_
_
_
_
Reportaje:

Arte y naturaleza

El francés Cristophe Berville crea un taller escultórico al aire libre en la Sierra de Cazorla

La mitad oriental de la provincia de Jaén se divisa desde el estudio del pintor y escultor Cristophe Berville (Lille, Francia, 1969). En este lugar, a escasos kilómetros de Peal de Becerro (Jaén), el tiempo parece detenerse. Sobre una loma, que antiguamente fue una cantera de yeso, se levanta un estudio en el que adquieren protagonismo absoluto los grandes ventanales que inundan el interior de luz y más luz.

La edificación, revestida de un blanco nuclear, ha sido concebida con la primacía de las líneas rectas y las formas cúbicas. Mientras el viento sopla fuerte, Berville tiene a su alcance un paisaje envidiable que dista mucho "de la geografía perfecta" del campo de olivos que se extienden a lo largo de la provincia de Jaén.

Este artista francés, afincado en Peal de Becerro desde 1993 "por cosas del amor", tenía muy claro que necesitaba estar en contacto con la naturaleza y crear formando parte de ella y a través de ella. Por eso, después de nueve años ha construido un estudio al aire libre donde poder trabajar en plena libertad.

"Para mí todo es un gran escenario donde la naturaleza se integra en lo humano y viceversa", explica Berville. Y aunque los olivos no desaparecen a su vista, éstos ceden su protagonismo a los macizos azulados de la Sierra de Cazorla; a las lomas de las Tiesas de Toya, que con sus marrones aterciopelados flanquean el valle del Guadiana Menor; a Sierra Mágina, con Úbeda y Baeza al fondo; y, finalmente, a Iznatoraf como anfitriona de la Sierra de las Villas.

Rodeando el estudio, un jardín en el que las plantas aromáticas, los cactus, los aloe vera y las palmeras, se confunden entre piedras, una fuente, cáñamo y otros objetos que forman parte de su obra escultórica. De hecho, presidiendo la entrada al jardín se encuentra un gran pedestal donde el pintor y escultor francés trabaja al aire libre, lo que más le gusta.

"El exterior no es una galería, yo trabajo fuera, en contacto con el paisaje, y es ahí donde se quedan mis trabajos, porque ése es su sitio natural". Es en este sentido en el que Berville reconoce la influencia del ambientalismo, una corriente que "decora" el exterior dependiendo del medio natural que le rodea.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Trabajos en hierro, yeso, piedra o cemento conviven con obras en las que predominan materiales que han sido reciclados. Trabajar con cosas desechadas, dar un nuevo sentido y utilidad a lo que ya se ha abandonado es algo muy tentador, reconoce Berville, que sonríe al tiempo que señala un maniquí que "crece" en el jardín donde ha sido "plantado" por la cabeza.

"En un sentido u otro mis trabajos suelen ser provocativos, quiero que hagan pensar", explica Berville. Por eso, para el artista francés, no hay nada que pueda expresar y provocar más que el rostro humano, protagonista en muchas de sus pinturas y esculturas. Pero si algo se humaniza en la obra de Berville son los objetos: un trozo de tela, una paellera o una mesa de café cuyas patas se convierten en piernas de mujer.

Ahora tiene varios proyectos en mente. El más importante es el proyecto de un parque de esculturas al aire libre que gira en torno a la temática de los cuatro elementos: el aire, la tierra, el fuego y el agua.

Entre figurines y escenografías

Cristophe Berville no es de esa clase de artistas bohemios, que trabaja a deshoras, mediante impulsos y de forma irregular dependiendo de su estado de ánimo. El día a día de Berville está marcado por un horario en el que el estudio, el trabajo y la experimentación de nuevas ideas son los protagonistas. De hecho no se separa de un pequeño cuaderno donde apunta o dibuja cualquier tipo de idea. Incluso si se toma unas vacaciones, vuelve a casa con cerca de un centenar de láminas "que luego pueden desembocar en algo más", comenta. Toda la mañana la dedica a trabajar en su estudio, mientras que durante la tarde se encierra en la biblioteca, ubicada en la segunda planta de su estudio, para profundizar en todo aquello que le interesa e inquieta.

Y si por algo siente interés el artista francés, es por el teatro. Berville reconoce que su obra escultórica y pictórica está íntimamente relacionada con el arte escénico. Ya con 12 y 13 años empezó a realizar sus primeros trabajos en el diseño de figurines (vestuario) y de la escenografía. De hecho, a lo largo de su trayectoria profesional, ha trabajado en más de 30 montajes teatrales y durante dos años dirigió el grupo teatral Mamadou de la Universidad de Jaén.

"La conexión con el teatro la he mantenido desde el principio", afirma, "hasta el punto en que mi obra siempre hay unas referencias dramáticas". Ahora se explica la "puesta en escena" de sus esculturas dentro del marco natural como si fuese una "gigantesca escenografía". De ahí también se entiende el cuidado que Berville pone en la luz que reciben sus creaciones o el espacio en que éstas se encuentran. Todo forma un conjunto y no hay ningún elemento que se deje al azar. Hasta los modelos que utiliza el artista francés son actores.

Y, por último, para no dejar ningún cabo suelto, Cristophe Berville vive en el que fuera el antiguo cine teatro de Peal de Becerro. "Si se va desmenuzando, tanto mi vida personal como mi trabajo y mis aficiones están relacionadas", confiesa entre risas. "Quizás sea un tipo de obsesión, pero solamente intento rodearme de aquello que me gusta y que me hace seguir teniendo ideas".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_