Pendientes de un brazo
La lesión de Olaizola causa una denuncia, un partido suspendido y la incógnita sobre la final Manomanista
Ya puede llegar al mundo de la pelota vasca la savia fresca de Aimar Olaizola, ya puede organizarse un nuevo Manomanista con la recién creada Liga de Empresas, ya puede modernizarse el mundo de los frontones, que las viejas polémicas surgen invariablemente. Olaizola II, y más en concreto su brazo derecho, se han convertido en el centro del universo pelotístico para bien y para mal.
El joven navarro es el número uno del ránking. En la cancha, se ha ganado un puesto en la final, que debe disputar con Patxi Ruiz el domingo 29, en San Sebastián. Es el partido más importante del año, sin duda. Sin embargo, Olaizola ha llegado hasta aquí de una manera truculenta y, lo peor, el problema no se ha resuelto. Los médicos dicen que su lesión no podrá recuperarse para el día fijado, así que se presenta un abanico de posibilidades: que le sustituya el tercer clasificado en semifinales, Abel Barriola; que sí se recupere y juegue en plenitud de condiciones; que juegue la final incluso sin recuperar la rotura fibrilar de su brazo derecho... De monento, la Liga se opone a otra opción, el aplazamiento.
El partido se ha fijado para el día 29, pero ¿quién lo jugará?, ¿y cómo?
El reglamento y el sistema de competición están bajo sospecha. La Liga estableció una liguilla en semifinales criticada por los pelotaris. Ese sistema implicaba más partidos, más taquillas, más televisión, pero sobrecargaba a los deportistas. Olaizola II es el máximo ejemplo. Lleva un año estresante: ganó el campeonato del Cuatro y Medio, fue subcampeón del Mano Parejas y ahora se ha clasificado para la final del Manomanista. Su brazo no ha aguantado tanto ritmo de partidos.
El momento más crítico se vivió en el último partido de semifinales, con connotaciones kafkianas. Olaizola, presionado por evitar posibles suspicacias, optó por jugar, aunque golpeó con un solo brazo porque el derecho lo tenía lesionado. No debió salir al frontón y, aun así, ganaba en el marcador por 14-9 cuando se resintió. No tuvo otro remedio que retirarse, decisión con la cual clasificó a su rival en ese partido, Patxi Ruiz. La bronca fue monumental. Algún aficionado, apostante, incluso presentó una denuncia ante la Dirección de Juegos y Espectáculos del Gobierno vasco por sentirse perjudicado.
Esto ha elevado la tensión y las contradicciones dentro de la propia Liga, formada por Asegarce y Aspe. Las empresas trataron este año de imponer una nueva línea, más moderna, pero se han encontrado con que la pelota tiene unos problemas difíciles de resolver. ¿Qué ocurre cuando, en un deporte individual como éste, surge la lesión de uno de los pelotaris? ¿Se aplaza el partido? ¿Se sustituye al jugador? Las empresas crearon un reglamento estricto, que impedía aplazamientos hasta la final. Sin embargo, se lo saltaron ya en semifinales, al permitir retrasar sus partidos a Barriola y Olaizola. Ahora, en cambio, se ha fijado la fecha del 29 de junio, como manda el reglamento. Y Olaizola no lo entiende.
Aquel partido ha resucitado antiguas costumbres en la pelota. No es la primera vez que surge un dilema así, y la solución es complicada porque, además, hay otras cuestiones además del interés meramente deportivo: las apuestas. Las empresas, en sus deliberaciones, también lo han tenido en cuenta e incluso han pensado en la posibilidad de eliminar las pujas para evitar quejas de los aficionados ante una posible retirada de Olaizola o inconvenientes semejantes. Pero ésta es una vía de ingresos importante y una costumbre tan arraigada entre el mundo la pelota que existen reticencias hacia esa alternativa.
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