El insaciable Iban Mayo
El ciclista vizcaíno, segundo en la Dauphiné Libéré, carrera en la que ganó dos etapas e hizo la vida imposible a Lance Armstrong
Como los viejos guerreros, Iban Mayo cuenta su historia mostrando sus cicatrices, sus batallas. Es su forma de recordar: estoy aquí y eso que he pasado por esto. Ésa es su fuerza: su rabia, su pasado, las cicatrices que le dejaron las múltiples operaciones a que se sometió para reparar los tobillos, machacados en un accidente de tráfico en 1999, cuando tenía 21 años y era uno de los mejores amateur españoles. Superó el accidente, superó sus daños colaterales -el Banesto amateur no le renovó-, se convirtió en uno de los mejores profesionales.
Muestra las cicatrices en la salida de la etapa reina de la Dauphiné Libéré, la carrera alpina en la que se miden sin disimular, sin esconder nada, aquellos que pretenden ser los protagonistas del Tour de Francia. Iban Mayo está muy arriba. Dicen los que han estado en los Alpes la semana pasada que no había quien se acercara a Lance Armstrong, el intocable, que el norteamericano estaba de tan mal café que asustaba. "Le ha tocado sufrir más de lo que se pensaba para ganar la Dauphiné". dice Eusebio Unzue, director del iBanesto.com. Le han hecho sufrir una cuadrilla de ciclistas españoles que no le han concedido tregua, unos cuantos corredores que marcan el relevo generacional: un tal Mancebo, un tal Mercado, un tal Mayo. Sobre todo un tal Mayo. "Es porque Mayo es un corredor insaciable", dice Unzue, que ha sufrido también las acometidas del ciclista vizcaíno, su efervescencia volcánica. "Cuando está fuerte no se acuerda de nada ni de nadie". Es un descarado que ni siquiera cree que Lance Armstrong tenga derecho a sentirse intocable.
No lo creyó hace un par de años, cuando le derrotó en la Clásica de los Alpes, ni tampoco hace un par de meses, cuando le superó en la Lieja-Bastogne-Lieja (aunque a ambos les ganó Tyler Hamilton), ni mucho menos esta semana: la empezó derrotando a Armstrong en el prólogo, la continuó sufriendo la ley del norteamericano en la contrarreloj larga y la terminó haciéndole padecer sudores fríos. Cada día en un puerto señalado: el jueves en La Ramaz, el viernes en la Fosse, llegando a Chambéry, el sábado en el Galibier y en la Gargouille, llegando a Briançon, y ayer en Coq -en cuyo descenso se cayó Mancebo: fuerte golpe en las costillas- y Porte.
"Si está a este nivel, Mayo será el gran rival de Armstrong en el Tour", pronostica Unzue para gran alegría de la afición, que lleva años lamentando la falta de agresividad de los rivales de Armstrong en los anteriores Tours. Pero, pese a ello, tal piropo no hace mella en la gente del Euskaltel-Euskadi, el equipo de Mayo.
"El Tour es el Tour", dice Julián Gorospe, el director, un hombre al que la grande boucle nunca le ha alegrado la vida y que hace valor de la prevención. "Es otra cosa. hay mucha más tensión, hay una semana de llano, vamos a llegar cansados a la montaña, a ver qué tal la contrarreloj... Armstrong ya sabe que tiene que vigilar a Beloki o Botero, que ya han demostrado que son hombres Tour . Nosotros estamos bastante lejos aún".
Recuerda Gorospe que hace dos años, cuando Haimar Zubeldia, otro de sus pupilos, brilló en la Dauphiné, también se dispararon las expectativas. "Y sufrimos un Tour durísimo". También Mayo destacó entonces, pero era demasiado joven para debutar en el Tour, y en 2002, cuando lo hizo, no llegó en su mejor forma por culpa de una tendinitis pertinaz. "Pero este año ha podido entrenarse bien y no ha tenido problemas", dice Jesús Losa, médico del equipo, quien también trabaja para rebajarle la presión a Mayo y recuerda que no es el vizcaíno quien debe demostrar nada en el Tour. "De todas formas, no va a olvidarse de luchar por la general. Su objetivo será terminar entre los 10 primeros", dice Losa. "Hay quien piensa que terminará pagando en el Tour el derroche de la Dauphiné, pero hay tiempo para recuperar".
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