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Crítica:POP | El Bicho
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fuerza y misterio

Llevaban algo más de un año ganando prestigio en los criaderos underground donde se cultiva la buena música antes de que el enjuague comercial la rebaje. Prestigio más que justificado, a juzgar por lo ofrecido en su disco de debut, producido por el maestro Tino di Geraldo, la convocatoria que han tenido sus dos conciertos de presentación oficial en Madrid -agotaron las entradas para los dos días- y lo que hicieron sobre el escenario en estas dos actuaciones.

En la primera de ellas, desde luego, el grupo apabulló con su concepción musical de flamenco mestizado hacia el jazz que puede convertirles en uno de los grupos con más posibilidades comerciales, si se tiene en cuenta el ejemplo de otras formaciones similares, como podrían ser -salvando las distancias- Ojos de Brujo.

El Bicho

Miguel Campello (voz), Víctor Iniesta (guitarra), Toni Mancías (batería), David Amores (percusión), Pepe Andreu (trompeta), Juan Carlos Aracil (flauta) y Carlos Tato (bajo). Sala Caracol. Madrid, miércoles 18 y jueves 19 de junio.

Apadrinado por dos músicos fuera de serie dentro del jazz flamenco español -el bajista Carles Benavent y el saxo Jorge Pardo-, el grupo irrumpió en escena con fuerza y misterio a raudales. La Bulería del día, Tanguillo Nuevo u 11 farolas situaron a la banda en un punto de interés alto e inmediato para el público que abarrotaba el local y que se dejaba a la primera hipnotizar por la personalidad de su cantante Miguel Campello, una especie de chamán flamenco, nacido en Elche, que es todo un espectáculo sobre las tablas: canta flamenco de modo convincente, baila como un Bob Marley poseído, da palmas y, si el escenario es lo suficientemente grande, igual se pone a dar volteretas.

Vuelta de tuerca

Por el contrario, aún adolece el grupo de cierta tendencia al regodeo instrumental que tanto usaran en los años setenta formaciones del tipo Guadalquivir, Imán y demás. Aquel sinfonismo y aquel afán por el virtuosismo que en su día parecieron vanguardistas son ahora, si no se manejan con tino, fuente de aburrimiento o pérdida de interés acerca de lo que se ve y se oye.

Detalles, en fin, que sólo hay que pulir con sentido de la economía para que las canciones de este grupo madrileño tengan el relieve que se merecen y lleguen más nítidas a ese gran público que opta ahora con más facilidades por todo lo que sea autóctono y moderno. Por el calor que se pasó y la respuesta entusiasta del público, quedó claro que El Bicho ha pasado la prueba y tiene muchas posibilidades.

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