción, pero ahora hay un rechazo a ese fenómeno. Estamos pasando de una corrupción clásica, a la luz del día, a otra más moderna, en la que ya no podemos ver nada. El jefe del Gobierno italiano [Silvio Berlusconi] ha conseguido que la mayoría del Parlamento apruebe la imposibilidad de emprender proceso alguno contra él. Antes se hacían cosas contra la ley: ahora se cambia la ley para que los delitos pasen a ser lícitos".

Juan Guzmán, el juez chileno que inculpó a Pinochet por el secuestro y ejecución de 75 presos políticos, jamás pudo lograr que se juzgara al ex jefe de Estado de su país. Pero ayer resaltó en París la importancia de la cooperación internacional y la creación de la Corte Penal Internacional. También lo valoró Garzón, quien no dejó de recordar que ya son 37 los países con los que Estados Unidos ha pactado la inmunidad para sus ciudadanos.

Y es que el diablo se cuela por cualquier esquina. Así, los organizadores del acto de ayer eran conscientes de que Baltasar Garzón es "uno de los hombres más amenazados de España, constantemente bajo protección policial", como explica la biografía distribuida a los asistentes: sin embargo, nadie esperaba ayer a Garzón en el aeropuerto parisiense. El perseguido juez español tomó un taxi para poder llegar hasta la calle de las Escuelas, sin focos, sin escolta, como cualquier otro ciudadano.

Impulsores de la Declaración de París posan ayer en la Sorbona.
Impulsores de la Declaración de París posan ayer en la Sorbona.ASSOCIATED PRESS

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